Además de las que , como anécdota que recuerdo recojo aquí , escuchábamos todas las que don Juan decía con curiosidad , admiración y respeto. Conocíamos la trayectoria de Carriazo como historiador y como catedrático de la hispalense y , deslumbrados por el saber que sus explicaciones desprendían , su alumnado llenaba hasta la bandera el aula magna de la facultad de filosofía y letras de la universidad de Sevilla . Hago referencia a años finales de la década de los sesenta del pasado siglo XX cuando el escribidor comenzaba sus estudios universitarios en el edificio que había sido antigua fábrica de tabacos de la ciudad.
Don Juan explicaba sus lecciones magistrales de pie. No lo recuerdo sentado pero sí , a veces , cuando llovía en Sevilla , apoyándose , sin necesidad , en su paraguas.
Paseaba por la tarima del encerado de un lado a otro vestido con elegancia. Serio , riguroso , educado , lo que soltó explicando el origen del califato de Córdoba nos cogió por sorpresa . Tal vez aquel día , de manera excepcional , estuviese sentado. Puede ser así . El asunto es que explicándonos la sangre vascona que corría por las venas de aquel omeya primer califa de Córdoba , nos dijo :
"ABDERRAMÁN III ERA RUBIO BAJITO Y DE OJOS AZULES . EN LAS AUDIENCIAS SE SENTABA EN SU TRONO COLOCANDO EN EL ASIENTO DEL MISMO UN COJÍN. SOBRE ESTE COJÍN COLOCABA OTRO COJÍN Y SOBRE ESTE SEGUNDO COJÍN COLOCABA OTRO TERCER COJÍN. SOBRE LOS COJINES PONÍA SUS COJONES "
Don Juan , en aquellas fechas próximas a su jubilación , se conservaba muy bien de cuerpo y , era evidente , de cabeza. Alto , espigado , con buena facha y buena voz calculo que su edad se acercaría a los setenta cuando nos contó la costumbre de Abderramán intentado aparentar ser más alto y , es probable , imponer mayor respeto a sus súbditos o a las embajadas de los reinos cristianos del norte . Creo recordar que , como sus piernas no le llegabn al suelo al estar sentado en tantos cojines , se echaba una manta sobre ellas para ocultar su cortedad.. Don Juan tendría entonces unos cuatro o cinco años más de los que yo tengo a día de hoy. El califa Abderramán III más de mil. Con exactitud , mil ciento veintitres. Tras más de un milenio haber tenido las piernas , en vida, más cortas o más largas ya es lo de menos.
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