Vuelvo a sentir necesidad de escribir, y lo hago intentando alejar los fantasmas de mi cabeza.He sido, durante treinta y tres años, profesor de la Universidad de Cádiz.Titular de la actual Facultad de Ciencias de la Educación,adscrito al departamento de Historia Moderna,Contemporánea, de América y de Arte, de la Facultad de Filosofía y Letras; más inclinado al campo de la enseñanza de la Historia que al de la investigación,aunque en esta haya hecho modestas incursiones.Siempre la enseñanzá del pasado me tiró más.Para mí explicar mis asignaturas,que han sido múltiples a lo largo de los años, lo que me ha permitido tocar muchos palos,me llenó.Desarrollar mi trabajo era un placer vocacional remunerado.Sabido es que lo que se hace por gusto y con gusto no suele salir mal del todo.Mi enfermedad me obligó a abandonar el ejercicio de mi profesión y no pude seguir en activo hasta los setenta años como era el fin propuesto.El comportamiento de mis compañeros y de la propia Universidad, como institución, en el transcurso de mi enfermedad ha sido ejemplar, admirable y merecedor de agradecimiento pleno.Durante mis años como profesor,hice amistades inolvidables tanto entre compañeros como entre el alumnado.Aunque prefiero no dar nombres,buen ejemplo es que me casé con una alumna.De igual forma puedo hablar del personal administrativo y de servicios.
Recuerdo que mis primeras clases, ya avanzado el curso porque sustituí a un compañero que había muerto en accidente de coche ( Joaquín Arroyo,joven muy brillante) consistieron en explicar la Revolución Francesa y la cosa fue bastante bien. La ilusión de empezar la vida laboral, unida a mi carácter,lograron que pareciese un experimentado profesor.Cuando finalizó el curso académico,recibí felicitaciones del alumnado.Empezaba mi andadura profesional con buen pie.A oídos de los cargos directivos de la, por entonces Escuela Normal Josefina Pascual, hubieron de llegarle buenas palabras y voces sobre mi hacer, porque tanto Alicia Plaza de Prado, catedrática de Historia,como Marisol Pascual y Pascual, catedrática de Filosofía, y Carmen García Surrallés, catedrática de Literatura,mostraron, sin reparo,su simpatía hacia el nuevo profesor contratado.Personas,las tres anteriormente citadas,dignas de admiración en lo personal y lo profesional y que dejaron profunda huella en la Escuela.En ésta he desarrollado gran parte de mi carrera profesional,que se vió completada con mis docencias, durante seis o siete años,en la Facultad de Filosofía y Letras de Cádiz.
Durante tantos años de docencia ha habido cursos de los que, al hacer el balance final,me he sentido más satisfecho de unos que de otros pero, en general, puedo decir que he puesto mi granito de arena para que los alumnos aprendiesen algo de Historia.
Me resulta gratificante,cuando me encuentro con antiguos alumnos,oirles decir que recuerdan lo que aprendieron de mis enseñanzas y la estima que me tenían.Yo también aprendí de ellos y,en parte mayoritaria,la estima es recíproca.
Recuerdo que mis primeras clases, ya avanzado el curso porque sustituí a un compañero que había muerto en accidente de coche ( Joaquín Arroyo,joven muy brillante) consistieron en explicar la Revolución Francesa y la cosa fue bastante bien. La ilusión de empezar la vida laboral, unida a mi carácter,lograron que pareciese un experimentado profesor.Cuando finalizó el curso académico,recibí felicitaciones del alumnado.Empezaba mi andadura profesional con buen pie.A oídos de los cargos directivos de la, por entonces Escuela Normal Josefina Pascual, hubieron de llegarle buenas palabras y voces sobre mi hacer, porque tanto Alicia Plaza de Prado, catedrática de Historia,como Marisol Pascual y Pascual, catedrática de Filosofía, y Carmen García Surrallés, catedrática de Literatura,mostraron, sin reparo,su simpatía hacia el nuevo profesor contratado.Personas,las tres anteriormente citadas,dignas de admiración en lo personal y lo profesional y que dejaron profunda huella en la Escuela.En ésta he desarrollado gran parte de mi carrera profesional,que se vió completada con mis docencias, durante seis o siete años,en la Facultad de Filosofía y Letras de Cádiz.
Durante tantos años de docencia ha habido cursos de los que, al hacer el balance final,me he sentido más satisfecho de unos que de otros pero, en general, puedo decir que he puesto mi granito de arena para que los alumnos aprendiesen algo de Historia.
Me resulta gratificante,cuando me encuentro con antiguos alumnos,oirles decir que recuerdan lo que aprendieron de mis enseñanzas y la estima que me tenían.Yo también aprendí de ellos y,en parte mayoritaria,la estima es recíproca.
1 comentario:
Soy una ex alumna tuya, en concreto de la promoción de Carmen, tu esposa. Me encantan tus escritos igual que me gustaban tus clases y de las que aprendí mucho.
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