Y viajando en tren de media distancia que arrancó en Jaén. Mis primos subieron al ferrocarril en la estación de santa Justa , en Sevilla , ciudad en la que viven. Vinieron a Cádiz , donde los esperábamos a pie de tren , a vernos y a pasar el día mi prima María Repetto Álvarez de Toledo y su marido Josete González Vergara. A pasar el día bien tal lo pasamos callejeando por Cádiz y haciendo Carmen-carminis de Cicerón femenino sin que yo , en este sentido , interviniese. La guía en su ciudad es ella como es natural. Me limité a responder a María una pregunta sobre quién era el santo cuya escultura aparecía en una capilla de la iglesia del convento de san Francisco diciéndole que creía que no se trataba del santo que ella suponía pero advirtiéndole que el arte de la escultura sacra no es uno de mis favoritos. Prefiero la arquitectura civil y la religiosa a la escultura religiosa tal vez debido a mi heterodoxia también religiosa. Callejeamos con buena temperatura y tapeamos y copeamos en distintas bibliotecas , la barra del restaurante el Faro entre ellas. Estando aquí tan a gusto como en ella se está y tomando tan buenas cosas como en ella se toman , uno de los maitre , Pepe Marente , me saludó confundiéndome con un enólogo de Jerez cuando yo creía que me había confundido con un médico , cirujano , del hospital Puerta del Mar con quien se me suele confundir . Le expliqué a Marente de qué nos conocíamos y todos tan contentos. Más cuando Mayte , a quien también conocemos , la hija de Gonzalo Córdoba , le dio a María , siendo testigo de mucho cargo Carmen-carminis la receta de la tortillitas de camarones , exquisitas , que habíamos tomado con unas croquetas de pargo que nada tenían que envidiar a las tortillitas aunque estuviésemos en el reino de ellas. En Cumbres Mayores volvimos a cervecearnos y a manzanillearnos los hombres y catamos la paleta de la casa y los distraídos a los que yo llamo distraiditos . En ello estábamos cuando un señor negro , muy simpático y barrigón , intentando pasar a los lavabos , supongo , me lanzó con su panza , de forma involuntaria y educada , hacia otro lugar del restaurante. Digo educada porque el barrigazo , si bien violento , estuvo precedidio por petición de disculpas como si el hecho de estar gordo fuese algo malo. No es nada malo estar gordo ni ser negro aunque , ciertamente , es más fácil perder peso que cambiar el color de la piel y los rasgos físicos aunque todo podrá conseguirse pronto en caso de que alguien no esté satisfecho de sus kilos , del color de su piel y de sus rasgos físicos. En caso de que por una de estas razones se tengan complejos , éstos son para mí infundados pero hay gente para todo . Se puede ser blanco y delgado y ser tonto de nativitate , o negro y gordo y ser listo y con clase a más de tener mucha más educación y simpatía que un blanco tal era el caso del negro gordo que me arrastraba con su barrigota hacia el interior del restaurante ante las miradas absortas de mi prima María , de Carmen.carminis y de Josete. quien no paraba de decirle a Carmen que , antes de entrar , me había asaltado un grupo de antiguas alumnas , muy guapetonas , con las que había compartido besos y abrazos a mansalva sin que él , que no había sido profesor de ellas , recibiera alguno de alguna. Ni siquiera los diera.
Muy buen día que terminamos en casa tomándonos cafe y dulcecitos antes de llevarlos a la estación donde volvieron a coger el tren tras invitarnos a su casa de Sevilla y decirnos que volverían a repetir la excursioncita. Otro muy buen rato compartido por dos miembros de la familia Álvarez de Toledo Golfín y cónyuges respectivos , Carmen-carminis y Josete. Que la cosa se repita y se repita , que los momentos que se viven terminan haciendo historia . En este caso la de nuestra familia de la que también hablamos como natural es. Cada quisque hablará de la suya , pero la de los Toledo Golfín es la nuestra. La realidad viva de los Álvarez de Toledo Golfín que , dentro de nada, pasará a ser Historia de los Álvarez de Toledo Golfín sobre cuya etiqueta edito esta entrada .
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