Carmen sufre con mi estado melancólico y taciturno. Lo sé , pero a alguien tengo que decir qué me pasa por la cabeza y cuáles son mis cuitas . Es la persona que tengo más cerca y el pararrayos de mis pesares. Lo siento por ella tanto como por mí mismo, pero¿ qué le voy a hacer ? . Lejos de mi intención está el preocuparla aún más . Carezco de voluntariedad al comentar mi estado , mas lo comento con ella , a veces , al no poder digerirlo en soledad como tantas otras en las que me lo trago yo en solitario. Pongo todas mis fuerzas en no hablar ni comentar nada . Mi buena intención no siempre tiene éxito y termino hablándole del asunto y las cuestiones que me atormentan a mí y , de rebote , a ella que es la persona que más me soporta sin intentar yo que ni ella ni mis hijos ni nadie tengan que hacerlo. Mis hijos solo son conscientes de mis silencios y de mis actuales extrañas actitudes cuando vienen a casa. No es el trato diario e íntimo que con ella tengo. Por esto , más por amor , soy muy cariñoso con GlauKopis . Gracias a sus capacidades envidiables sobrelleva la cuestión con un espíritu , fortaleza y ánimos que hoy por hoy están muy alejados de los míos. Con la entereza que posee y admiro demostrándola a todas horas y en todo. No puedo decir que es mi paño de lágrimas porque rara vez lloro. Soy duro de lágrimas que , con frecuencia , de desahogo dicen que sirven. No me salen por muy triste y abatido que esté . Sin embargo lo estoy , y muchísimo, a todas las horas excepto cuando duermo. Solo algunos pequeños ratos tengo de una vida medio normal. . Son en los que me animo algo , si bien muy poco , y Carmen Glaukopis me los agradece. No tengo más que mirarle sus ojos verdes y bonitos para darme cuenta . Ella pensará que no soy el mismo hombre que durante tantos años fui y mis hijos podrán pensar que tienen un padre enfermo. No van despistados en sus apreciaciones porque así me siento: víctima de una enfermedad extraña que apenas deja vivir al escribidor ni a las personas que más próximas están a él por muy buenas intenciones que todos pongamos. Un día le confesé ,al psiquiatra que me atiende ,que rechazo , dudo de si por cobardía o por la que podría liar en todos los sentidos , la idea suicida que en algunas ocasiones merodea por mi cabeza. El sufrimiento es atroz y , para mí , tiene sus justificaciones a las que no encuentro solución. Para Carmen y para mí , que padezco la depresión , se queda el sufrimiento. La tarde , nublada y triste , ayuda poco. Nada .
Gracias , Carmen , porque esta entrada te la merecías desde siempre. Muchísimas gracias por tu paciencia , amor , equilibrio , generosidad y muchas otras cosas. Un beso
Guillermo
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