Don Hugo De la Guerra y de la Paz a los hombres de buena voluntad, el director de LA VOZ DEL ENEMIGO, periódico que me permite pasar los días y los trabajos con deshaogo, ha logrado, tras ímprobos cual fructíferos esfuerzos físicos y mentales, que el Presidente Barack Obama, el negro de la Casa Blanca, me de hora para la entrega, en manos negras, de la carta, en sobre lacrado, que Osama Bin Láden me entregó. La carta de Osama para Obama. Una letra distingue al remitente del destinatorio, leve diferencia gráfica pero gruesa en pareceres y opiniones. Autor y receptor de semejantes colores epidérmicos. Aceitunado el de Osama. Negruzco propio de mestizaje el del presidente estadounidense.
Vuelvo a volar, y como Mercurio el de alados pies emprendo mi vuelo, ahora, desde el aeropuerto barcelonés , El Prat, hasta el de Washington, el Ronald Reagan. Lo hago cuando está a punto de hacer acto de presencia la de rosados dedos, La Aurora. Cuando llega, sobrevuelo montes y cimas del Sistema Ibérico y distingo el cauce del río Ebro, tan ibérico como el jamón que le llevo,comprado con dinero de mi bolsillo, al Presidente Obama Me presentaré con un jamón de cinco jotas bajo un brazo y un pan hecho en horno de leña bajo el otro. Intentaré que no se caigan cuando la carta entregue; aunque no son productos frágiles pero sí sabrosos, sería de mal efecto. Una mala presentación que desdeciría de periódico y periodista, de mi querida Andalucía y España, País Vasco y Cataluña incluídos.
A don Hugo le ha costado Dios y ayuda, Mahoma decidió echarle una mano a Jesucristo el nuestro, encontrar un hueco en la rellena agenda de Barack. La perseverancia obtuvo frutos y aquí estoy, de nuevo, cruzando la Mar Océana, el charco colombino, por seguna vez en menos de un mes. ¡ Quién me iba a decir que, a la vejez viruelas, sería nauta , internauta y aeronauta !. Como sigamos así seré el primer periodista cosmonauta. Nunca podemos decir de este agua no beberé, por infecta que sea, ni a otro perro con ese hueso; el hueso epistolar y, probablemente moral que llevo para entregarle a un hombre. No a un perro como lo considera, creo, Bin.
Estaba la mar en calma, estaba la Luna crecida y el pasaje somnoliento, cuando la azafata empezó su contoneo entre los compañeros de viaje sacándolos de la modorra. Viste traje entallado, azul marino. Chaqueta sobre camisa blanca con pechera enjaretada y desabrochados los dos botones superiores que insinúan pechos turgentes y de medio tamaño, el perfecto, parecidos a los de mi mujer. Viste falda sobre medias rojas adaptadas, como tales, a unas bien torneadas piernas. Camina con donaire y dominio de la situación como si desfilara por la pasarela Gaudí o la Cibeles. Sabiéndose y sintiéndose guapa y bien plantada. Deseada por los hombres que sobrevuelan con ella el inmenso Atlántico, a los que les apetecería compartir con la azafata Mencía, así se llama, mesa, mantel y sábanas de cama y baño. Su bello nombre está en desuso. Su cuerpo para uso y no abuso de su pareja. Nada más. Mujer íntegra.
Tras aterrizar el aeroplano en su lugar adecuado del aeropuerto Reagan , un miembro de la Embajada española me conduce hacia la Casa Blanca donde vive el primer presidente negro de la Historia de los Estados Unidos, quien me recibe con afecto en su despacho oval, situado en la parte oeste de su lujoso domicilio. Tras preguntarme por el Rey don Juan Carlos y la Reina doña Sofía, lo hace sobre mi familia que no conoce pero le gustaría conocer ya que dice que detrás de todo gran hombre hay, siempre, una gran mujer y unos grandes hijos. Me siento halagado y doy las gracias tras preguntarle por la suya y, con cortesía, repetir sus palabras refiriéndome a él . No empezamos mal. No obstante, le respondo que no soy gran hombre ni por estatura ni por valores. Sólo un afortunado y anciano incipiente que ha tenido la suerte de entrevistar a Bin o Ben, no sé dónde. Lo único que tengo de grandeza es el apellido del que muy orgulloso me siento. Toledo es cuna de entendimiento de culturas distintas, algo así como un mirlo blanco en el bosque verde.
Sentados en sillones cómodos hemos dialogado en un castellano mediano en el que yo, por atención a Obama, he intercalado alguna que otra palabra en Lengua inglesa que a Obama le ha sido de difícil entendimiento. Diálogo, no monólogo, mientras venía el traductor de árabe, un rubio americano de San Francisco que hablaba nuestra Lengua con marcado acento mejicano.
Abierta la carta de Osama por Obama, el traductor empezó, en voz alta, su lectura, diciendo:
Por Alá el todopoderoso y el misericordioso, salud para el hombre más poderoso del mundo. El hombre mas poderoso con el que juego al escondite y gano. Al poker también le ganaría, señor Barack, o a cualquier otro juego con la baraja. Soy un hacha en juegos de mesa y de estrategia. Sé que usted lo sabe porque su nación, sea Presidente quien sea, me busca, y así se pasará la vida, y no me encuentra como me encontró don Wihelmus el periodista tardío.
Sepa usted y todo el que me busca que, durante mi época de fugitivo en la que aún me hallo y me hallaré de por vida, he asistido a la feria de abril de Sevilla, vestido a la europea, donde medio mundo va. Incluso fui a la Real Maestranza y vi torear a Morante y Manzanares formando terna con el valeroso Cid a quien tenía ganas de conocer. Me presentaron como Pepe Trueno y la cosa coló. El Cid torero me gustó por su arrojo y toreo poderoso y dominador. Manzanares y Morante por su arte con capa y muleta. De toros y de atentados entiendo de manera bárbara, como puede imaginarse y sabe por experiencia. Me refiero a los atentados. Esté atento que sigo contándole.
Asistí, con asiduidad, a los partidos del campeonato mundial de Sudáfrica, República en la que conocí a don Wilhelmus que hacía oficio de cronista del diario Veritas y me presentó a la bella Sara Carbonero, que me recordó a mi Fátima, mi mujer preferida entre todas las mi harén donde las hay para dar y regalar, pero a usted ni una. Ya sabe : Al enemigo ni agua.
Estuve en los sanfermines de Pampilona, la Iruña de los vascones, y corrí toros. Estuve y estuve en tantos sitios, en tantos.. Y veía a mi lado a sus agentes de la C.I.A y a agentes de sevicios secretos varios. Todos torpes como topos. Me he burlado de todos y seguiré burlándome de usted : ¿ Dónde sus tecnologías avanzadas y puntiagudas ? . Si jugásemos al veo, veo, nunca me verían. Al escondite, como estamos jugando, para qué decirle que no sepa. Todo habría que decirle y aún así no darían con mi paradero o paraderos. Tengo más aliados de los que creee. No todo el mundo comparte su globalización. Y que le pique un pollo señor Obama.
Estupefacto quedó Obama, el rubio de San Francisco, nombre de torero andaluz, y yo, de tan latino nombre y apellidos. Bin o Ben bien se ríe de los americanos del norte, republicanos o demócratas, y del otro medio mundo que lo busca y no lo encuentra y así se pasa la vida.
Desde el Estado de Ohio, justamente desde la ciudad norteamericana de Toledo, la ciudad de cristal y no pétrea como la nuestra, tan meseteña, manchega, castellana y española, Wilhelmus cumplió la misión encomendada por Bin. Ojalá, que quiere decir por Alá, Bin cumpla bien su promesa de no hacer más barbaridades si los americanos no le buscan las cosquillas. De ser así, mi granito de arena habré puesto en las dunas de la paz.
Vuelvo a volar, y como Mercurio el de alados pies emprendo mi vuelo, ahora, desde el aeropuerto barcelonés , El Prat, hasta el de Washington, el Ronald Reagan. Lo hago cuando está a punto de hacer acto de presencia la de rosados dedos, La Aurora. Cuando llega, sobrevuelo montes y cimas del Sistema Ibérico y distingo el cauce del río Ebro, tan ibérico como el jamón que le llevo,comprado con dinero de mi bolsillo, al Presidente Obama Me presentaré con un jamón de cinco jotas bajo un brazo y un pan hecho en horno de leña bajo el otro. Intentaré que no se caigan cuando la carta entregue; aunque no son productos frágiles pero sí sabrosos, sería de mal efecto. Una mala presentación que desdeciría de periódico y periodista, de mi querida Andalucía y España, País Vasco y Cataluña incluídos.
A don Hugo le ha costado Dios y ayuda, Mahoma decidió echarle una mano a Jesucristo el nuestro, encontrar un hueco en la rellena agenda de Barack. La perseverancia obtuvo frutos y aquí estoy, de nuevo, cruzando la Mar Océana, el charco colombino, por seguna vez en menos de un mes. ¡ Quién me iba a decir que, a la vejez viruelas, sería nauta , internauta y aeronauta !. Como sigamos así seré el primer periodista cosmonauta. Nunca podemos decir de este agua no beberé, por infecta que sea, ni a otro perro con ese hueso; el hueso epistolar y, probablemente moral que llevo para entregarle a un hombre. No a un perro como lo considera, creo, Bin.
Estaba la mar en calma, estaba la Luna crecida y el pasaje somnoliento, cuando la azafata empezó su contoneo entre los compañeros de viaje sacándolos de la modorra. Viste traje entallado, azul marino. Chaqueta sobre camisa blanca con pechera enjaretada y desabrochados los dos botones superiores que insinúan pechos turgentes y de medio tamaño, el perfecto, parecidos a los de mi mujer. Viste falda sobre medias rojas adaptadas, como tales, a unas bien torneadas piernas. Camina con donaire y dominio de la situación como si desfilara por la pasarela Gaudí o la Cibeles. Sabiéndose y sintiéndose guapa y bien plantada. Deseada por los hombres que sobrevuelan con ella el inmenso Atlántico, a los que les apetecería compartir con la azafata Mencía, así se llama, mesa, mantel y sábanas de cama y baño. Su bello nombre está en desuso. Su cuerpo para uso y no abuso de su pareja. Nada más. Mujer íntegra.
Tras aterrizar el aeroplano en su lugar adecuado del aeropuerto Reagan , un miembro de la Embajada española me conduce hacia la Casa Blanca donde vive el primer presidente negro de la Historia de los Estados Unidos, quien me recibe con afecto en su despacho oval, situado en la parte oeste de su lujoso domicilio. Tras preguntarme por el Rey don Juan Carlos y la Reina doña Sofía, lo hace sobre mi familia que no conoce pero le gustaría conocer ya que dice que detrás de todo gran hombre hay, siempre, una gran mujer y unos grandes hijos. Me siento halagado y doy las gracias tras preguntarle por la suya y, con cortesía, repetir sus palabras refiriéndome a él . No empezamos mal. No obstante, le respondo que no soy gran hombre ni por estatura ni por valores. Sólo un afortunado y anciano incipiente que ha tenido la suerte de entrevistar a Bin o Ben, no sé dónde. Lo único que tengo de grandeza es el apellido del que muy orgulloso me siento. Toledo es cuna de entendimiento de culturas distintas, algo así como un mirlo blanco en el bosque verde.
Sentados en sillones cómodos hemos dialogado en un castellano mediano en el que yo, por atención a Obama, he intercalado alguna que otra palabra en Lengua inglesa que a Obama le ha sido de difícil entendimiento. Diálogo, no monólogo, mientras venía el traductor de árabe, un rubio americano de San Francisco que hablaba nuestra Lengua con marcado acento mejicano.
Abierta la carta de Osama por Obama, el traductor empezó, en voz alta, su lectura, diciendo:
Por Alá el todopoderoso y el misericordioso, salud para el hombre más poderoso del mundo. El hombre mas poderoso con el que juego al escondite y gano. Al poker también le ganaría, señor Barack, o a cualquier otro juego con la baraja. Soy un hacha en juegos de mesa y de estrategia. Sé que usted lo sabe porque su nación, sea Presidente quien sea, me busca, y así se pasará la vida, y no me encuentra como me encontró don Wihelmus el periodista tardío.
Sepa usted y todo el que me busca que, durante mi época de fugitivo en la que aún me hallo y me hallaré de por vida, he asistido a la feria de abril de Sevilla, vestido a la europea, donde medio mundo va. Incluso fui a la Real Maestranza y vi torear a Morante y Manzanares formando terna con el valeroso Cid a quien tenía ganas de conocer. Me presentaron como Pepe Trueno y la cosa coló. El Cid torero me gustó por su arrojo y toreo poderoso y dominador. Manzanares y Morante por su arte con capa y muleta. De toros y de atentados entiendo de manera bárbara, como puede imaginarse y sabe por experiencia. Me refiero a los atentados. Esté atento que sigo contándole.
Asistí, con asiduidad, a los partidos del campeonato mundial de Sudáfrica, República en la que conocí a don Wilhelmus que hacía oficio de cronista del diario Veritas y me presentó a la bella Sara Carbonero, que me recordó a mi Fátima, mi mujer preferida entre todas las mi harén donde las hay para dar y regalar, pero a usted ni una. Ya sabe : Al enemigo ni agua.
Estuve en los sanfermines de Pampilona, la Iruña de los vascones, y corrí toros. Estuve y estuve en tantos sitios, en tantos.. Y veía a mi lado a sus agentes de la C.I.A y a agentes de sevicios secretos varios. Todos torpes como topos. Me he burlado de todos y seguiré burlándome de usted : ¿ Dónde sus tecnologías avanzadas y puntiagudas ? . Si jugásemos al veo, veo, nunca me verían. Al escondite, como estamos jugando, para qué decirle que no sepa. Todo habría que decirle y aún así no darían con mi paradero o paraderos. Tengo más aliados de los que creee. No todo el mundo comparte su globalización. Y que le pique un pollo señor Obama.
Estupefacto quedó Obama, el rubio de San Francisco, nombre de torero andaluz, y yo, de tan latino nombre y apellidos. Bin o Ben bien se ríe de los americanos del norte, republicanos o demócratas, y del otro medio mundo que lo busca y no lo encuentra y así se pasa la vida.
Desde el Estado de Ohio, justamente desde la ciudad norteamericana de Toledo, la ciudad de cristal y no pétrea como la nuestra, tan meseteña, manchega, castellana y española, Wilhelmus cumplió la misión encomendada por Bin. Ojalá, que quiere decir por Alá, Bin cumpla bien su promesa de no hacer más barbaridades si los americanos no le buscan las cosquillas. De ser así, mi granito de arena habré puesto en las dunas de la paz.
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