Alicia Plaza y Marisol Pascual fueron dos señoritas catedráticas longevas.Nacidas con el sello de la enseñanza grabado en sus corazones,son dos pilares de la enseñanza en Cádiz desde "su" Escuela Normal,donde casi vivían.En ella pasaban sus horas siemprevivas con dedicación exclusiva.Se alternaban en su dirección como quien cambia las marchas de los coches.No recuerdo quién de las dos ejercía la dirección cuando me incorporé, como novato profesor, allá por el curso 1975-76,creo recordar.La fecha es lo de menos.Lo de más y mucho más son ellas.Una con su castellanismo leonés y otra con su gaditanismo de raíces levantinas son dos instituciones en el Magisterio de Cádiz.
A mediodía, unos buenos amigos me llamaron.Había quedado vacante,por muerte accidental de un joven profesor,una plaza de profesor de Historia en la Escuela Normal.De inmediato me puse al volante de mi pequeño Renault y enfilé la Palmera con dirección a Cádiz.Hora y media después aparcaba en el Hotel Atlántico,a dos pasos de la Escuela.Serían las cuatro de la tarde cuando atravesé el dintel de la puerta de entrada.Un bedel,tocayo,me acompañó a la dirección.Hablamos.Alicia,como catedrática de Historia llevó la batuta de la conversación en la que,con frecuencia, intervenía Marisol.Aquella charla significó el inicio de una relación respetuosa que se prolongaría de por vida.Salí bien impresionado.Después supe que se presentaron a la vacante otras personas.Decidieron elegirme.Empezó, así,mi vida profesional y mi amistad con Alicia y Marisol,cuyos dichos y hechos siguen estando presentes y lo estarán mientras yo viva.Mi agradecimiento es vitalicio,al igual que el que siento por otros compañeros y amigos de la Universidad de Cádiz.
Alicia era recia, seria,con menos chispa intelectual que Marisol pero con la misma inteligencia y clarividencia.Inteligencias distintas pero que brillaban en sus palabras y acciones.Aún recuerdo cuando se le impuso a Alicia la medalla de oro de la Universidad de Cádiz.Un profesor le dijo que siempre había sabido estar en el mismo sitio.Ella,con sutileza,al hacer uso de la palabra, comentó que siempre estaba en el mismo sitio pero en continuo movimiento. Como el mar y las olas.Improvisación genial ante lo que se podía interpretar como una fina y velada crítica a sus planteamientos políticos. Los mismos que los de Marisol.Congruentes fueron con ellos hasta la tumba.La verdadera libertad está en respetar cualquier ideología la compartamos o no.Marisol sería distinguida,con absoluta justicia,con la misma medalla de oro.En sus casos lo real coincide,con equidad, con lo oficial; si bien no siempre las cosas son así.Sus vidas dan para escribir más, mucho más.Sus obras también.Prometo, no escribir una novela porque talento me falta,pero sí más cosas sobre sus hazañas didácticas y personales.Valgan estas pocas letras como inicio y homenaje personal que tendrá continuación.
A mediodía, unos buenos amigos me llamaron.Había quedado vacante,por muerte accidental de un joven profesor,una plaza de profesor de Historia en la Escuela Normal.De inmediato me puse al volante de mi pequeño Renault y enfilé la Palmera con dirección a Cádiz.Hora y media después aparcaba en el Hotel Atlántico,a dos pasos de la Escuela.Serían las cuatro de la tarde cuando atravesé el dintel de la puerta de entrada.Un bedel,tocayo,me acompañó a la dirección.Hablamos.Alicia,como catedrática de Historia llevó la batuta de la conversación en la que,con frecuencia, intervenía Marisol.Aquella charla significó el inicio de una relación respetuosa que se prolongaría de por vida.Salí bien impresionado.Después supe que se presentaron a la vacante otras personas.Decidieron elegirme.Empezó, así,mi vida profesional y mi amistad con Alicia y Marisol,cuyos dichos y hechos siguen estando presentes y lo estarán mientras yo viva.Mi agradecimiento es vitalicio,al igual que el que siento por otros compañeros y amigos de la Universidad de Cádiz.
Alicia era recia, seria,con menos chispa intelectual que Marisol pero con la misma inteligencia y clarividencia.Inteligencias distintas pero que brillaban en sus palabras y acciones.Aún recuerdo cuando se le impuso a Alicia la medalla de oro de la Universidad de Cádiz.Un profesor le dijo que siempre había sabido estar en el mismo sitio.Ella,con sutileza,al hacer uso de la palabra, comentó que siempre estaba en el mismo sitio pero en continuo movimiento. Como el mar y las olas.Improvisación genial ante lo que se podía interpretar como una fina y velada crítica a sus planteamientos políticos. Los mismos que los de Marisol.Congruentes fueron con ellos hasta la tumba.La verdadera libertad está en respetar cualquier ideología la compartamos o no.Marisol sería distinguida,con absoluta justicia,con la misma medalla de oro.En sus casos lo real coincide,con equidad, con lo oficial; si bien no siempre las cosas son así.Sus vidas dan para escribir más, mucho más.Sus obras también.Prometo, no escribir una novela porque talento me falta,pero sí más cosas sobre sus hazañas didácticas y personales.Valgan estas pocas letras como inicio y homenaje personal que tendrá continuación.
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