Cuando mi hijo Wilhelmus Albanus se fue a estudiar su carrera de periodismo a Sevilla , ciudad en la que nací y viví durante veintiseis años ; y con la que mantengo todas las vinculaciones familiares sanguíneas paternas y maternas , vivas o muertas , más la filial suya , yo estaba inmerso en la depresión larga y dura que sufrí. La ida de Wilhelmus Albanus ( Guillermo Alvah en el mundo de las letras y de las músicas como algunos saben ) supuso , aunque medio programada y prevista , otro tornillo que apretó más mi lamentable estado anímico . Hablo del curso académico 2006-2007 y desde entonces ya han caído tantos chaparrones de lluvias y ha habido tantos días de Sol o nublados que las negras nubes de la depresión dejaron paso a mi recuperación. Con frecuencia , excepto cuando yo no podía conducir y a Carmen llevaban sus hermanos o amigas , íbamos a verlo en lo que yo llamaba su peregrinaje o romería laica por Triana.
Lo notaba como un perieco trianero en la polis sevillana , trasladándose cada curso universitario de una calle o de una zona a otra de Triana pero sevillanizado y lleno de sevillanía sin olvidarse de su gaditanismo natal en cuanto que su madre lo parió en la clínica La Salud de la calle Feduchy.
Le conocí media docena de pisos hasta que dio con el que a mí , gusto particular , más me convencía . El de la calle Castilla , esquina al Callejón de la Inquisición tan próximo a El Altozano , al Puente de Triana y al mercado . Desde la azotea se veía un panorama privilegiado de Sevilla : El Guadalquivir , el Puente de Isabel II , la Plaza de Toros , La Torre del Oro , La Giralda , el Parque de María Luisa , el Palacio de los Montpensier .... Vista envidiable desde la azotea de la casa levantada a orillas del río . Durante su época de estancia en aquel edificio , disfruté de Triana como nunca. Me gustaba cruzar y cruzar el Puente de Triana , andurrear por las callejas , entrar en el mercado y tomarme unas copas en los buenos bares y restaurantes de alrededor. Caminar por la calle Pureza o la calle Betis añorando tiempos de juventud propios . Ya recuperado plenamente de lo mío , creo que hasta íbamos con mayor frecuencia a visitarlo. Al año de vivir en el piso de la calle Castilla , desde cuya puerta yo miraba la torre Pelli tan distinta de la Giralda en todo y por todo ; y como las circunstancias y los tiempos cambian , cambió su Triana de adopción por un piso en las alrededores de la Alameda de Hércules que tanta fuerza tiene también dentro de la ciudad . Wilhelmus terminó su carrera pero en Sevilla sigue viviendo e intentando abrirse camino con sus músicas , sus músicos y sus letras , mientras su padre sigue acordándose del aparcamiento construído entre las que fueron mazmorras del Castillo de San Jorge y en los restos que de él pueden verse , a simple vista , en el antiguo mercado de Triana que tan interesantísimo es bajo cualquier punto de vista desde el que quiera mirarse o catarse.
Tras escribir el escribidor este texto , me ha venido al recuerdo que , hace tiempo , escribi otro con el que tiene cierto parecido . Cosas de los añitos que no perdonan pero dan otras cosas.
2 comentarios:
No sé si sab3es que soy trianera de adopción. Yo tengo también muy buenos recuerdos y vivencias extraordinarias de Triana, pero desde que era un comino. ¡Cuántas veces vi pasar los Reyes Magos desde los balcones de la calle S. Jacinto, Nº 8, donde mis padrinos teníam la vivienda. Eran los dueños de la célebre "Ferretería Lázaro"...Incluso con mi madre ibamos a comprar frecuentemente a la "plasabasto", (mercado). ¡Qué de buena gente tiene el barrio!
Junto al de La Macarena, donde nací, es por el que tengo verdadera devoción y admiración. También cuento con estupendos amigos. Una cosa más que tenemos en común: ¡Triana!
Lleva a Carmen, (si no la conoce), a la Semana Santa de Sevilla y ¡Por Dios! que no se pierda las Hermandades trianeras...
Una entrada muy evocadora con el encanto de lo bueno vivido.
Un abrazo, familia.
Mari Carmen
Sí , Mari Carmen , Carmen conoce la
Semana Santa de Sevilla . Íbamos a casa de mis padres en estos días cuando los niños eran chicos. De la Ferretería Lázaro me acuerdo muy bien. Era una de las mejores ferreterías de la ciudad. Gracias, desde aquí , y un abrazo .
Guillermo
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