En la redacción del periódico con sede en el paseo marítimo de Cádiz y viendo , naturalmente , el mar , don Eufrasio se acerca a mi mesa , en la que ordenando papeles estoy y me comenta que soy algo descreído y muy escéptico. Que , con frecuencia , como es el caso del préstamo temporal que el macro poder económico , según yo el único , ha hecho de la llamada sociedad del bienestar a la sociedad sin más , exagero la nota y la doy..
Dice don Eufrasio que hay algo de tremendo en mí , que debo corregir. Le respondo que a las pruebas me remito y que ojalá esté equivocado en mis apreciacines y opiniones ; si bien no lo creo. De igual forma me recrimina mi escepticismo hacia las religiones mayoritarias y minoritarias , y le respondo de igual forma : que prefiriría estar en un error , aunque tampoco lo creo. Como he pasado ya la sesentena y él aún no ha llegado a ella, le comento que más sabe el diablo por viejo que por diablo y que no hay mejor universidad que la de la vida y los años. Responde que esos son argumentos manidos que de poco sirven y sigo exponiendo mis argumentos sin tratar de convencerlo de mis posturas escépticas pero arrimando el ascua a mi sardina. A la sardina fresca del pensamiento libre , valiente y desinteresado a todas luces ; adjetivos de los que no duda pero contempla , él , como radicalismos. De cualquier forma , tal vez por parentesco o simpatía , afirma que me respetará todas mis opiniones , sean ortodoxas o heterodoxas , porque EL VELERO ANDALUZ ha navegado , navega y navegará solo impulsado por aires de libertad.
Me ha gustado que don Eufrasio de la Frase y Suárez de Golfín , pariente y afín , me haya abordado con franqueza. A mis años el escepticismo crítico unido al sentido del humor son calidades que valora , me ha dicho el director , quien , a renglón seguido , me ha preguntado si vi a los Reyes de España , anteayer , en Cádiz.. Vi a doña Sofía , no a don Juan Carlos , en la plaza de Mina. El señor iría en el mismo coche pero en la otra ventanilla , le respondí ; y sobre la marcha le comenté que la alcaldesa había logrado la proeza de que las obras de la plaza de san Juan de Dios estuviesen terminadas cuando por lugar próximo a ella pasaron los Reyes , de los personajes más dignos que iban en la comitiva. Don Eufrasio emitió un leve tosido , me alargó la mano y volvió a entrar en su despacho sonriendo. Las sangres y las educaciones comunes facilitan siempre el entendimiento de posturas y de planteamientos.
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