Con arreglo al pensamiento clásico romano yo ya soy un veterano. He alcanzado , podría no haberlo hecho , una edad considerada como senectud por Marco Tulio Cicerón, , el jurista , politeista , escritor y político romano nacido en Arpinum en el año 106 antes de Jesucristo . Cicerón tuvo con su cónyuge , Terencia , dos hijos , niño y niña como yo con Carmen-carminis , a los que les pusieron , el bautismo cristiano todavía era inexixtente en la Roma pagana , Marco y Tulia , praenomen y nomen paternos como se estilaba entre la aristocracia romana republicana. El bautismo , natural y cronológicamente todavía no se había sacramentalizado. Poco tardaría en hacerlo tras las predicaciones de Jesús el de Nazaret , en cuanto que Cicerón sería ejecutado por motivos políticos en el año 43 antes de la llamada era cristiana. Leí el De Senectute ciceroniano tiempo ha. Tal vez su lectura y reflexiones sobre las ideas que expone me influenciaran en la forma con la que acepto el paso de los años en el sentido de saber afrontar los achaques que la senectud acarrea.
Decía más arriba que podría no haber sobrepasado la sesentena y decía bien. Con cuatro años la difteria estuvo a punto de llevarme al mundo de los muertos del que tan poco sabemos nos pongamos como nos pongamos. En plena juventud , tonteando en la playa , me di un golpe en la cabeza que , de milagro , careció de transcendencia quedando todo en un leve mareo momentáneo. Tras recorrer miles y miles de kilómetros por carreteras diversas hubiese podido tener algún percance que , gracias a Dios , nunca llegó a producirse.
Por una cosas u otras , entre las que puede estar la voluntad de mi Dios , llegué , más bien que mal , a sobrepasar mis sesenta septiembres sin graves enfermedades somáticas. Solo una psíquica ( depresión ) de la que me recuperé.No obstante , padezco los achaques propios del paso del tiempo e intento sobrellevar las molestias que ocasiona con paciencia y una medicina vivificadora que no venden en botica aunque en ella haya casi de todo. La medicina , bálsamo de fierabrás con el que el sabio y bueno don Quijote decía que no había que tener temor a la muerte , es el sentido del humor , la honradez y el ver el lado bueno de las cosas que menos nos gusten porque haberlas haylas y más de la cuenta. Siempre pido a mi Dios una buena muerte porque el trago debe ser duro. Carezco de experiencia sobre él aunque se acerque por ley natural. Empezaré a ponerme el bálsamo de fierabrás , obedeciendo el consejo de don Alonso Quijano , caballero en Rocinante.
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