Así , y acompañados por el pasaje y la tripulación del avión , volvimos de la ciudad de los prerromanos parisi , antiguos pescadores en el río Sena cuando la ciudad gala se llamaba Lutecia , pero sin estrellarnos a pesar de la nocturnidad del vuelo. Nocturnidad sin alevosía en cuanto que el viaje fue ameno y fuimos muy bien atendidos por las azafatas tanto don Justo de la Justicia Grande , que aún estaba más grande y gordo por la medalla Michelín otorgada al buen yantar , al buen beber y al bien saber hacer las cosas en EL RECLAMO DEL GOURMET , como yo por la parte que me correspondía pero sin estar ni más gordo ni más grande ; cosa harto difícil dado el paso de las hojas del calendario y la caída de hojas de árboles y del pelo propio. ¡ Hay que ver los rizos flojos que adornaban mi testa de niño , de joven y de maduro y lo peloncete que estoy a día de hoy !. Cosas de la edad que hay que aceptar porque , a pesar de no quedarnos otra , de no hacerlo estamos equivocados de medio a medio y demostramos carencia absoluta de inteligencia y sensatez.
Es don Justo algo más joven que yo y mucho más alto y corpulento. En lo único que nos parecemos es en que ambos poseemos un semejante sentido de la justicia y en otras virtudes que no considero dignas de citar porque sería alabanza propia y esto está muy feo. Me cuesta soportar a las personas que se alaban y vanaglorian de sus cosas , sean las que sean , y se ponen moños como si no hubiesen tenido abuelas que les regalasen los oidos y sus vanidades; tan numerosas como dignas de huír a estampidas de ellas. Ni don Justo ni doña Justiniana su mujer , ni Justita , ni Ninette Nantes , ni Pepa Sevilla o cualquier otra señorita del servicio de EL RECLAMO DEL GOURMET , ni Godofrito Malagamba , Arturo Pérez , John Tames ni alguna otra persona de las que relación tenemos con el restaurante somos así . Ni así ni pesados ni extremistas salvo en el cumplimiento de nuestros deberes y obligaciones que todos cumplimos como debe hacerse antes de exigir nuestros derechos ante quién sea. Tal vez por esta forma de ser y de actuar se haya concedido a EL RECLAMO la medalla michelín que don Justo lleva muy bien envuelta en su envoltorio en su maletín de viaje y yo ; Wilhelmus , en mi corazón. Otras medallas extraoficiales ( como se sabe ) se me han concedido que solo, cuando es exclusivamente necesario porque el protocolo lo indica me cuelgo en mis solapas . En caso contrario , guardadas en casa en el arcón donde se guardan las cosas de interés , que algunas son y el buen paño, permanecen ajenas al paso de las noches y de los días. Ajenas al mundo de las vanidades al que tantos adoran.De forma excepcional y para calcular si el grado de estupidez de mis congéneres y sus capciosas preguntas era mayor o menor me las pinché , de forma alternativa , en las solapas de mis chaquetas. El grado era elevado . Propio del verano andaluz en el que estamos y que sufrimos. Ya llegará el invierno y bajarán las temperaturas. La de la estupidez mayoritaria de nuestros congéneres no creo que descienda.
1 comentario:
Querido Guillermo, ya hemos vuelto a Sevilla, pero seguimos acordándonos de vosotros y os enviamos un fuerte y cariñoso abrazo.
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