La califico como señora por su fidelidad , espíritu , carácter , inteligencia y bondad ; por su forma de ser . Sirve en casa de una señora a la que ella siempre llama así( mi señora ) porque también lo es , además de marquesa. Un día , tras hablarme elogiosamente de su señora le pregunté por el título de la familia. Me lo dijo , no recuerdo cuál ahora mismo , pero sí que lo busqué en el sitio adecuado y lo encontré. Conocí a "su señora " un día y , en efecto , era tan encantadora como Isabel. Más es a ésta a quien dedico estas letras porque es a quien más me encuentro en mis paseos por el barrio , con quien más hablo de las dos y a la que más conozco.
Tengo grabada en mi retina la primera vez que vi a Isabel. Paseaba , haciendo sus mandados con un perro encadenado , por una calle cercana a la mía Perro tranquilo y que sabía estar y comportarse con más educación y naturalidad que buen número de personas. Isabel iba andando con su forma peculiar de hacerlo , dando grandes y algo descompasadas zancadas , y me dio la impresión de ser persona mucho mayor que yo , siéndolo solo tres o cuatro años. Lo sé porque me lo dijo y no porque yo se lo preguntase porque esta pregunta nunca debe hacerse a señora o señorita alguna como tantas otras que pueden considerarse faltas de delicadeza y que , de continuo , hemos de soportar mujeres y hombres por la carencia de educación y buenas formas , no hablemos de clase , que caracteriza al género. Al humano me refiero. Aquel día no entablamos charla alguna , ni al otro ni al otro. La entablamos , no recuerdo a santo de qué , otro cuando los encuentros callejeros se hicieron casi cotidianos.
Advertía , asunto fácil incluso para alguien algo daltónico como yo , que siempre iba vestida de obscuro (prefiero escribir el término con b aunque en desuso esté) o de negro. Tal vez , pensé , sea viuda de pueblo. En la viudez no acerté pero en su procedencia sí . Isabel era soltera de Olvera y servía en casa de su señora llamando a los hijos de ésta , sus niños. Su mirada abierta y sin escondrijos revelaba que unos sentimientos nobilísimos guardaba en en su alma y en su armario. Me dijo que había estado una temporada en Alcalá de Guadaira y me preguntó que cómo estaba " mi señora " Yo pregunté por la suya de la que tanto y tan bien habla siempre. Otro buen día conoció a mi madre y desde ese momento siempre me pregunta también por ella. Surgió , por los encuentros reiterados en las calles y tiendas de compra diaria del barrio , una buena amistad entre Isabel y yo hasta el punto de comentarme en cierta ocasión que " su señora " , a la que lleva cuarenta años sirviendo , con frecuencia le decía que , cuando se refiriese a ella , no la llamase así. No obstante Isabel se negaba , en este punto , a obedecerla. Yo le alabé el gusto y su decisión desobediente , en cuanto que derecho legítimo que le asiste a Isabel es , y le respondí que mucho bueno decía de ella , todavía más , su deseo de seguir llamando a " su señora " , mi señora. Su agradecimiento a la familia a la que lleva sirviendo cuarenta años es absoluto. Su cariño a ella y su fidelidad , igualmente. Si ella no sabe a dónde poner a su señora , ésta tampoco sabe a dónde ponerla a ella. Ser señora es algo difícil pero el señorío se da en estos dos casos. Algo que no es moneda corriente ni circulante. Es mucho más que moneda de cambio. Algo de valor y de saber en qué lugar está cada uno que tan importante es en esta vida y tanto indica. Ni más ni menos. Cuestión de inteligencia , sentido de la justicia , bondad , sensibilidad y conocimiento del medio . Cuestión de no tener complejos y tener un corazón noble. TONTOS Y PREPOTENTES FUERA. Qué solos nos quedaríamos si se apartasen de nuestra vista . Más vale solos que mal acompañados. Isabel es buena compañía a la que estoy deseando volver a ver para preguntarle por su brazo. Si no nos vemos , Isabel , reciba usted , porque no nos tuteamos ni falta que hace para ser amigos , mi abrazo desde aquí y lo propio que estos días se suele decir.
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