Ruge y silba el viento de levante.Años atrás,antes de que la depresión se adueñara de mí, no me molestaba ni alteraba. Ahora sí. Me altera y desasosiega sobremanera, hasta el punto de disminuirme aún más de lo que estoy, que no es poco.Por ello, vuelvo a hacer uso de la escritura como terapia recomendada, y lo hago sobre recuerdos estudiantiles.
En primero de licenciatura elegi la asignatura de Lengua árabe, tratando de eludir a la profesora que explicaba griego y con la que nada bien me había ido en mi " preu", cursado en el Instituto San Isidoro de Sevilla ( el bachillerato lo había hecho en la Escuela Francesa). Doña Esperanza Albarrán, así se llamaba la catedrática de griego del Instituto,era una muy buena profesora, creo que discípula de Rodríguez Adrados,pero con la que no había sintonizado; y no era cuestión de repetir la experiencia.Opté,por tanto, por matricularme en Lengua árabe,por eliminación y no por gusto.Explicaba la asignatura un profesor egipcio, llamado Gamal-Abdel- Karim,quien por entonces no tenía una pronunciación muy inteligible del castellano y con el cual tuve el obscuro expediente que sigue.Aprobé el árabe de primer curso,copiando.Soy de una torpeza llamativa para las cuestiones que no me gustan y el pequeño fraude era la única forma de pasar la asignatura. En segundo, y como me remordía la conciencia,puse mayor empeño y me prometí no volver a copiar.Asistía diariamente a las clases y un mal día el señor Karim me dijo que saliese al encerado. Exactamente dijo : Tuludu a la pizurra.Yo, que con ingenuidad solía sentarme en la primera fila,me negué de gesto y palabra.Ante mi negativa,el señor Karim,dijo : Tuludu zuru.Tuludu, zuru.Aquel cero marcó mi trayectoria como pésimo estudiante de árabe durante toda la carrera.Fue la última asignatura que aprobé de la licenciatura, y gracias a la benevolencia y transigencia de la mujer del profesor Presedo Velo( gran profesor del que mucha Historia antigua aprendí ) a cuyas clases de árabe me acogí, presentándome al exámen de Junio, que hice fatal.Recuerdo que se llamaba María Eugenia, pero no el apellido.Convencido de que jamás iba a aprobar la asignatura que me quedaba para terminar la carrera, decidí cortar por lo sano y afrontar el problema con sinceridad rayana en osadía.Llamé a la puerta del despacho de la profesora de árabe y le conté la verdadera historia de la conquista de mi aprobado( creo que fue un notable)fraudulento en el primer curso de árabe.Le comenté que era la única asignatura que me quedaba y el porqué la había elegido. El exámen,que no quise ni ver , estaba muy mal, pero doña María Eugenia,ante mi sinceridad, me aprobó.
Poco tiempo después, ejerciendo mi profesión ya en Cádiz,llegó a oídos del señor Karim que yo daba clases en la Escuela Normal Josefina Pascual, y le comentó a un amigo:¿ Pero Tuludu terminó?.Nunca tuve con él mala relación, pero lo único que sé decir en árabe es : Un hombre se comió un plátano.Exculpo por completo al señor Gamal-Abdel-Karim y me autoinculpo de mi " casi" absoluto desconocimiento de la Lengua árabe.Valga como contrapeso que nunca más me pasó por la cabeza copiar en los exámenes de la carrera.Fui un estudiante irregular, pero, salvo la pequeña mácula comentada,honrado. Cuando no me había preparado las asignaturas, no me presentaba. Sin más.El levante sigue soplando con fuerza.Un día almorcé con Abdel-Karim, en Cadiz,y nos reimos. Hace muchos años.Es probable que no se acuerde del almuerzo. Es probable que se acuerde de mí.Los profesores nos solemos acordar de los alumnos muy buenos y de los muy malos.Entre estos estaba yo, con razón, para el profesor de árabe.
En primero de licenciatura elegi la asignatura de Lengua árabe, tratando de eludir a la profesora que explicaba griego y con la que nada bien me había ido en mi " preu", cursado en el Instituto San Isidoro de Sevilla ( el bachillerato lo había hecho en la Escuela Francesa). Doña Esperanza Albarrán, así se llamaba la catedrática de griego del Instituto,era una muy buena profesora, creo que discípula de Rodríguez Adrados,pero con la que no había sintonizado; y no era cuestión de repetir la experiencia.Opté,por tanto, por matricularme en Lengua árabe,por eliminación y no por gusto.Explicaba la asignatura un profesor egipcio, llamado Gamal-Abdel- Karim,quien por entonces no tenía una pronunciación muy inteligible del castellano y con el cual tuve el obscuro expediente que sigue.Aprobé el árabe de primer curso,copiando.Soy de una torpeza llamativa para las cuestiones que no me gustan y el pequeño fraude era la única forma de pasar la asignatura. En segundo, y como me remordía la conciencia,puse mayor empeño y me prometí no volver a copiar.Asistía diariamente a las clases y un mal día el señor Karim me dijo que saliese al encerado. Exactamente dijo : Tuludu a la pizurra.Yo, que con ingenuidad solía sentarme en la primera fila,me negué de gesto y palabra.Ante mi negativa,el señor Karim,dijo : Tuludu zuru.Tuludu, zuru.Aquel cero marcó mi trayectoria como pésimo estudiante de árabe durante toda la carrera.Fue la última asignatura que aprobé de la licenciatura, y gracias a la benevolencia y transigencia de la mujer del profesor Presedo Velo( gran profesor del que mucha Historia antigua aprendí ) a cuyas clases de árabe me acogí, presentándome al exámen de Junio, que hice fatal.Recuerdo que se llamaba María Eugenia, pero no el apellido.Convencido de que jamás iba a aprobar la asignatura que me quedaba para terminar la carrera, decidí cortar por lo sano y afrontar el problema con sinceridad rayana en osadía.Llamé a la puerta del despacho de la profesora de árabe y le conté la verdadera historia de la conquista de mi aprobado( creo que fue un notable)fraudulento en el primer curso de árabe.Le comenté que era la única asignatura que me quedaba y el porqué la había elegido. El exámen,que no quise ni ver , estaba muy mal, pero doña María Eugenia,ante mi sinceridad, me aprobó.
Poco tiempo después, ejerciendo mi profesión ya en Cádiz,llegó a oídos del señor Karim que yo daba clases en la Escuela Normal Josefina Pascual, y le comentó a un amigo:¿ Pero Tuludu terminó?.Nunca tuve con él mala relación, pero lo único que sé decir en árabe es : Un hombre se comió un plátano.Exculpo por completo al señor Gamal-Abdel-Karim y me autoinculpo de mi " casi" absoluto desconocimiento de la Lengua árabe.Valga como contrapeso que nunca más me pasó por la cabeza copiar en los exámenes de la carrera.Fui un estudiante irregular, pero, salvo la pequeña mácula comentada,honrado. Cuando no me había preparado las asignaturas, no me presentaba. Sin más.El levante sigue soplando con fuerza.Un día almorcé con Abdel-Karim, en Cadiz,y nos reimos. Hace muchos años.Es probable que no se acuerde del almuerzo. Es probable que se acuerde de mí.Los profesores nos solemos acordar de los alumnos muy buenos y de los muy malos.Entre estos estaba yo, con razón, para el profesor de árabe.
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