UNA TEMA BALADÍ, PERO NO TANTO

Una de las muchas incomodidades que causa el desarrollo tecnonológico desnaturalizado que nos rodea, aparte las comodidades que no olvido, es la de misteriosas llamadas telefónicas. Digo misteriosas porque en el visor del aparato suele aparecer el texto : Sin datos, cuando precísamente el visor está para darlos, es decir, para que aparezca en él el número desde el que se nos llama. O, el texto : Llamada oculta.¿ Porqué se oculta ?. A veces, se lee en el visor : Número sin identificar. Se me podrá decir que hay teléfonos que no disponen del pequeño visor identificador y que , en este supuesto, por tanto, el receptor nunca sabe desde qué número recibe la llamada. No es mi caso. Algo creo que pagaré por ello. Las llamadas en las que aparecen las tres leyendas citadas, la mayoría a horas que incomodan ( almuerzo, siesta, cena...) suelen ser de compañías telefónicas o de seguros que te ofrecen tentadoras ventajas que, en múltiples casos son, más que ventajas, complicaciones. Se caracterizan por ser de una pesadez que a veces llegan a agotar la paciencia del llamado y cuya regularidad e insistencia llegan a provocar que la persona llamada decida no descolgar el aparato. Aparte de que la no identificación del número que te llama induce a la desconfianza ( estoy al tanto de la picaresca telefónica), se me han llegado a hacer preguntas tan absurdas que me han obligado a cometer la grosería telefónica de colgar. Sin más. No obstante, ante la duda, uno suele descolgar el auricular por si se tratase de algun tema importante. Y una vez tras otra oye la misma cantilena o cantinela, que de las dos formas es correcto. No tan correcto es que las facturas de gastos de teléfono carezcan de control o constatación alguna por parte del abonado, quien ha de limitarse a pagar lo que la compañia dice sin posibilidad de confrontar la cantidad que aparece como gastos mensuales; esto sí, muy detallados en cuanto a las llamadas realizadas, que no siempre coinciden con la realidad, pero que no hay forma de demostrarlo en cuanto la indefensión del abonado, al no disponer de registros de llamadas propios, nada puede objetar ni argumentar. Indefensión total que se presta a que los errores no puedan subsanarse. La compañía, sea la que sea, da fe. Justicia igualitaria se llama la triste figura. Y uno piensa, además de ser un pelele en manos del poder, que, en caso de que uno quisisese cambiar de compañía de teléfono, banco, seguro de hogar o de lo que sea, que la iniciativa parte de uno y no del oferente. Preveo que en alguna ocasión que descuelgue, una insinuante voz femenina me proponga cambiar de mujer o de abuela si la tuviera. En este caso, probablemente, la voz sería menos insinuante.