Al magín me vienen , cuando escribo esta entrada , las brometas que mi padre daba a mi primo José Joaquín Pineda , viendo partidos del Real Madrid en nuestra casa de Sevilla , en televisión . Los comentarios , admitidos con mejor o peor humor por parte de José Joaquín , sobre el futbolista Amancio al que mi padre , para chinchar con ternura a José Joaquín , llamaba Leoncio. Mira , mira a Leoncio qué bien juega le decía. Mira qué regate y que centro medido. Mira , mira qué bien juega el gallego Leoncio
No es Leoncio . Es Amancio tío Guillermo, le respondía José Joaquín hasta la saciedad sin que mi padre le echara la menor cuenta a la corrección que José Joaquín no paraba de hacerle. Mientras más se enfadaba José Joaquín , más veces lo repetía mi padre. Yo , televidente adjunto , también me sonreía porque sabía que la brometa paterna implicaba sentimiento de cariño hacia mi primo. A mi padre le divertía quemarle la sangre en expresión materna .
Ahora a mí , con más años de los que tenía mi padre por aquellos lejanos días , me divierte y entretiene ver la manera en la que mis hijos Guillermo y Carmen , por orden de edad , reaccionan de la misma forma ante las brometas cariñosas que les doy. La última de estas es preguntarle a Guillermete , tal le digo en la intimidad familiar , por el color de los ojos del padre de su novia haya luz marina bajo el Sol o bajo la Luna . A todas horas , cuando viene a pelo , le pregunto por asunto cromático tan relevante. Si se me medio enfada , éxito de la misión cariñosa que me impulsa a la pregunta. Más discreción no cabe en cuanto que solo es por el color de los ojos del padre de ella por lo que pregunto. Por nada más y nada menos aunque , a veces , también se lo pregunte por teléfono y por cómo sigue de salud el padre de su amigo Noriega o si se ha encontrado con mi amigo Rafael el arquitecto de la empresa MESAS REDONDAS en Sevilla donde estos días están ,y otros muchos, los dos.
Caso parecido es el de mi hija Carmen , quien tiene un amigo llamado Baldomero aunque le dicen Baldo , y yo le pregunto por el mero Baldo.. Qué gracioso me responde Carmen. Algo que también me recuerda a mi padre cuando a mi otro querido primo Goyo Pineda le decía : el gallo Goyo. Y es que cada día que pasa más me parezco a mi padre. Así es y así me lo dice Carmen mi mujer. Así lo parece. Será asunto de edades y de genes tanto el parecido como las reacciones juveniles de primos e hijos .
Ojalá todas las bromas o brometas que nos dieran a lo largo de nuestras vidas fueran de este talante bondadoso y cariñoso y no tuviesen el carácter de pesadas o de malintecionadas como las hay y se advierten en todos los campos del comportamiento humano sin ser bromas ingenuas , bondadosas y cariñosas. Para comprender esto hay que cumplir años. Más que los que tenían Goyo y José Joaquín , por orden de edad , en aquellas fechas y más de los que tienen mis hijos a día de hoy.
Sigo sin saber el color de los ojos de la persona aludida y sigo sin saber nada del mero Baldo. Solo sé que no sé nada y que mi hija no es novia , ni mucho menos , del mero Baldo del que sí puedo decir que es una persona excelente y ni mero ni bardo o ni bardo ni mero . Tan solo Baldomero.
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