En su edificio , rematado con magnífica cúpula sobre la que Apolo , triunfante como quien escribe , levanta hacia el cielo parisino su lira de oro , pronuncié la conferencia sobre mis recuerdos del viaje a Marte.
El todo París llenaba el numeroso aforo de la Ópera cuando , tras hacer mi presentación Arturo con su francés materno y paterno de su madre Pérez y de su padre Pérez , con su francés correcto y bello , bastante más que a día de hoy es el mío , me dio la palabra castellana en la que me dirigiría al exquisito público asistente. Entre él vi , en mi primera ojeada , a distintos miembros de la Academias francesas de mayor prestigio , a artistas de los distintos campos y a políticos destacados que se hallan al frente de la V República francesa. Y , en un palco preferente , a la señora Bruni , doña Carla , rodeada de amigas , ninguna tan salada como ellla aunque todas lo fuesen. Saladas y encantadoras como las francesas o afrancesadas suelen ser.Las mujeres francesas tienen charme para dar y regalar la vista y el oído , más cuando hablan castellano con su atractivo acento y se despojan de sus más interiores ropas para hacer el amor o cocinar desnudas. Unas maestras en el arte de Cupido y el culinario , dos artes con las que conquistan al primero que se les ponga entre ceja y ceja. No cejan hasta conseguirnos y lo logran. Son irresistibles las muy coquetonas. Que se lo digan al señor, Presidente, Sarkozy que mejor que yo lo sabrá. La mía , mi mujer , que en Cádiz está por motivos justificados lleva sangre francesa , por Lafont , por sus venas. Y para más , en este sentido , nació bajo el signo de Libra , el de las mujeres con un encanto especial. Sé lo que digo y porqué.
Tras el protocolo de rigor que finalicé con las palabras de madames et monsieurs , di comienzo a la disertación de la manera que sigue :
Recuerdos inolvidables me pasan por la mente desde que abandonamos la base de El Arenosillo hasta que volvimos a este planeta por las alturas de Himalaya y de Karakórum . Qué despegue del terruño al que llamamos Tierra de forma chauvinista. Qué forma de devorar las capas de la atmósfera y de la estratosfera a velocidades nunca experimentadas por mí. Qué emoción. Empero , ninguna , por fuertes que fuesen las anteriores, resultó comparable con nuestros primeros contactos con la superficie del planeta rojo y , sobre todo , cuando vimos a las mujeres cilindros , a las triangulares y a las redondas. Qué grotescas sus formas y las de la mayoría de ellas y de ellos. Los que más se acercaban a las nuestras , como en la exposición fotográfica de la Maestranza de Sevilla se pudo apreciar , eran unas mujeres planas por delante y por detrás , trípodes, y unos hombres calvos y bicéfalos que hacían pipí por sus axilas. De día por la derecha y de noche por la izquierda para que sus próstatas se dividiesen las labores mingitorias y de , muy mayores pués muy longevos son , sus próstatas estuviesen menos trabajadas que las nuestras , en evitación de mayores males. Son tan feos como sabios y en todo lo demuestran. Tan feos y sabios como buenos y en condiciones. No como nosotros, guapos pero más falsos que Judas y más materialistas que un canchal sin vida animal o vegetal. No les hizo falta hacer revolución alguna semejante a la francesa de 1789 ni semejante a alguna otra de las que en la Tierra hubo y , tal vez, habrá porque su sentido de la equidad , del trabajo y sus avanzados y simples planes de enseñanza , sin las grandes complicaciones ni el papeleo tonto que caracterizan a nuestros centros de enseñanza , no las creyeron necesarias. Con sus síes , noes y sinoes, algo que no tenemos en nuestros vocabularios , ni en el vascuence ni en el catalán existen, se las apañan más bien que la mar o la mar de bien.
Tras esta primera parte de mi conferencia , prodújose la primera interrupción de mi discurso con una ovación que hizo temblar los cimientos del monumental edificio. No sería la única interrupción plausible. Hasta ocho conté antes de poner fin a mis palabras a las que siguió una charla coloquio en la que destaco , entre otras , la interpelación recordatoria que me hizo doña Carla Bruni sobre el delicado tema de la congelación de mi pipí cuando el aire acondicionado se averió en el viaje de regreso. Le respondí con la delicadeza que acostumbro y merece afirmándole que , en un primer momento , quedé sorprendido por tan extraño fenómeno que más parecía prótesis añadida que orína acarambanada. Me regaló una de sus ensoñadoras sonrisas y le mandé recuerdos a su marido al tiempo que les daba la enhorabuena por el nacimiento de la criatura. Recordé , también , que mi primo José Joaquín Pineda , allí presente , en la nave y ahora en la Ópera, fue el encargado de arreglar la máquina del aire acondicionado , salvándonos de una muerte cierta por congelación de todos los miembros de los miembros del viaje. Él también se autosalvó. Gracias a él , hoy estamos en París y la vuelta al mundo nuestro puede continuar hasta que el señor Munch la siga subvencionando y llenemos los teatros.
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