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EL BLOG DE GUILLERMO ÁLVAREZ DE TOLEDO PINEDA. Blog independiente y de temas multicolores. Entre ellos , el tema estrella : Historia de los Álvarez de Toledo Golfín. Etiquetas temáticas en la parte inferior y lateral con las gracias por entrar y leerme.Unas gotitas de humor no van mal en la cazuela de la VERDAD y mucho pueden decir.

jueves, 27 de mayo de 2010

ARS MORIENDI

Corría el verano sevillano del año 1966 0 1967.Sonó el teléfono y la voz de un amigo me dijo : El padre de X ha muerto.Estaba sólo en su oficina.X , al retrasarse la hora habitual de su llegada a casa y no responder al teléfono,se ha acercado al gabinete.Al no abrirle,ha entrado por el tragaluz de la parte superior de la puerta y se lo ha encontrado en la bañera.Procura traerte el coche y ven en cuanto puedas.Mientras conducía mi R-8 azul marino por las calles de Sevilla en dirección a aquella oficina que yo llamaba,imitando el título de una sección de la Codorniz,la oficina siniestra por el caos que en ella se respiraba,pensaba en la vida bohemia del padre de mi gran amigo .Aparqué en la puerta.Subí en el ascensor hasta el tercer piso.Allí estaban mis amigos,impresionados. X,agilísimo como siempre,con más recursos que Ulises, había logrado romper el cristal del tragaluz,sin producirse el mínimo rasguño,y penetrar en la oficina, cerrada con llave.Lo encontré tranquilo.Más que a otros.Lo abracé.¿ Te has traido el coche, Guillermo ?. Si claro.Conozco el plan.
Bajamos,venciendo las dificultades que un peso muerto plantea, deslizándolo por el pasamanos de la escalera, marineando.Al llegar a la entrada,habiendo estado el padre de X varias veces a punto de precipitarse por el hueco de la escalera, lo que hubiese complicado aún más la fúnebre operación, caímos en la necesidad de hacernos de una silla y sentarlo en ella para trasladarlo, en mi coche, a su casa. Ni hubo caída, que hubiese supuesto heridas requetemortales y las complicaciones legales subsiguientes,ni nos cruzamos con nadie en los distintos tramos de la escalera.Una silla hacía falta con urgencia.Nuestro amigo P cogió una de la terraza del bar próximo y sentamos al cadaver.Aunque hombre enjuto,costó lo indecible introducirlo en el coche.Un muerto pesa como un muerto.Tiene una bajada de tensión,le dije al camarero que vió la escena.Apoyado en la parte posterior del coche,entre los brazos de su hijo y la puerta derecha,cuatro jóvenes y un hombre maduro muerto,atravesamos Sevilla en dirección al barrio de los Remedios,donde X vivía.Serían las cuatro de la tarde y el domingo caluroso dejaba casi desiertas las calles.Menos mal.No obstante,en un semáforo,un taxista nos miró con descaro y me temí lo peor.Yo sabía que trasladar de aquella forma un cadaver era algo ilegal,penado,pero se trataba del padre de un gran amigo y los amigos están para todo.Mirando por el espejo del retrovisor vi, al tomar una curva, que la cabeza del padre de X se tambaleaba de un lado a otro y su cuerpo se escurría hacia abajo estando a punto de caerse del asiento.Con nervios de acero e irresponasabilidad propia de la edad, detuve el coche y ayudé a recolocar el cadaver de forma correcta, sentadito como Dios manda.Aún faltaba superar el último escollo de la transgresión de la ley.Llevar el cadaver hasta el octavo piso de una casa de la calle Virgen de Luján.Mientras P y M iban por otra silla para subirlo en el ascensor,no era cuestión de subirlo por el pasamanos,como lo habíamos bajado,X simulaba mantener una conversación con su padre. Me vinieron a la cabeza las Coplas de Jorge Manrique a la muerte de su padre pero llenas de ripios.X era y sigue siendo ocurrente y con gracia.De rapidísimos reflejos mentales al que,a pesar de lo trágico y peligroso del momento,no molestaron mis carcajadas.Un hombre pasó cerca del coche.Lo último que pudo pensar fue que de las tres personas que estaban en el coche,una estuviera sin vida.P y M trajeron la silla.Lo volvimos a sentar y,entre los cuatro,lo acercamos al ascensor.Una señora, amiga de la familia,preguntó.Se ha mareado:no es nada,gracias, dijo X. Qué mala cara tiene el pobre, comentó la señora.Subimos y lo colocamos en la cama.Si la policia nos hubiese detenido, creo que la cosa se hubiese complicado. En el velatorio,las sonrisas, más o menos contenidas,alternaban con las lágrimas de los dolientes.El entierro fue absolutamente normal. El padre de X llegó al cementerio en coche fúnebre y fue conducido a su sepultura seguido por sus mujer , hijos y transportistas.Entre ellos estaba yo,transgresor de la ley humana, no de la divina.X aún me está agradecido.A mi y a sus amigos colaboradores en la farsa.Rezamos por su eterno descanso y que,por escalera o ascensor, subiese al cielo.
Tardé mucho tiempo en comentar el suceso con mis padres.En un viaje a Osuna,le dije a mi madre:donde vas sentada se sentó un muerto.Conté la historia que, a mi padre,no le hizo gracia.Insensato,comentó sin más.

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