Hay unos cien metros de olas espumosas junto a la orilla y nubes pardas en el cielo de Cádiz. La lluvia besa las cristaleras como amante bandida y las palmeras acatan el poder del viento meciendo sus troncos y sus ramas, postrándose ante sus fuerzas.
Ha vuelto el tiempo desapacible que nos azota, un día sí y casi otro también, en estas tierras sureñas de la vieja y querida, por algunos, España. Pienso que más que tiempo invernal o desapacible, lo que ocurre es que el anunciado y temido cambio climático está aquí. Lo vivimos y lo padecemos como la crisis que es síntoma de la decadencia de occidente. Decadencia económica, moral y espiritual a la que viene a unírsele el evidente cambio climático. De nuestraa capacidades de adaptación dependemos para sobrevivir o no a esta problemática coyuntura. Yo estoy hecho a lo que venga y deseo lo menos malo para todos y para mí. Los culpables de la decadencia y del cambio climático somos nosotros mismos. No pongamos paños calientes ni echemos las culpas a esto o a lo otro. Afrontemos la dura realidad con responsabilidad y con entereza. Es casi lo único que podemos hacer ante la adversidad. Rebelarse contra ella , de nada sirve. Creer en Dios, sí.
Grandes imperios han caído a lo largo de la historia. Creo que estamos viviendo la decadencia de la civilización occidental. No digo nada nuevo y me gustaría estar en un error, pero los indicios y las señales se muestran día a día. Ojalá el proceso pudiese ser frenado y reconducido. Que Dios lo quiera porque el hombre dirigente no parece hallarse muy dispuesto.
Ha vuelto el tiempo desapacible que nos azota, un día sí y casi otro también, en estas tierras sureñas de la vieja y querida, por algunos, España. Pienso que más que tiempo invernal o desapacible, lo que ocurre es que el anunciado y temido cambio climático está aquí. Lo vivimos y lo padecemos como la crisis que es síntoma de la decadencia de occidente. Decadencia económica, moral y espiritual a la que viene a unírsele el evidente cambio climático. De nuestraa capacidades de adaptación dependemos para sobrevivir o no a esta problemática coyuntura. Yo estoy hecho a lo que venga y deseo lo menos malo para todos y para mí. Los culpables de la decadencia y del cambio climático somos nosotros mismos. No pongamos paños calientes ni echemos las culpas a esto o a lo otro. Afrontemos la dura realidad con responsabilidad y con entereza. Es casi lo único que podemos hacer ante la adversidad. Rebelarse contra ella , de nada sirve. Creer en Dios, sí.
Grandes imperios han caído a lo largo de la historia. Creo que estamos viviendo la decadencia de la civilización occidental. No digo nada nuevo y me gustaría estar en un error, pero los indicios y las señales se muestran día a día. Ojalá el proceso pudiese ser frenado y reconducido. Que Dios lo quiera porque el hombre dirigente no parece hallarse muy dispuesto.
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