Lo fui durante unos quince años,en las pruebas de junio y septiembre , tanto en sedes de Cádiz capital como en los alrededores. De manera especial recuerdo los años en los que formé parte del llamado tribunal itinerante , Algeciras- La Línea , como vocal. Concebía aquél trabajo como siempre he concebido mi profesión , como un entretenimiento grato , la mejor forma de concebirlo . Los almuerzos y la cenas entre compañeros de tribunales facilitaban el trato y conocimiento y el afianzamiento de amistades.
La primera vez que solicité participar en ellos lo hice guiándome el deseo de poner criba , seleccionar, de forma prioritaria, las formas de escribir nuestra lengua y de redactarla. Aunque corregía los exámenes de Historia , tenía en mayor consideración el dominio, o no , del castellano que el de los propios conocimientos teóricos, sin marginarlos. Siempre he pensado que se escribe como se piensa y , por ende, alguien que no sepa escribir en su propio idioma con corrección , poco probable será que piense y actúe con ella. Sobre las formas de acudir el alumnado a las pruebas, incorrectas ya por los años noventa, nada decía porque , en teoría , para eso estaban los presidentes de los tribunales , que eran los mayores responsables. Allá cada uno con sus errores y con las cosechas que pudieran recogerse.
Aunque fui testigo de que aquellas pruebas seleccionaban muy poco como el número de aprobados demostraba, seguí participando en ellas poniendo mi granito de arena y haciendo hincapié en la cuestión ortográfica y formas de expresión escritas. Se ganaban unas perritas y se fortalecían amistades. Amigos mantengo surgidos en las selectividades.
Buen recuerdo guardo del hotel Guadacorte y de algunas ferias de Algeciras. Viendo una corrida de toros con mi amigo y compañero Rafael Sánchez Saus , toreaba Espartaco, nos encontramos a algunos críticos taurinos amigos de Rafael y , entre ellos , a un antiguo alumno del colegio de los Escolapios de Sevilla (Luis García Caviedes ). Hablando de aquel colegio me dijo que recordaba, entre sus compañeros, a un Álvarez de Toledo. Yo soy aquel Toledo , le dije , imitando el anuncio de Cola Cao que decía :" yo soy aquel negrito del África tropical que cultivaba cantando la canción del colacá". Gran alegría nos dio el reencuentro aunque yo , naturalmente, no canturreé la cancioncilla. Conocedor soy de mis limitaciones. En este tema , mi hijo no ha salido a mí.
Seguí solicitando y formando parte de los tribunales hasta que la depresión me incapacitó. Desearía que la selectividad , a día actual , hiciese más honor a su nombre. No todo el mundo está capacitado , por múltiples causas , ni es su deseo el de acceder a la universidad. No la rebajemos más en cuanto a la calidad de conocimientos indispensables para entrar en ella , pues perdería su razón de ser.
Olvidémonos de cualquier elitismo sociológico pero mantengamos el intelectual y personal. No todo el monte debe ser orégano y dignísimos y rentables trabajos hay fuera de nuestra antiquísima institución universitaria. No la desprestigiemos aún más.
La primera vez que solicité participar en ellos lo hice guiándome el deseo de poner criba , seleccionar, de forma prioritaria, las formas de escribir nuestra lengua y de redactarla. Aunque corregía los exámenes de Historia , tenía en mayor consideración el dominio, o no , del castellano que el de los propios conocimientos teóricos, sin marginarlos. Siempre he pensado que se escribe como se piensa y , por ende, alguien que no sepa escribir en su propio idioma con corrección , poco probable será que piense y actúe con ella. Sobre las formas de acudir el alumnado a las pruebas, incorrectas ya por los años noventa, nada decía porque , en teoría , para eso estaban los presidentes de los tribunales , que eran los mayores responsables. Allá cada uno con sus errores y con las cosechas que pudieran recogerse.
Aunque fui testigo de que aquellas pruebas seleccionaban muy poco como el número de aprobados demostraba, seguí participando en ellas poniendo mi granito de arena y haciendo hincapié en la cuestión ortográfica y formas de expresión escritas. Se ganaban unas perritas y se fortalecían amistades. Amigos mantengo surgidos en las selectividades.
Buen recuerdo guardo del hotel Guadacorte y de algunas ferias de Algeciras. Viendo una corrida de toros con mi amigo y compañero Rafael Sánchez Saus , toreaba Espartaco, nos encontramos a algunos críticos taurinos amigos de Rafael y , entre ellos , a un antiguo alumno del colegio de los Escolapios de Sevilla (Luis García Caviedes ). Hablando de aquel colegio me dijo que recordaba, entre sus compañeros, a un Álvarez de Toledo. Yo soy aquel Toledo , le dije , imitando el anuncio de Cola Cao que decía :" yo soy aquel negrito del África tropical que cultivaba cantando la canción del colacá". Gran alegría nos dio el reencuentro aunque yo , naturalmente, no canturreé la cancioncilla. Conocedor soy de mis limitaciones. En este tema , mi hijo no ha salido a mí.
Seguí solicitando y formando parte de los tribunales hasta que la depresión me incapacitó. Desearía que la selectividad , a día actual , hiciese más honor a su nombre. No todo el mundo está capacitado , por múltiples causas , ni es su deseo el de acceder a la universidad. No la rebajemos más en cuanto a la calidad de conocimientos indispensables para entrar en ella , pues perdería su razón de ser.
Olvidémonos de cualquier elitismo sociológico pero mantengamos el intelectual y personal. No todo el monte debe ser orégano y dignísimos y rentables trabajos hay fuera de nuestra antiquísima institución universitaria. No la desprestigiemos aún más.
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