Para preguntarle cómo estaban tras el terremoto de Albacete y , ya que suponía que bien pues sabía que no había habido daños personales y escasos materiales , si lo habían notado mucho , poco o nada. Téngase presente que José Joaquín Pineda es primo hermano del escribidor y colaborador con condiciones en la empresa MESAS REDONDAS y , en cuanto tal , está invitado al almuerzo campero y campestre que Pepe Ícaro piensa hacer en su finquita por lo agradecido que está y lo mucho que le gustaron las mesas rectangulares que la empresa le hizo para su jardín que no es el de don Perlimplín ni Belisa estará en él ; sino el don José Icaro y de las Nubes y al que , como acabo de escribir , estamos invitados cuando el tiempo no lo impida. Por tanto , ni el jardín es el de don Perlimplín , sino de Pepe , ni Belisa estará en él como en la tragicomedia pequeñita de don Federico García Lorca . Estaremos el señor Ícaro , paracaidista volador entre su segundo apellido excepto en días despejados , su mujer y los consabidos , por otras entradas , amigos y amigas .
Para mayor coincidencia y afición a volar alto , el padre de Pepe Ícaro se llamaba , murió en un accidente aéreo hace tiempo , don Dédalo y era arquitecto . Parece mentira la forma en la que la Historia se repite aunque nada aprendamos de ella y de casi nada . Sin ser esto lo de menos , sí quiero volver a llamar a José Joaquín Pineda quien , tal vez , esté en su casa de Osuna o en uno de los múltiples viajes que realiza con su mujer : Mari Casti , por el extenso mundo. En el primer caso no tendré problemas en hablar con ellos , ella y él . En el otro y sabiendo que al no estar en Madrid nada pudieron notar en lo referente al terremoto de Albacete , los llamaré al teléfono móvil , por curiosidad, para saber por dónde andan. Si en este lado del charco o en el otro. Recuerdo que un día no lejano ( estábamos en Vejer de la Frontera ) les hablé de El Perú y pudiera ser que en Machu-Picchu estuviesen con la sanas intenciones de conocer , in situ , aquellas interesantísimas culturas y piedras andinas y ponerse al tanto de las alturas que del gusto son de Pepe Ícaro y mías ( todo un detalle ). Alturas geográficas que Ícaro sobrepasa y sobrevuela con maestría excepto cuando aterrizó aquel mediodía en la terraza de casa cuando se lanzaba , en su paracaídas , sobre la playa baja y de arenas finas de la Victoria de Cádiz. En aquel momento y circunstancia inesperada comenzó nuestra amistad que , tal las que se entablan con sinceridad , continúa. Los vínculos de sangre nos vienen dados . Los amigos de verdad se eligen y si la verdad es tan cierta como en un principio pareció , perduran a lo largo de nuestras vidas.
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