Al terminar el acto de imposición , la comitiva marchó hacia el subibaja que nos descendería hasta la región hipomartense. . Llaman , ellos , subibajas a nuestros ascensores. Mediante este concepto , mucho más acertado y preciso que el utilizado en la Tierra donde llamamos ascensor a lo que sube y baja con reiteración , lo que no deja de ser un contrasentido más de los incontables por los que nos dejamos llevar sin preguntarnos nunca el porqué , pues a nuestros ascensores solo debiéramos llamarlos así , si pensásemos y hablásemos con propiedad , cuando suben y descensores cuando bajan o , de forma más exacta en cuanto a los servicios que prestan : SUBIBAJAS como en Marte.
La comitiva la formábamos los terrícolas consabidos más Rosita Rojo , los primos Martini , Martinica Martínez , azafata de nuestra visita , Marciano Marcial y el subsecretario del ministerio de asuntos exteriores : el señor Martinelli , de ancestral origen italiano pero tan martense como el primero. Todos , a medida que íbamos adentrándonos en el interior , en las tripas de Marte , podíamos observar , tras los cristales de alegres ventanales , cómo la humedad ambiente iba transformando el erial de hipermarte en el vergel de la parte del planeta rojo que no han podido retratar los sofisticados aparatos fotográficos que los ilusos terrícolas envían creyéndose que así conocerán mejor y sabrán más del planeta rojo. Otro error de bulto propiciado por la soberbia humana que no tiene fin. Ellos saben mucho más de nosotros que viceversa y de aquí que propugnen y defiendan la paz por todos los astros y planetas que pueblan la Creación. Hacen la paz y no la guerra como nosotros la hacemos sin descanso utilizando unos medios u otros pero todos destructivos como los que la crisis-Cosa pone en práctica . El vergel , a medida que íbamos descendiendo más y más hasta las entrañas del planeta , fue transformándose , como yo recordaba , en selva amazónica poblada por monos tan patilargos como rabilargos y aves emisoras de sonidos estridentes que volaban a cuatro alas.
La impresión que los parajes atravesados produjo en Ninette y en Carmen-carminis , nuestras parejas , fue morrocotuda como a Arturo y a mí nos lo hicieron saber antes de finalizar el descenso y abandonar el subibaja para , tras andar unos cincuenta metros , llegar a las puertas del restaurante en el que se nos agasajaría cuyo nombre lucía con luz artificial , natural y propia en el monumetal frontispicio : EL HALCÓN MARTÉS.Apelativo que nos trajo a la memoria , a la delegación española , la famosa película de John Huston , cuyo cuerpo aparecía disecado ( el del halcón , no el de Huston ) pero que yuyu provocaba por su deteriorado estado que no le hacía perder misterio sino todo lo contrario.
Toda sensación de miedo o mareo terminó cuando nos aposentaron en sillas de santa Teresa , tan españolas, y el mantel rojo y gualdo , combinando los colores a la manera de bandera española , fue siendo ocupado por los más ricos manjares hipermartenses a los que nadie hizo ascos sino alabanzas por los gratos sabores paladeados . Si el condumio fue típico de la parte interior o baja , hipomartense , del planeta anfitrión , los excelentes vinos fueron españoles y franceses , en atención a Ninette , a Arturo y a nosotros. Tras los postres hubo escocés a punta pala como un castizo diría y , ya algo achispados , fumamos en pipas de paz y bailamos danzas regionales típicas españolas de las que fomentaba la sección femenina cuando yo era muy niño.
En el baile fue donde se observó , por todos , que Arturo , más que achispado , lo que tenía era una pítima de campeonato encima. En la sardana y en la jota se defendió , pero en las sevillanas sus pies y sus manos dijeron pies para qué os quiero y manos arriba delatando su estado de intoxicación etílica próximo al delirium tremens del que Ninette se asustó aunque ella , como todos , repito , nos encontrábamos algo ajumados y con nuestras lenguas gruesas y acolchadas impidiéndonos vocalizar tal es debido.
Antes de que las turcas adquiriesen mayor gravedad , Rosita Rojo y José Joaquín , los que menos habían bebido , optaron por llamar al piloto Martos para que nos trasladase , de regreso , a la Tierra. Incluso Carmen-carminis , morigerada en el beber , estaba algo alegre cuando nos despedíamos con efusividad y agradecimiento de nuestros pacíficos amigos del planeta Rojo que conociámos con anterioridad o de reciente conocimiento , casos de la señorita Martinica , del señor Marciano Marcial , del señor Martinelli y de todo el servicio del HALCÓN MARTÉS quienes con tanta exquisitez nos habían recibido , atendido , servido en y con cubertería y vajilla de plata
El viaje fue plácido y placentero cual había sido nuestra estancia en el planeta rojo . Otra medalla que se me otorga a causa de mi pacifismo militante tan alejado de la belicosidad ambiental. Esta vez no solo extraoficial sino extraterrestre . Arturo , a la hora y media , ya estaba como si no hubiese pasado nada ni se hubiese ajumado de forma excesiva. ¡Qué hígado de hierro atesora ! , y cuánto me alegro de ello porque es persona de calidad poco común.
No hay comentarios:
Publicar un comentario