Hace pocos días , estando con María José y Goyo en Sevilla, gallo Goyo como mi padre , rebautizador laíco , le decía de niño provocándole enfados infantiles superados en cuanto que con él , con mi padre , dice que es la persona con la que más se rió en su vida , comenté a María José y a Goyo la finura culinaria de mi mujer. A Goyo , que es un médico sibaritón y pediatra que sabe mucho del buen beber y buen comer , que sabe mucho de la vida y de niños , el comentario no se le fue por alto. A nosotros tampoco la cara de Goyo alabando los guisantes de Conil y de Chiclana , de las antiguas tierras señoriales de los Pérez de Guzmán duques de Medina Sidonia. A la vista de lo visto , Carmen los invitó a tomar una carne guisadita acompañada de los buenos guisantes que se dan en tierras comarcanas de Cádiz. En espera de que aparezcan estamos y de que los guisantes y la carnecita hayan salido bien . Yo ya los he probado y los he aprobado. Esperando estamos que los aprueben nuestros queridos primos . De segundo , Carmen ha hecho un gazpacho como sabe hacerlo , muy bueno , con guarnición de tiras de berenjenas fritas. Los vinos creo que los traerá el gallo Goyo ; de no ser así , aquí , en casa , tengo algunos que le gustarán a Goyo y a María José porque conozco sus gustos y con ellos he jugado.
Con el paso de los años noto que las consanguinidades se buscan con mayor ahinco que durante la madurez. El hombre , una vez jubilado , tiende a acercarse a sus años juveniles intentando revivir los buenos ratos y vivencias infantiles y juveniles que son comunes. Cuando los hijos se van haciendo mayores , los padres vamos recordando viejos y buenos tiempos pasados . Es natural. Lo que no lo es es lo contrario , que también se da.
Hay gente , primos y parientes para todo y de todos los estilos ; si bien unos con mejor estilo y condiciones que otros.
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