THOMAS PADEL

Hay que tener valor , fe en uno mismo , en Dios y en todo para , como está la cosa ( que arde ) abrir un negocio en una callecita de Cádiz situada entre la tapia del antiguo y urbano cementerio y una de las venas ( si a algunas calles las llaman arterias yo , con tranquilidad de ánimo, puedo llamarlas así ) principales de la ciudad de la salada claridad a la que nuestro Rey Don Juan Carlos , errando en su discurso , llamó : tácita de plata. Hace ya tanto tiempo que don Juan Carlos se equivocó que, tal vez , no se acuerde. Aunque el error no tiene mayor importancia, yo , Señor , sí me acuerdo ; y eso que todavía vivía en Sevilla y aún no me había afincado en la , según dicen , más vieja ciudad de occidente. Abrir tienda nueva en tan antigua ciudad es un modernismo osado, dadas las circunstancias de LOS MERCADOS nuestros ogros. La osadía deja de parecerlo si tenemos un ratito libre , seamos aficionados y practicantes del padel o no , y nos acercamos al número tres de la calle Pereira. En el escaparate veremos un maniquí y tras el mostrador al dueño. En los anaqueles y y colgantes de la tienda , en perfecto orden y con la pulcritud a juego , los variados artículos relacionados con la práctica de deporte tan de moda. Él , tras ver lo que allí se ofrece y cómo, no tan osado propietario del lugar de cuyo nombre sí quiero acordarme ( THOMAS PADEL. TU TIENDA DE PADEL EN CÁDIZ) , atiende a la clientela con el cariño , dedicación y respeto con los que a todo el mundo habla ; con dedicación personal y exclusiva desde el momento en el que nos interesamos por algo de lo expuesto en el pequeño pero acogedor y mono local. Conozco muy bien a Antonio , padelista de buena pala y mejor corazón , e intuyo , me atrevería decir que sé , que la tienda pronto se le quedará chica. Vayan , pasen , vean y conozcan la tienda y al dueño. Saldrán encantados.