Diego , cumplidor excepcional de sus labores de jardinería en el ayuntamiento de Cádiz antes de jubilarse, está enfermo , Según palabras de mi amiga Mari Pepa Calderón sufre un ictus y lo han ingresado en el hospìtal de la ciudad : Puerta del Mar. Si lograse saber en qué planta y en qué habitación está , iría a verlo aunque desconozca la intensidad del mal , extendido , que lo aqueja. Ojalá leve y susceptible de recuperación
Diego es señor de unos setenta años , gordete , fortachón , natural , simpático y , teniendo en cuenta su condición de pequeño agricultor de su finquita de Medina Sidonia , muy educaddo , respetuoso y de sentido común poco común. Por tanto , es persona que sabe tratar y distinguir con qué tipo de personas habla y se relaciona de una forma o de otra.
Tanto cuando estaba en el ejercicio de sus funciones de jardinería en el ayuntamiento de la ciudad como cuando venía a la casa en que habito para cuidar , muy bien , el jardincillo o parterre de la entrada , solía hablar con él y nos considerábamos amigos.
Acostumbraba a encontrármelo , antes de mi jubilación , en los jardines del Parque Genovés cuando yo iba a la Facultad de Filosofía y Letras de Cádiz a explicar las asignaturas que mi departamento de la facultad me tenía asignadas : Historia Moderna de España o Historia Moderna de Inglaterra . Intercambiábamos algunas palabras sobre el tiempo que hacía y , como mucho una semana después , nos volvíamos a encontrar , con regularidad mantenida , en la puerta de casa regando , abonando o plantando flores que tanto adornan la entrada del edificio. Aquí hablábamos de asuntos más variados tales como el estado de su mujer o de cosas cotidianas de la vida. En sus palabras y en sus gestos,en su talante , advertía la vieja sabiduría de los hombres del campo que , al estar en íntima relación con la naturaleza , no han perdido un ápice de la naturalidad que hoy tanto se echa de menos en el género humano español cada día más desnaturalizado y alejado de la naturaleza y de lo natural. Cada día mas cursilón y más informatizado , no bien informado , de las cosas que de verdad atañen al hombre.
Diego es un enamorado de su profesión y , al serlo , un jardinero de los que pocos entrarán en los sacos que él transportaba en su furgoneta en la que llevaba sus útiles de jardinería y sus aperos de labranza de su campito de Medina Sidonia. Vivía bien y viajaba con su mujer , a la que un día me presentó en la puerta de casa , por tierras peninsulares alejadas de nuestra Andalucía.
Ahora la comunidad , depende de su estado , se plantea quién cuidará las plantas del parterre o jardincillo . Haré , sin presidir yo la comunidad , las gestiones pertinentes por si decide jubilarse , por cualquier motivo , como cuidador de las plantas de la entrada . Ojalá Diego el jardinero quiera y pueda volver a tenernos el parterre como un vergel y no haga falta buscarle sustituto alguno . Antes de nada , intentaré ir a verlo en El Puerta del Mar . Me las ingeniaré , como pueda, para localizarlo y visitarlo. Ojalá todos los hombres de España fuesen como Diego el jardinero. De lo mejor , con diferencias , del servicio de la casa y de las personas que viven en ella y que tanto debieran haber aprendido de él en cualquier sentido . Pero hay personas que no aprenden nunca
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