Suelo escribir las entradas a pelo, sin prueba ni borrador previos. Las entradas y las crónicas. Hoy, ahora, lo hago con red antes de hacerlo sin ella; en ella. Juego de palabras que tanto incordiaba al avaro don Fidel Alba y que tanto gustan a mi nuevo jefe don Hugo De la Guerra y Paz en los Cielos, su apellido completo, director de la Voz del Enemigo, periódico de cuya nómina formo parte desde hace poco. Me comentó don Hugo, una tarde, que el segundo apellido completo, completísimo diría yo, es Paz en los cielos a los hombres de buena voluntad pero que como hay tan pocos decidió acortárselo. Menos mal. Lo segundo, no lo primero, claro. Del periódico, continúo, como corresponsal destacado, más o menos, en un punto u otro del globo; es decir, itinerante con sueldo fijo, dietas aparte. Cuantiosas son esta vez ya que he tenido que remover Roma con Santiago, Bagdad con Cancún, Nueva York con Beirut y Agadir con Sevilla para encontrar en lugar que no puedo saber, citar ni precisar porque de hacerlo peligraría mi integridad física y química; o sea que me harían papillas. Para hallar en su escondido escondite al señor musulmám Bin Láden. Sé que he recorrido, con vendas en los ojos, innumerables callejuelas y recovecos imposibles de localizar en los que, esto sí, mi pituitaria se ha emborrachado de fragancias orientales propias de alguna ciudad o ciudadela árabe. Quizá haya sido para despistarme y el escondrijo esté en algún punto insospechado del mundo occidental o norteamericano, que es casi lo mismo, o sudamericano, que no es lo mismo. Limpias voces de acentos indefinidos me han acompañado, como lazarillos, en largos vuelos, interminables travesías marítimas y cansadas caminatas por rutas polvorientas y pedregosas, por estrechas callejas a las que más arriba aludo, según el eco de las palabras de mis efímeros guías delataron. Seis días de viaje de un efímero ciego a lo largo de no sé qué rutas pedestres, ferroviarias, aéreas y náuticas, incluida una en globo. Un laberinto que tuvo su fin cuando unas manos femeninas descubrieron con delicadeza mis ojos, manos que besé con ternura y que deseé seguir besando sin parar y yendo bastante más allá al ver aquellos ojazos verdes que más verdes se pondrían en ciertos momentos de amor desenfrenado , aquél pelo liso, limpio y negro y aquél palmito de ensueño apenas velado por gasas multicolores con olor a jazmín. Al ver a aquella mujer que daba sopas con honda a Ivonne Reyes, Vania Millán, La Fox, Belén Rueda, la Electra, Jénnifer López, a la mismísima Sara Carbonero la miss mundo futbolístico, Jessica Bueno la bonísima sevillana, Carla Bruni e, incluso ,a Claudia Cardinale y Sofía Loren que es mucho decir. Tras quedarme pasmado como Felipe IV de España ante la monumental y bien moldeada Fátima, mi introductora en el salón amoriscado donde fui recibido, mis ojos vieron, tras el cristal de mis gafas limpios con pulcritud, al mismísimo Bin Laden vivito y coleando. No se trataba de sosía alguno. Su piel aceitunada y facciones alargadas, su nariz aguileña y barba luenga y rizada, su mirar inteligente e inquisidor, sus dedos de pianista, su postura, su gesto y su talante, su aspecto, me hicieron no dudar de que estaba ante quien los yanquis buscaban desde años atrás de manera infructuosa ; y que un modesto reportero español, sevillano para más señas, jubilado en sus labores docentes universitarias, había descubierto en no sabía qué lugar de este perro mundo .A las pinturas de Teotocópuli me recordó Bin.
La hazaña, sin duda lo era, me convertiría en héroe para el periodismo y lizas distantes de él. Héroe en la lid que iba a dirimir en liza ajena y , con probabilidad, distante del ruedo ibérico.
Mi cabalgada necesitaría mano izquierda y derecha y lucidez mental. Estaba obligado a templar. Mandar, mandaría Bin, quien , de entrada y sentado sobre unos almohadones adamascados desde los que se incorporó, exhalaba el humo de un aromático cigarrillo, mientras me invitaba a pasar en un correcto castellano propio de don Elio Antonio de Nebrissa, causándome la primera de las múltiples sorpresas que a continuación vendrán si mis caros lectores siguen paseando su vista sobre la pantalla o el papel impreso.
Aposentaos y sosegaos mosén Wilhelmus, dijo con la proverbial cortesía arábiga. Pude observar que era hombre de estatura considerable, cercana al metro y noventa centímetros; y, por tanto, un cuarto de metro superior a la mía, un metro con sesenta y cinco cuando me tallaron como mozo. Tras colocar mis posaderas sobre una alfombra persa al estilo musulmán y antes de intercambiar palabras, la odalisca que desparramaba sus excesivas y prietas carnes morenas en un diván colocado a diestra de Bin, levantóse y abandonó la estancia. Fue entonces cuando Bin, en demostración de conocimiento de nuestra Historia de España, me hizo la primera pregunta en claro intercambio de papeles, en cuanto que el entrevistado era él y el entrevistador yo. Era lo pactado. Ruptura unilateral del protocolo que encajé de buen grado al no quedarme otra y no ser la pregunta comprometedora. La interpreté como detalle por su parte.
Wilhelmus Alvarinus Toletanus : ¿ Desciende usted del III Duque de Alba, del terrorífico, como yo, don Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel?.
No, Cidi, respondí. El Gran Duque don Fernando A. De Toledo Pimentel y yo descendemos de don García Álvarez de Toledo Palomeque, padre del I señor de Oropesa Garci Álvarez de Toledo y Tello de Meneses, mi décimo octavo abuelo. El Gran Duque de Alba desciende de Fernando, hermano del dicho mi décimo octavo abuelo. Ascendencia común pero ramas distintas. Alba la suya y Oropesa la mía. Coincidiendo con el final de mi respuesta, otra odalisca, mucho más atractiva que la rellenita que había abandonado la estancia, depositó en una mesa de poco alzado y ataujías una bandeja con tetera, dos tazas y dulces de almendras a manera de agasajo. Al punto, retiróse y Bin y yo volvimos a quedar solos hasta el fin de nuestra conversación que continuó el temido terrorista , volviéndome a interrogar: ¿ Habla la Lengua de Mahoma ?. No , sólo sé decir : Al-Ráyulum ákala Mauzum. ¿ Puede repetir?. Por favor, pronuncie más despacio. Lo hice, comprendió y una sonrisa de oreja a oreja dejó ver su dentadura blanca y perfecta.
¿ Sabe algo más ?. En dos minutos expuse los términos de algunas palabras árabes que formaban parte de la Lengua castellana, de la catalana y de mi vocabulario habitual. Tanto los topónimos como los vocablos que no los eran, eufónicos al salir de mi boca acompañados del humo del pitillo que Bin me había ofrecido y yo aceptado.
Su carácter franco refleja sus orígenes mozárabes toledanos, dijo Bin retomando las palabras. Circunstancia que favorece nuestro buen entendimiento, continuó. A sus cordiales palabras añadió un discurso pleno de erudición y buenos modales que volvió a dejarme tan pasmado , alelado y boquiabierto como cuando entreví los encantos de Fátima.
Nunca fuese caballero de damas tan bien servido como fuera don Bin Laden cuando a su refugio vino, espeté algo a destiempo reclamando mi papel de corresponsal del diario La Voz del Enemigo.
Entonces, dijo sin comentar mi digresión, desciende usted de don Esteban Illán de Toledo, amigo del alma de mi vigésimo tercer abuelo, Mohammed Tarik Tirak Al- Minaretín, el arrasatorres de los dimníes.
¿ Porqué lo hizo Bin o Ben, pero no bien, cidi Láden ? .
Esperaba la pregunta, viejo amigo, y no tengo inconveniente en responderle. Tome nota y oiga. Mis palabras saldrán del corazón y serán dictadas por Alá el misericordioso tan próximo y tan lejano, en el espacio y en el tiempo, a su Dios. Los dos misericordiosos y creadores. Los dos únicos que enviaron profetas entre los que destacan su Jesucristo y nuestro Mahoma, por orden de fechas de nacimiento. Cometimos el atentado, prosiguió Bin con solemnidad, porque no estamos dispuestos a que los yanquis continúen avasallándonos y sojuzgándonos. Anhelan inocular sus principios en nuestro cuerpos y almas, que las tenemos, y vacunarnos, así, contra nuestras leyes y creencias.
¿ No hacen ustedes, los musulmanes, algo por el estilo?, argüí.
En absoluto. Nosotros intentamos defendernos de un enemigo que trata de imponer sus valores. Lanzaron las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki causando el mayor número de víctimas inocentes jamás alcanzado por medios bélicos de una tacada. Ahora tan ejemplares ejecutores aspiran a uniformar el planeta con eso que llaman globalización. No estamos dispuestos a que nos impongan nada esos demonios disfrazados de corderos que aspiran a la soberanía mundial. Nos defenderemos como gatos panzas arriba. Nuestro fundamentalismo es defensa, no ataque. Somos orgullosos y vengativos, lo admito, pero cada quisque es cada quisque. No intentamos imponer nuestros valores a quien no sea musulmán. Usted, por herencia genética, lo sabe. Sus pasados fueron respetados y nos respetaron en nuestra Tolaitola y riberas de El Tajo. Convivimos en paz. No olvide que fuimos transmisores de la cultura grecoromana. Grandes geómetrasy matemáticos nacieron hijos de nuestra fe. Cito a Al- Guaritmi por no citar más. La arquitectura islámica permanece en pie adornando ciudades que nos pertenecieron. Desafía el paso de las lunas y de los soles. En Alándalus aún se oye decir de las buenas construcciones : Es obra de moros. El salvaje capitalismo que los hijos de la blanca Albión y la negra África postulan, causará la destrucción del hombre y de la Tierra, utilizando el título del programa de televisión que Féliz Rodríguez de la Fuente realizó con tanto éxito.
No me negará que lo de las torres gemelas fue una masacre como tantas y tantas otras.
No. Cierto es que el atentado fue de gran calibre. Respuesta a hechos, dichos e intenciones de los norteamericanos. Cuando mi décimo quinto abuelo, Boabdil el granadino, dejó las Alpujarras andalusíes, juró venganza. He cumplido. Lo engañaron como a mí con el negocio de la miel. Sus palabras son de lata. Las nuestras de oro. A las suyas se las lleva el viento. A las nuestras, ni el más fuerte simún del desierto. Lo engañaron como el capitalismo del mundo occidental engaña a moros y a cristianos, a creyentes y a ateos. ¿ No son mucho más destructivas que mi atentado las armas mortíferas que los yanquis y aliados almacenan en sus alacenas, por cierto qué palabra nuestra más bonita, y arsenales, o los humos envenenadores que escupen al aire las chimeneas de sus industrias, o los residuos que vierten a las aguas marítimas y fluviales que tanto amamos nosotros?. Prefiero no hablar de los cultivos transgénicos que ingerimos. Prefiero no decir más al respecto. Que quien tenga ojos, vea. Quien tenga oídos, oiga; y que quien tenga inteligencia, piense. Ellos matan sin pausa. Nosotros, en venganza histórica, de vez en cuando.
¿ Le remuerde la conciencia por la masacre, Cidi Láden?. Pregunté sin crítica a sus palabras.
Sentí dolor por los hombres buenos que murieron sin culpa. La acción fue una más de nuestra guerra santa. Ustedes hacen la suya que también consideraron santa. ¿ Qué me dice de Santiago matamoros y de los guerrilleros de Cristo Rey?. ¿ Qué de las persecuciones y ejecuciones a no católicos, por aludir a mi querido y añorado Alándalus que ordenó y rigió Mohammed- Ben Moavia, el primer Omeya cordobés, tra desembarcar en Almuñécar el año 755 de vuestra era, 133 de nuestra Hégira sino he errado en la resta ?. Occidente no debe ser cánon modelo ni guía, nunca, y menos a la trágala como Fernando VII tuvo que tragarse La Pepa. Nuestro mundo está hecho a la medida del hombre, no de la mujer, la máquina y el dinero como el vuestro, tan calvinista.
¿ Y de la mujer, qué me dice aparte de tener usted a una de las más bellas que mis ojos han visto a los largo de mis sesenta y pocos años?
Prefiero hablar poco de ese tema. Le diré que sus mujeres han perdido el norte y han abandonado sus obligaciones naturales. De ello, las grandes carencias de los hijos y su enfermiza sociedad. Es tema en el que también yerran ustedes y que les pasará factura. Las nuestras están satisfechas con lo que ustedes llaman sumisión, que ni ellas ni nosotros consideramos como tal. Con su sumisión al macho que las satisface en todos los sentidos.
Iba a responder, cuando Bin Láden prosiguió adelantándose a mis contrarrazones y cambiando de tema como había dicho. Ceuta y Melilla son nuestras al igual que Jebel Tariq, a pesar del nombre, es española. En los días que corren, los colonialismos o territorios ultramarinos de los Estados son anacrónicos. Abogo por una Ceuta y Melilla marroquíes y un Gibraltar español por simple coherencia geográfica. Sólo radicales y trasnochados islamistas reclaman nuestro antiguo Alándalus. No queremos eso ; sí que se respeten nuestras leyes, costumbres, religión y usos. Si lo hacen y nos dejan vivir en paz a nuestro modo, por lo que a mí concierne pueden dormir tranquilos. En caso contrario volveré a ordenar el uso y abuso de la violencia y el terror. Seré terrible con chilaba o a la europea y continuaré amenazando vuestros sueños y vigilias.
No tengo más que decir, concluyó, Láden levantándose y acompañándome a la puerta tras hacerme varias recomendaciones sobre mi retorno y dándome parabienes. Deseándome salud, vida larga y que Alá me acompañase. Mientras pronunciaba las palabras corteses de despedida, la bellísima Fátima volvió a ceñirme la venda negra ante mis ojos. La obscuridad me acompañaría en el viaje de regreso como me había acompañado en el de ida a no sé dónde.
¿ Cuántos años lleva el gobierno estadounidense intentando hallar el escondrijo de Láden ?. Muchos y sin éxito. Bin es hábil y astuto. Yo lo encontré pero no sé dónde. Algo es algo. Bin o Ben Láden o Laden sin acento, vive. Como los yanquis sigan empecinados en lo suyo y a lo suyo, Bin no nos dejará vivir en paz y llevará a efecto más barbaridades. El mundo no debe hacerse a la medida de los Estados Unidos ni de Estado alguno. Ninguna nación debe imponer sus escalas de valores a otras, ni espirituales, ni materiales. Por la fuerza, menos. Estas son ideas viejas que siguen sin respetarse. En ellas está la solución a los problemas más que en la utópica alianza de civilizaciones defendida por el señor Zapatero. Toledo fue una excepción. Ni alianza ni guerra, sino respeto de unas culturas, civilizaciones y religiones hacia otras. No matemos nunca. Nada justifica la destrucción y la muerte. Ésta viene por sus pasos contados. Aquella por catástrofes naturales. ¿ Les parecen pocas?. Así pensaba el modesto entrevistador de Láden, el abajo firmante, cuando la voz de Fátima me susurró que en mis alforjas introducía tres cartas y un Corán para lectura íntima. Una carta la debía hacer llegar a Bush, otra a Obama y la tercera a Zapatero.
La Voz del Enemigo, periódico osado, se ha oído. La voz del enemigo, Ben o Bin, también, desde algún rincón de Oriente, creo. No puedo asegurar este punto. Como poder, poder, Ben o Bin, puede ocultarse en alguna casa de la sevillana calle Sierpes, o en una de la madrileña Gran Vía ; o en cueva desconocida del Albaicín granadino. O en Tombuctú, Larache, Afganistán o Florida, el lobo en la boca del lobo.
Supongo que don Hugo sabrá reconocer y recompensar mis méritos, mi hazaña, aunque de poco haya servido para dar con el paradero de Bin que sigue siendo desconocido. Mi entrevista sólo ha servido para corroborar lo sabido : Que la violencia engendra violencia y que el hombre es un lobo para el hombre. Un regalito. Co ella no se soluciona nada y se encrespa todo. Bin Láden tiene castaña y una Fátima que quita el " sentío". No sé como le quedan ganas de cometer atentados tras comerse y rechupetear a su bombón preferido. Desde no sé dónde, Wilhelmus Alvarinus Toletanus scripsit. Beati pacifici. Aspiro, tras mi hazaña periodística, al Mariano de Cavia. Vamos a ver cómo le hago llegar a Bush, Obama y Zapatero las misivas de Bin.
La hazaña, sin duda lo era, me convertiría en héroe para el periodismo y lizas distantes de él. Héroe en la lid que iba a dirimir en liza ajena y , con probabilidad, distante del ruedo ibérico.
Mi cabalgada necesitaría mano izquierda y derecha y lucidez mental. Estaba obligado a templar. Mandar, mandaría Bin, quien , de entrada y sentado sobre unos almohadones adamascados desde los que se incorporó, exhalaba el humo de un aromático cigarrillo, mientras me invitaba a pasar en un correcto castellano propio de don Elio Antonio de Nebrissa, causándome la primera de las múltiples sorpresas que a continuación vendrán si mis caros lectores siguen paseando su vista sobre la pantalla o el papel impreso.
Aposentaos y sosegaos mosén Wilhelmus, dijo con la proverbial cortesía arábiga. Pude observar que era hombre de estatura considerable, cercana al metro y noventa centímetros; y, por tanto, un cuarto de metro superior a la mía, un metro con sesenta y cinco cuando me tallaron como mozo. Tras colocar mis posaderas sobre una alfombra persa al estilo musulmán y antes de intercambiar palabras, la odalisca que desparramaba sus excesivas y prietas carnes morenas en un diván colocado a diestra de Bin, levantóse y abandonó la estancia. Fue entonces cuando Bin, en demostración de conocimiento de nuestra Historia de España, me hizo la primera pregunta en claro intercambio de papeles, en cuanto que el entrevistado era él y el entrevistador yo. Era lo pactado. Ruptura unilateral del protocolo que encajé de buen grado al no quedarme otra y no ser la pregunta comprometedora. La interpreté como detalle por su parte.
Wilhelmus Alvarinus Toletanus : ¿ Desciende usted del III Duque de Alba, del terrorífico, como yo, don Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel?.
No, Cidi, respondí. El Gran Duque don Fernando A. De Toledo Pimentel y yo descendemos de don García Álvarez de Toledo Palomeque, padre del I señor de Oropesa Garci Álvarez de Toledo y Tello de Meneses, mi décimo octavo abuelo. El Gran Duque de Alba desciende de Fernando, hermano del dicho mi décimo octavo abuelo. Ascendencia común pero ramas distintas. Alba la suya y Oropesa la mía. Coincidiendo con el final de mi respuesta, otra odalisca, mucho más atractiva que la rellenita que había abandonado la estancia, depositó en una mesa de poco alzado y ataujías una bandeja con tetera, dos tazas y dulces de almendras a manera de agasajo. Al punto, retiróse y Bin y yo volvimos a quedar solos hasta el fin de nuestra conversación que continuó el temido terrorista , volviéndome a interrogar: ¿ Habla la Lengua de Mahoma ?. No , sólo sé decir : Al-Ráyulum ákala Mauzum. ¿ Puede repetir?. Por favor, pronuncie más despacio. Lo hice, comprendió y una sonrisa de oreja a oreja dejó ver su dentadura blanca y perfecta.
¿ Sabe algo más ?. En dos minutos expuse los términos de algunas palabras árabes que formaban parte de la Lengua castellana, de la catalana y de mi vocabulario habitual. Tanto los topónimos como los vocablos que no los eran, eufónicos al salir de mi boca acompañados del humo del pitillo que Bin me había ofrecido y yo aceptado.
Su carácter franco refleja sus orígenes mozárabes toledanos, dijo Bin retomando las palabras. Circunstancia que favorece nuestro buen entendimiento, continuó. A sus cordiales palabras añadió un discurso pleno de erudición y buenos modales que volvió a dejarme tan pasmado , alelado y boquiabierto como cuando entreví los encantos de Fátima.
Nunca fuese caballero de damas tan bien servido como fuera don Bin Laden cuando a su refugio vino, espeté algo a destiempo reclamando mi papel de corresponsal del diario La Voz del Enemigo.
Entonces, dijo sin comentar mi digresión, desciende usted de don Esteban Illán de Toledo, amigo del alma de mi vigésimo tercer abuelo, Mohammed Tarik Tirak Al- Minaretín, el arrasatorres de los dimníes.
¿ Porqué lo hizo Bin o Ben, pero no bien, cidi Láden ? .
Esperaba la pregunta, viejo amigo, y no tengo inconveniente en responderle. Tome nota y oiga. Mis palabras saldrán del corazón y serán dictadas por Alá el misericordioso tan próximo y tan lejano, en el espacio y en el tiempo, a su Dios. Los dos misericordiosos y creadores. Los dos únicos que enviaron profetas entre los que destacan su Jesucristo y nuestro Mahoma, por orden de fechas de nacimiento. Cometimos el atentado, prosiguió Bin con solemnidad, porque no estamos dispuestos a que los yanquis continúen avasallándonos y sojuzgándonos. Anhelan inocular sus principios en nuestro cuerpos y almas, que las tenemos, y vacunarnos, así, contra nuestras leyes y creencias.
¿ No hacen ustedes, los musulmanes, algo por el estilo?, argüí.
En absoluto. Nosotros intentamos defendernos de un enemigo que trata de imponer sus valores. Lanzaron las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki causando el mayor número de víctimas inocentes jamás alcanzado por medios bélicos de una tacada. Ahora tan ejemplares ejecutores aspiran a uniformar el planeta con eso que llaman globalización. No estamos dispuestos a que nos impongan nada esos demonios disfrazados de corderos que aspiran a la soberanía mundial. Nos defenderemos como gatos panzas arriba. Nuestro fundamentalismo es defensa, no ataque. Somos orgullosos y vengativos, lo admito, pero cada quisque es cada quisque. No intentamos imponer nuestros valores a quien no sea musulmán. Usted, por herencia genética, lo sabe. Sus pasados fueron respetados y nos respetaron en nuestra Tolaitola y riberas de El Tajo. Convivimos en paz. No olvide que fuimos transmisores de la cultura grecoromana. Grandes geómetrasy matemáticos nacieron hijos de nuestra fe. Cito a Al- Guaritmi por no citar más. La arquitectura islámica permanece en pie adornando ciudades que nos pertenecieron. Desafía el paso de las lunas y de los soles. En Alándalus aún se oye decir de las buenas construcciones : Es obra de moros. El salvaje capitalismo que los hijos de la blanca Albión y la negra África postulan, causará la destrucción del hombre y de la Tierra, utilizando el título del programa de televisión que Féliz Rodríguez de la Fuente realizó con tanto éxito.
No me negará que lo de las torres gemelas fue una masacre como tantas y tantas otras.
No. Cierto es que el atentado fue de gran calibre. Respuesta a hechos, dichos e intenciones de los norteamericanos. Cuando mi décimo quinto abuelo, Boabdil el granadino, dejó las Alpujarras andalusíes, juró venganza. He cumplido. Lo engañaron como a mí con el negocio de la miel. Sus palabras son de lata. Las nuestras de oro. A las suyas se las lleva el viento. A las nuestras, ni el más fuerte simún del desierto. Lo engañaron como el capitalismo del mundo occidental engaña a moros y a cristianos, a creyentes y a ateos. ¿ No son mucho más destructivas que mi atentado las armas mortíferas que los yanquis y aliados almacenan en sus alacenas, por cierto qué palabra nuestra más bonita, y arsenales, o los humos envenenadores que escupen al aire las chimeneas de sus industrias, o los residuos que vierten a las aguas marítimas y fluviales que tanto amamos nosotros?. Prefiero no hablar de los cultivos transgénicos que ingerimos. Prefiero no decir más al respecto. Que quien tenga ojos, vea. Quien tenga oídos, oiga; y que quien tenga inteligencia, piense. Ellos matan sin pausa. Nosotros, en venganza histórica, de vez en cuando.
¿ Le remuerde la conciencia por la masacre, Cidi Láden?. Pregunté sin crítica a sus palabras.
Sentí dolor por los hombres buenos que murieron sin culpa. La acción fue una más de nuestra guerra santa. Ustedes hacen la suya que también consideraron santa. ¿ Qué me dice de Santiago matamoros y de los guerrilleros de Cristo Rey?. ¿ Qué de las persecuciones y ejecuciones a no católicos, por aludir a mi querido y añorado Alándalus que ordenó y rigió Mohammed- Ben Moavia, el primer Omeya cordobés, tra desembarcar en Almuñécar el año 755 de vuestra era, 133 de nuestra Hégira sino he errado en la resta ?. Occidente no debe ser cánon modelo ni guía, nunca, y menos a la trágala como Fernando VII tuvo que tragarse La Pepa. Nuestro mundo está hecho a la medida del hombre, no de la mujer, la máquina y el dinero como el vuestro, tan calvinista.
¿ Y de la mujer, qué me dice aparte de tener usted a una de las más bellas que mis ojos han visto a los largo de mis sesenta y pocos años?
Prefiero hablar poco de ese tema. Le diré que sus mujeres han perdido el norte y han abandonado sus obligaciones naturales. De ello, las grandes carencias de los hijos y su enfermiza sociedad. Es tema en el que también yerran ustedes y que les pasará factura. Las nuestras están satisfechas con lo que ustedes llaman sumisión, que ni ellas ni nosotros consideramos como tal. Con su sumisión al macho que las satisface en todos los sentidos.
Iba a responder, cuando Bin Láden prosiguió adelantándose a mis contrarrazones y cambiando de tema como había dicho. Ceuta y Melilla son nuestras al igual que Jebel Tariq, a pesar del nombre, es española. En los días que corren, los colonialismos o territorios ultramarinos de los Estados son anacrónicos. Abogo por una Ceuta y Melilla marroquíes y un Gibraltar español por simple coherencia geográfica. Sólo radicales y trasnochados islamistas reclaman nuestro antiguo Alándalus. No queremos eso ; sí que se respeten nuestras leyes, costumbres, religión y usos. Si lo hacen y nos dejan vivir en paz a nuestro modo, por lo que a mí concierne pueden dormir tranquilos. En caso contrario volveré a ordenar el uso y abuso de la violencia y el terror. Seré terrible con chilaba o a la europea y continuaré amenazando vuestros sueños y vigilias.
No tengo más que decir, concluyó, Láden levantándose y acompañándome a la puerta tras hacerme varias recomendaciones sobre mi retorno y dándome parabienes. Deseándome salud, vida larga y que Alá me acompañase. Mientras pronunciaba las palabras corteses de despedida, la bellísima Fátima volvió a ceñirme la venda negra ante mis ojos. La obscuridad me acompañaría en el viaje de regreso como me había acompañado en el de ida a no sé dónde.
¿ Cuántos años lleva el gobierno estadounidense intentando hallar el escondrijo de Láden ?. Muchos y sin éxito. Bin es hábil y astuto. Yo lo encontré pero no sé dónde. Algo es algo. Bin o Ben Láden o Laden sin acento, vive. Como los yanquis sigan empecinados en lo suyo y a lo suyo, Bin no nos dejará vivir en paz y llevará a efecto más barbaridades. El mundo no debe hacerse a la medida de los Estados Unidos ni de Estado alguno. Ninguna nación debe imponer sus escalas de valores a otras, ni espirituales, ni materiales. Por la fuerza, menos. Estas son ideas viejas que siguen sin respetarse. En ellas está la solución a los problemas más que en la utópica alianza de civilizaciones defendida por el señor Zapatero. Toledo fue una excepción. Ni alianza ni guerra, sino respeto de unas culturas, civilizaciones y religiones hacia otras. No matemos nunca. Nada justifica la destrucción y la muerte. Ésta viene por sus pasos contados. Aquella por catástrofes naturales. ¿ Les parecen pocas?. Así pensaba el modesto entrevistador de Láden, el abajo firmante, cuando la voz de Fátima me susurró que en mis alforjas introducía tres cartas y un Corán para lectura íntima. Una carta la debía hacer llegar a Bush, otra a Obama y la tercera a Zapatero.
La Voz del Enemigo, periódico osado, se ha oído. La voz del enemigo, Ben o Bin, también, desde algún rincón de Oriente, creo. No puedo asegurar este punto. Como poder, poder, Ben o Bin, puede ocultarse en alguna casa de la sevillana calle Sierpes, o en una de la madrileña Gran Vía ; o en cueva desconocida del Albaicín granadino. O en Tombuctú, Larache, Afganistán o Florida, el lobo en la boca del lobo.
Supongo que don Hugo sabrá reconocer y recompensar mis méritos, mi hazaña, aunque de poco haya servido para dar con el paradero de Bin que sigue siendo desconocido. Mi entrevista sólo ha servido para corroborar lo sabido : Que la violencia engendra violencia y que el hombre es un lobo para el hombre. Un regalito. Co ella no se soluciona nada y se encrespa todo. Bin Láden tiene castaña y una Fátima que quita el " sentío". No sé como le quedan ganas de cometer atentados tras comerse y rechupetear a su bombón preferido. Desde no sé dónde, Wilhelmus Alvarinus Toletanus scripsit. Beati pacifici. Aspiro, tras mi hazaña periodística, al Mariano de Cavia. Vamos a ver cómo le hago llegar a Bush, Obama y Zapatero las misivas de Bin.
1 comentario:
Impactante.La entrevista pasará a los anales del periodismo.La primicia de las primicias. Al hilo de tus consideraciones finales, decía Federico Mayor que "el peor invento del hombre ha sido las nacionlidades"
Un abrzao
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