DESDE GRAZALEMA CON AMOR Y FANTASÍA.

Hace una tarde propia de la estación que acaba de empezar. Otoño bellísimo el de Grazalema y sus montañas de alrededor que es el lugar en que estamos y desde el que , no muy a lo lejos , diviso el Torreón , el pico más alto de la serranía grazalemeña. Huele a tierra mojada , y más mojada que estará mañana cuando el cielo diga allá va agua , que es uno de los primeros olores que recuerdo de mi niñez. Uno de los primeros olores del campo en el que temporadas pasaba en los cerros de Osuna cuando aún ignoraba  los caminos por los  que discurriría mi vida y otras muchas cosas que los años nos van enseñando si tenemos capacidad de aprendizaje.  Hay neblina , bruma , en la cima y laderas de los montes que nos rodean y nos abrazan con el mismo mimo y cariño con el que contemplamos , admirándolo , el paisaje de  la sierra de Grazalema. Con el mimo con los que nuestras miradas , sentados a  la puerta de la casa , abrazamos el atardecer y nos dejamos abrazar por él. Queremos a las montañas de estas serranías como la Tierra quiso al Sol desde siempre. Recuerdo días de lluvias torrenciales en los que , con nuestros hijos , siendo aún pequeños , el agua nos impedía casi salir al porche de aquella casita perdida entre montañas   que tanto añoramos Carmen-carminis y yo. Como mucho , solo podíamos sentarnos con ellos ; Carmencita y Guillermete como yo les decía y a veces sigo diciendo cuando a ellos me refiero , en el sadinel ; y ver cómo los aguaceros , interrumpidos momentaneamente , volvían a amenazarnos desde la nubes pardas preñadas de aguas y más aguas , multíparas del elemento  que da la vida  . Cuando Dios volvía a decir allá va más agua , nos sentábamos en torno a la chimenea y jugábamos con ellos o mirábamos cómo jugaban . Guardamos fotos de ellos , vestidos de campurreños , en la puerta de aquella casita en la que , amarrado y en su cobertizo , había un mastín llamado Edi al que visitábamos cuando el tiempo no lo impedía y le echábamos de comer. Fue el primer gran perro que ellos veían en sus aún escasos años , tres y uno por parte y parte según recuerdo. Tiempos pasados sobre las mismas tierras , campos , montes y nubes desaguaderas que mañana no serán las mismas  , como mujeres que son , y que cuando rompan aguas    fructificarán las tierras.. Ni los hombres, cuando son padres , siguen siendo los mismos . Los mismos que visten y calzan y pasean por los montes de Grazalema aprovechando que don Justo de la Justicia Grande   ha dado vacaciones como me las ha dado a mí , Wilhelmus  , quien  escribe esto , desde lugar del que siempre querré  acordarme  , con pan en la mesa , amor hacia Carmen-carminis y fantasia que no es invención , sino recuerdos  . Recuerdos de años vividos con sentimiento y paz propia  del paisaje  ante el que vuelvo a extasiarme  abrazando a mi muejer en medio de la naturaleza  y  de las montañas  queridas de Grazalema. Aquí permaneceremos unos días  , con  permiso de la autoridad y si el tiempo no lo impide , en amor y compaña.