UNA ATENEA GLAUKOPIS GADITANA

En el curso 1984-1985,con diez años de experiencia como profesor,mi mujer fue alumna mía.Era una de las niñas monas del curso, en el que varias había.Fue un buen curso en cuanto a belleza de las alumnas y competencia y responsabilidad de sus miembros.Había gente de valía.Les expliqué Historia de la Edad Media, obligatoria, e Historia de América como optativa.Carmen ( imagen que tengo grabada en la memoria )me recordó a las actrices que acompañaban a Charlot en sus películas mudas, en las que sus expresivos ojos verdes o azules tenían que transmitir lo que,técnicamente, no podían hacer mediante la palabra.Su mirada inteligente, atenta a lo que, un nuevo profesor de aires chaplinescos,decía.A su lado,otra niña mona : Dolores Martínez Leal.Ya he dicho que era un curso de niñas monas, con encanto.Un curso de los mejores que tuve a lo largo de mi vida docente, y no lo digo porque terminara casándome con Carmen.Era el grupo de tarde.Algunas clases las explicaba cuando había anochecido.Aunque a la vista estuvieran varias monerías,el azar o mis dioses hicieron que las cosas se rodearan de manera que terminé enamorándome de Carmen.No salí con ella,ni lo hice con alumna alguna,hasta que terminó el curso y coincidimos, sin cita previa, en la playa.Creo que la cosa empezó la ebullición en el viaje de fin de curso.En el viaje por la ruta de los conquistadores extremeños.Al fin y al cabo por mis venas corre sangre de varios en cuanto descendiente de doña Sevilla López de Villalobos, abuela universal de toda la nobleza de Extremadura, según don Luis de Salazar y Castro en su obra : La Casa de Lara, capítulo XVIII.Carmen, que se reía un poco de mi atuendo, que le hacía gracia mi forma de vestir y explicar las asignaturas,comenzó a tener para mí algo muy especial.Empezó a ser mi GLAUKOPIS.Mi Atenea gaditana de mirada e inteligencia claras.Dice que aprendió de mi qué era una encomienda,un indio mitayo,las ordenanzas del Virrey don Francisco de Toledo, un cátaro,un orejón,un muladí, un mozárabe,un heterodoxo, un beguino y no sé cuantas cosas más.Yo aprendí de ella el verdadero amor, que es más importante.De su curso, plagado de personas ejemplares ,de gente responsable y competente,de maestros,las luces de la ilustración,el esfuerzo y la resposabilidad de los jóvenes.Perfeccioné,gracias a ellos,las maneras de enseñar.Carmen se reía de mis largas corbatas y de mis pantalones,ya por aquellos años pasados de moda, de pana y de campana.Al fin y al cabo yo pertenecía a la generación cantada por Ismael Serrano que dice : Papá cuéntame otra vez aquél cuento tan bonito de gendarmes y fascistas,de estudiantes con flequillos y dulce guerrilla urbana.En una de ellas participé, en la calle San Fernando de Sevilla, frente a la fachada principal de la Universidad ,aguantando la carga de la policia.De los grises, como se les decía.Me libré de milagro de ir a la comisaría.Mi metro sesenta y cinco de estatura me permitió esconderme tras el portalón de la casa.Los vi subir, como mamelucos, a la azotea del edificio. En la redada cogieron a muchos amigos.Yo, almorcé en casa. Ellos cenaron en la Comisaría de la Gavidia. Suerte tuve.La que tengo con tener a la Glaukopis gaditana a mi lado