Decir que el título de la entrada es copia del de una novela de Julio Verne , leída por el escribidor en horas de juventud sevillana , publicada por primera vez a fines de 1864 , es tan cierto como que dos y dos suman cuatro. Tanto como decir que no me acuerdo de casi nada de la novela pero que , también en años de juventud , vi una película que se había hecho sobre ella.
Leo , ahora , que se han descubierto , a 660 kilómetros de profundidad en nuestro planeta Tierra , unas montañas gigantescas. Sobre este descubrimiento , ya efectuado con anterioridad por una expedición española que viajó al centro del planeta y de la que participé , gira esta entrada.
Corría el año 1971 , aún en vida de Franco , cuando me enrolé en la expedición comandada por sabios profesores de cuyos nombres no puedo acordarme. Recuerdo , esto sí , que entramos en las entrañas de la Tierra por una sima de las muchas existentes en la provincia de Cádiz y que , aunque no penetrásemos de ocultis , tampoco , como mi viaje a Marte , fue de gran cubrimiento por parte de la prensa ,de la radio y de la televisión.
Como a los descubrimientos españoles , salvo el de América a veces , apenas se les da importancia , no hay constancia de nuestros hallazgos en lo más profundo de la Tierra . Se les presta atención a los viajes interplanetarios y cósmicos que no sean el que mi primo José Joaquín Pineda , Arturo Pérez y el mismo relator que relata organizó . A los que tienen como fin estudiar el interior del planeta , no , o al menos , no hasta ahora .
La NASA estudia el cosmos y la probabilidad de llegar a otros planetas del sistema solar , pero poco hace por el estudio del interior de la Tierra . Lo que sea salir de ella sí ; pero lo que trate de penetrar en ella , no. Al menos es lo que me parece .
Tal vez por ello llegue a comprender más su desconocimiento e ignorancia del que hicimos entrando por una sima de la provincia de Cádiz , que su desconocimiento del que hicimos al planeta rojo , a Marte , y de las amistades que en él hicimos. Rosita Rojo es prueba de lo que digo.
Paso , sin mayor dilación , a hablar de las peripecias que nos acontecieron en nuestro viaje español al centro de nuestro planeta Tierra.
Lo primero que nos sorprendió fue , nada más perder de vista el último rayo de Sol que penetraba por la grieta de la gruta y sumirnos en la más completa obscuridad , observar , con nuestras luces , la variada flora y fauna que aparecía ante nuestros obnubilados ojos. Rosas , nardos y otras flores olorosas se toparon con nuestra vista y nuestro olfato sin causarnos daño alguno . Ilesos , a pesar de los topetazos , continuamos la marcha como si tal cosa no hubiese ocurrido y , a renglón seguido , apareció ante nuestras vistas un mar de nubes que no sabíamos las montañas de las que podían venir ni las que podían ocultar. Cuando las nubes se disiparon , se pudo observar la magnitud y altura de las cimas de los montes y lagos interiores entre ellos. Ni cortos ni perezosos nos empleamos en la construcción de barcas con los materiales que transportábamos y , con los remos , atravesamos la superficie de aquellas aguas heladas bogando sin parar .El planeta Tierra estaba , no había duda , hueco.
Se trataba de la primera constatación de la oquedad profunda del planeta Tierra y de la existencia , en su interior , de altísimas montañas parecidas a las que existían en zonas montañosas de su superficie.
A los siete días de marcha por intrincados caminos , llegamos a una ciudad muy poblada por seres que nos acogieron muy bien y nos transportaron, el director - jefe de la expedición a la cabeza , a una amplia estancia en la que luces , al parecer de neón , la iluminaban. Nadie parecía haber pero , de pronto , una comitiva salió por la parte trasera , repito que de improviso , y se dirigió a la parte delantera del salón . Un individuo semejante en cuerpo a nosotros , todos los que aparecieron lo eran, nos dirigió las siguientes palabras que , literalmente , expongo y que como de bienvenida pueden tomarse :
Acabáis de llegar al mundo hipoterráqueo al que durante milenios y milenios habéis ignorado a pesar de las continuas señales que os hemos enviado . Vivís en la superficie del planeta gracias a nosotros y habéis mostrado una ignorancia supina sobre todo lo que teníais tan cerca . Múltiples entradas a nuestro mundo hipoterrestre hay en superficie , pero solo algunas expediciones vuestras se nos han acercado sin llegar a entablar conversaciones por parte y parte . Así os va y os irá , se permitió comentar en tono amenazante para proseguir su discurso con las siguientes palabras.
El mundo de vosotros , a quienes llamamos hiperterrestres o hiperterrícolas , es un calco del nuestro. Tenemos nuestros continentes con dos pequeñas diferencias con respecto a los vuestros: los nuestros son anteriores en el tiempo . Las mismas cadenas montañosas , los mismos mares, idénticos ríos y los mismos desiertos los accidentan y los surcan . Somos tan terrestres como vosotros aunque nosotros habitemos en las profundidades y vosotros en la superficie del planeta Tierra. Ya que he descrito una de las dos diferencias , voy a hacerlo sobre la otra .
No tenemos , ni hemos tenido jamás , las rencillas y guerras que os caracterizan ; y , por tanto , las injusticias derivadas de ellas. Somos pacíficos por naturaleza y entre nosotros no existen envidias ni rencores. Somos más parecidos a los habitantes del planeta rojo , tal un miembro de la expedición o viaje al centro de la Tierra constatará en años venideros , que a vosotros.
Me extrañó algo en las palabras de quien hacía uso de ellas y ello fue la facultad o potestad de adivinar el futuro . Tal vez en esto radicara su superioridad manifiesta .
Doy por terminada , por ahora , la memoria del viaje en el que participé porque extenderme más pudiera ser signo de pesadez y no es mi intención ponerme pesado ya que aburriría al posible lector . No obstante , seguiré relatando peripecias de lo que nos aconteció en la ida al centro de la Tierra. Se puede aprender del pacifismo de los hipoterrestres o hipoterrícolas y extraer consecuencias de él y de ellos que tan semejantes , corporalmente , son a nosotros. En otros parámetros, como puedan ser los espirituales , no presentan parecido alguno. Ellos lo saben en cuanto que constancia de las barbaridades que hemos cometido y seguimos cometiendo tienen . Nosotros los hemos ignorado siempre hasta que se organizó , en 1971 , el Viaje al Centro de la Tierra que narro y en el que participé. De no ser así , no lo podría contar .
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