EL SILENCIO DE LOS ESTUDIANTES

Oigo en la radio que a un tertuliano le extraña el silencio del estudiantado universitario sobre la crisis cabalgante. El silencio, pienso, puede ser debido a dos causas principales. Una , la escasez de espíritu crítico que caracteriza a la universidad española actual, tan equivocada en fondo y formas. Otra, más superficial, es el descrédito que los políticos profesionales han logrado entre la ciudadanía, universitaria o no , española. Descrédito ganado a pulso por su ineficacia , malas maneras, y falta de transparencia en todos los sentidos. Si a estas causas se le añade la casi plena convicción de que la clase política es un instrumento del gran decisor , el capitalismo grande y salvaje, se comprende que los europeos y no europeos hayan perdido la fe en unos políticos que gobiernan bajo la férula del poder económico al que se deben aunque la soberanía popular los haya llevado a las presidencias de gobiernos o a los ministerios ; a las alturas políticas de sus respectivos Estados. Si los entresijos de la alta política siempre han sido laberínticos e intrincados,sucios, ahora los son más en cuanto que las relaciones diplomáticas giran sobre el eje macroeconómico mundial. Sobre el eje de la globalización. Sólo así se puede comprender la actitud tan poco caballerosa y obscura del Gobierno español en el asunto del Sahara y tan poco diáfana en otras cuestiones de Estado. No es cuestión cuya solución esté en un cambio de partido político en el gobierno, es cuestión de macroestructuras económicas y éstas, si permanecen en los mismos sitios y en las mismas manos, no van a cambiar por las buenas. Cambiarlas por las malas creo que sería catastrófico. Mutación espontánea es difícil que se produzca. De todas formas, no vendría mal en España un cambio de partido gobernante. Algunos pequeños matices podrían ser mejorados, pero, ni siquiera esto, piden los universitarios españoles, tan indigentes de capacidades críticas. Entre a lo que se les ha acostunbrado y entre el escepticismo político que han respirado en sus casas, comprendo que no digan ni pío. Que las aulas y las asambleas estudiantiles no clamen ante el obscuro futuro que la sociedad le ofrece. Ni saben qué decir ni creen que sus dichos y hechos tendrían transcendencia alguna. Idealismos, ya, muy pocos por desgracia. Mal camino. Dudo que con estas cartas podamos ganar el juego. Don Pedro Calderón de la Barca muy bien conocía el tema cuando escribió su Gran Teatro del Mundo, y desde sus días a estos el Teatro se ha agrandado. Con avances tecnológicos y volviendo a pagar justos por pecadores no se soluciona la crisis. Se podrá, como máximo, paliar temporalmente ; aplazarla hasta un nuevo brote. Los causantes volverán a hacer de las suyas. No permiten que se adopten medidas solucionadoras. Las que se adoptan, les hacen el juego y permiten seguir engrosando al capitalismo salvaje que nos volverá a devorar. No es la vía que ponga fin al mal, pero la universidad sigue en silencio. El silencio de los estudiantes.