Gracias a Kitín , o Quitín, Muñoz, fui rescatado de la isla en la que mis raptores me abandonaron a la buena , diría que a la mala , de Dios. Mi agradecimiento de corazón hacia él y mis congratulaciones por las excelencias de su totora en la que navegué por el Índico hasta Mombasa sorteando peligros de piratas de aquellas aguas.
La misión de búsqueda y captura de los restos de Bin Laden se ha dado por finalizada según la dirección de mi periódico. Sería , dice don Felipe Delicado, como continuar buscando una aguja en un pajar. Con un canto en los dientes me puedo dar tras el hallazgo de los restos de Bin Loden de quien ya nadie se acordaba pero cuya familia ha agradecido con largueza pecuniaria las fatales noticias corroboradoras de su muerte. Se ha comprometido , la familia Loden , a vestir con abrigos de su firma a la redacción completa del diario. Todos los componentes de ella , desde el director hasta el último mono que enjaulado está en el despacho de don Felipe , tendremos los elegantes abrigos de la marca durante un quinquenio prorrogable en el caso de que el negocio mantenga su prosperidad. Por los clavos de Jesucristo que así sea porque los negocios , que tan mal van si son medianos o pequeños porque los grandes ni se enteran de la cosa, que , al menos , ahorremos en prendas de invierno. Las de verano , por naturaleza , menos costosas son.
He de decir , con la mano en el corazón y con el corazón en la mano , que estoy descorazonado con el fallo , por interrupción , de mi arriesgada misión informativa. Pensé que habiendo sido el único periodista de la prensa occidental que pude entrevistar a Laden en vida, entrevista que armó el taco dentro del mundillo periodístico, también me colgaría la medalla de haber sido el protagonista del hallazgo y captura de sus restos , estuviesen estos en peor o mejor estado. Desilusión que asumo con entereza pero que no deja de causarme desazón.
Un fracaso siempre es un fracaso y . aunque estemos obligados a sobreponernos , la cosa deja su huella. La que nos dejará , excepto a algunos , la crisis galopante y decadente en la que estamos inmersos viviéndola como si con nosotros no fuese la cosa. Viviendo el momento y sin preocuparnos por el futuro como suele decirse cuando no se puede decir otra cosa.
La misión de búsqueda y captura de los restos de Bin Laden se ha dado por finalizada según la dirección de mi periódico. Sería , dice don Felipe Delicado, como continuar buscando una aguja en un pajar. Con un canto en los dientes me puedo dar tras el hallazgo de los restos de Bin Loden de quien ya nadie se acordaba pero cuya familia ha agradecido con largueza pecuniaria las fatales noticias corroboradoras de su muerte. Se ha comprometido , la familia Loden , a vestir con abrigos de su firma a la redacción completa del diario. Todos los componentes de ella , desde el director hasta el último mono que enjaulado está en el despacho de don Felipe , tendremos los elegantes abrigos de la marca durante un quinquenio prorrogable en el caso de que el negocio mantenga su prosperidad. Por los clavos de Jesucristo que así sea porque los negocios , que tan mal van si son medianos o pequeños porque los grandes ni se enteran de la cosa, que , al menos , ahorremos en prendas de invierno. Las de verano , por naturaleza , menos costosas son.
He de decir , con la mano en el corazón y con el corazón en la mano , que estoy descorazonado con el fallo , por interrupción , de mi arriesgada misión informativa. Pensé que habiendo sido el único periodista de la prensa occidental que pude entrevistar a Laden en vida, entrevista que armó el taco dentro del mundillo periodístico, también me colgaría la medalla de haber sido el protagonista del hallazgo y captura de sus restos , estuviesen estos en peor o mejor estado. Desilusión que asumo con entereza pero que no deja de causarme desazón.
Un fracaso siempre es un fracaso y . aunque estemos obligados a sobreponernos , la cosa deja su huella. La que nos dejará , excepto a algunos , la crisis galopante y decadente en la que estamos inmersos viviéndola como si con nosotros no fuese la cosa. Viviendo el momento y sin preocuparnos por el futuro como suele decirse cuando no se puede decir otra cosa.
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