Tomándome estaba una copa de manzanilla de Sanlúcar, fría y fina , en la playa y sentado a la orilla de las aguas del Índico que bañan las costas a las que había sido enviado por don Felipe Delgado , cuando a mi tumbona se acercan dos armarios de dos metros de largo por uno de ancho y me cogen por el cuello como a conejo hispánico que va a ir a la cazuela. Insensato sería oponerse a la fuerza bruta de mis captores y les dejo hacer. Casi en volandas me trasladan al helicóptero que yo había visto tomar tierra sin dar más importancia al asunto , y, por tanto, sin mínima sospecha de mala acción alguna a pesar de lo delicado de mi misión.
Cuando reacciono y miro las caras de los raptores, reconozco en ellas a los guardaespaldas invertidos que me acercaron al rancho de Bush , en Texas ; por lo que , de inmediato, me recomiendo a Fray Leopoldo de Alpandeire en quien tanto confío. En él más que en otros santos desconchados de los que pueblan el santoral católico y que si sus hagiografías leemos, sobre todo las que referencias hacen a santidades medievales, todos hicieron lo mismo según fuentes fidedignas.
Una vez que me he encomendado , confío en que interceda por mí a las más elevadas instancias y que sea lo que Dios quiera , lo cual es casi lo mismo.
Tras sobrevolar el mar de pacíficas olas, aterrizamos en islote ignoto en el que me sueltan y me dicen que ahí me las ingenie. Me sueltan sin instrumental técnico alguno. Todo me lo requisan con malas formas excepto el mal llamado, por el señor Ussía , mal llamado por impropiedad, traje de baño. Ya no hay trajes de baños señor Ussía , sino bañadores. El nombre del que hacen uso algunas señoras y señoritas de alta o baja alcurnia pero de esculturales tipos, sólo con ridiculez puede ser llamado traje de baño. Llámemosle , con mayor propiedad, taparrabos o tapaculos ; tangas, si me apuran, con los que las mujeres monas tan favorecidas y desnuditas están.
Dejemos a las mujeres en paz , gloria , y a las que tipazos tengan desnuditas, y vayamos al grano.
Siete días he estado a la intemperie, no a la interperie como he oído decir a alguien a quien no quiero citar por no ridiculizarlo , y sin más que algún molusco o crustáceo exótico y con no muy buena pinta que tuve que ingerir crudo , asesinado por mis manos . De agua nada. Ya sabemos que al enemigo, y así me reconocen mis raptores , ni gota.
En tan grave estado de deshidratación me hallaba que cuando Quitín Muñoz , naúfrago pero con instrumentos técnicos para comunicarse con todos los puertos del mundo , me vio , a punto estuvo de no reconocerme por mi delgadez y color moreno más propio de indígena de aquellos mares que de sevillano-gaditano. Ocho veces tuve que repetir con mortecina voz : Quitín, Quitín , por los clavos de Cristo , soy Wilhelmus Alvarinus Toletanus a quien llaman el mejor reportero del mundo por sus arriesgadas misiones. ¿ No me reconoces , tú , el mejor nauta en embarcaciones primitivas ? . Por fin , me reconoció, me dio agua dulce de la que en cantimplora llevaba y me salvó de la muerte.Gracias le di, como a Dios y a Fray Leopoldo por haberme salvado de los esbirros estadounidenses que tanto entorpecen mi búsqueda de los restos de Bin Laden.
Desde Colombo, Wilhelmus sano y salvo con amor y fantasía. Seguiré el rastreo a pesar del secuestro o rapto padecido y de todos los inconvenientes o barreras que la administración y los servicios secretros americanos imponerme quieran.
Cuando reacciono y miro las caras de los raptores, reconozco en ellas a los guardaespaldas invertidos que me acercaron al rancho de Bush , en Texas ; por lo que , de inmediato, me recomiendo a Fray Leopoldo de Alpandeire en quien tanto confío. En él más que en otros santos desconchados de los que pueblan el santoral católico y que si sus hagiografías leemos, sobre todo las que referencias hacen a santidades medievales, todos hicieron lo mismo según fuentes fidedignas.
Una vez que me he encomendado , confío en que interceda por mí a las más elevadas instancias y que sea lo que Dios quiera , lo cual es casi lo mismo.
Tras sobrevolar el mar de pacíficas olas, aterrizamos en islote ignoto en el que me sueltan y me dicen que ahí me las ingenie. Me sueltan sin instrumental técnico alguno. Todo me lo requisan con malas formas excepto el mal llamado, por el señor Ussía , mal llamado por impropiedad, traje de baño. Ya no hay trajes de baños señor Ussía , sino bañadores. El nombre del que hacen uso algunas señoras y señoritas de alta o baja alcurnia pero de esculturales tipos, sólo con ridiculez puede ser llamado traje de baño. Llámemosle , con mayor propiedad, taparrabos o tapaculos ; tangas, si me apuran, con los que las mujeres monas tan favorecidas y desnuditas están.
Dejemos a las mujeres en paz , gloria , y a las que tipazos tengan desnuditas, y vayamos al grano.
Siete días he estado a la intemperie, no a la interperie como he oído decir a alguien a quien no quiero citar por no ridiculizarlo , y sin más que algún molusco o crustáceo exótico y con no muy buena pinta que tuve que ingerir crudo , asesinado por mis manos . De agua nada. Ya sabemos que al enemigo, y así me reconocen mis raptores , ni gota.
En tan grave estado de deshidratación me hallaba que cuando Quitín Muñoz , naúfrago pero con instrumentos técnicos para comunicarse con todos los puertos del mundo , me vio , a punto estuvo de no reconocerme por mi delgadez y color moreno más propio de indígena de aquellos mares que de sevillano-gaditano. Ocho veces tuve que repetir con mortecina voz : Quitín, Quitín , por los clavos de Cristo , soy Wilhelmus Alvarinus Toletanus a quien llaman el mejor reportero del mundo por sus arriesgadas misiones. ¿ No me reconoces , tú , el mejor nauta en embarcaciones primitivas ? . Por fin , me reconoció, me dio agua dulce de la que en cantimplora llevaba y me salvó de la muerte.Gracias le di, como a Dios y a Fray Leopoldo por haberme salvado de los esbirros estadounidenses que tanto entorpecen mi búsqueda de los restos de Bin Laden.
Desde Colombo, Wilhelmus sano y salvo con amor y fantasía. Seguiré el rastreo a pesar del secuestro o rapto padecido y de todos los inconvenientes o barreras que la administración y los servicios secretros americanos imponerme quieran.
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