Eugenia : aún recuerdo mi niñez en la Habana y cómo , desde la azotea de mi casa , tan cerca de la plaza ,veía las torres de la iglesia de san Cristobal , en la que me bautizaron , y goletas , bergantines , faluchos , galeones , navíos y tantos y tantos barcos fondeados en el puerto , rodeados de gaviotas cuyos estridentes graznidos llegaban hasta mis oídos , amedrentándome. Más allá las murallas del Morro y la fortaleza de la Cabaña vigilaban cualquier intento de embarcación sin cédula por acceder a la bocana del puerto.
Siempre fue la ciudad ansíada por ingleses , franceses , holandeses... que tantos daños nos han causado. Reconocía las distintas banderas que mi padre , a Antonio y a mí , nos había enseñado a distinguir en un cuadernillo francés , orlado con flores de lis , en el que aparecían , coloreadas , todas las banderas , grímpolas y gallardetes. Propedéuticos conocimientos que nos permitían , ya por aquellos lejanos años , diferenciar los barcos de guerra de los mercantes y a éstos de los que no lo eran.
Muestro padre nos inculcó pronto que deberíamos servir al Rey de España y , con preferencia , en el mar , como él. Convencido estaba de que quien lo dominara , sería el amo del mundo....
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