Y no se le ha quedado chica con el paso de los meses porque es bajito y hondito como se habrá podido apreciar por sus palabras , que este blog recogen. Hoy , ya con su vestimenta invernal de terraza , me ha dicho que sus acompañantes habituales en ella no dicen ni pío. Ni mus . Que comprende que las plantas no sean muy explícitas excepto en flores pero que no abran la boca las dos muñecas que lo acompañan día y noche , tan monas , no lo comprende. Que todos los muñecos debieran ser parlantes como es él y exponer lo que piensan con honestidad y claridad meridianas como es su caso. Sin tapujos ni intereses creados que los faciliten impidiendo la independencia de pensamiento y acción.
Ya está vestido de invierno y dispuesto a pasar sus inclemencias de manera clemente y comprensiva porque el invierno es el invierno y ojalá siga existiendo a pesar de sus vendavales lluvias y nieves por otros lugares. Será buena señal aunque para las plantas , para las muñecas silenciosas y para él sea duro a pesar de vivir en la latitud en la que viven. No obstante , y aunque su chaleco tiene algo de austriaco . no se toca con el típico sombrero tirolés porque sería una cursilada y Titín tiene de cursi y de cura lo que yo : nada. Los curas y los cursis , como él muy bien dice , en sus lugares correspondientes que no son ni su casa ni su terraza. Luce , por tanto , escaso pelo rubio al aire y su color sonrosado a pesar de ser negro su padre.
Me ha pedido que lo asomase al pretil de su terraza para ver a la gente que hoy camina o corre por el Paseo Marítimo de la ciudad como Perico por su casa o por su playa en la que ha visto cuatro barquitas pescando bajo un sol que ya se agradece.
Día apacible , abuelo , me ha dicho , mientras miraba la línea del horizonte intentando , como yo , sobrepasarla y ver más allá . La gente lo mira y se sonríe , la gente buena , al verlo asomado mientras yo lo aúpo con mis brazos y él se sostiene con los suyos recordándome , en la forma de asirse al pretil , a los monos que en su África paterna trepan por los árboles , africanismo de evidente herencia Kambumba que no desdice de su admirable forma de ser y de comportarse .
Le digo que tras la línea del horizonte está su África paterna y otras muchas cosas que la mayoría de los hombres desconocen. Me responde , sin apartar la vista del mar , que le gustaría , algún día , cuando sea mayor , ir a conocer el corazón del Continente Negro en el que nació su padre y , traspasando la línea del horizonte , conocer el corazón de los hombres negros y de los que no lo son que tantos son. El corazón de todos los hombres que tan dífícil de conocer es tengan taquicardias o no y sean de un lugar del planeta azul o de otro. Labor tan encomiable como dificultosa , le digo , mientras lo vuelvo a colocar en su sillón de mimbre junto a sus silenciosas adláteres las dos muñecas rubias que lo acompañan de día y de noche sin decir ni pío. Ni mus o ni oste ni moste como su bisabelo Guillermo le decía a su madre de muy niña y ella le ha contado en cuanto que mucho quería a su abuelo el gordo.
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