No sé cómo se las habrá apañado aunque mi nombre conocía. Me localiza y se presenta en casa a las dos y media de la tarde cuando acabábamos de comer y de recoger la mesa . Le ofrezco mi hospitalidad invitándolo a pasar . Se niega en redondo. Es hombre grande , gordo , de alrededor de sesenta años y correctamente vestido . Observo que es en lo único que es correcto , pues me insta , con malas formas , a contestarle de forma rápida sobre la compra o arrendamiento del local consabido por el que me interesé ya que le ha surgido una nueva oferta . Dudo que sea cierto .
Al responder que estoy dispuesto a comprárselo a pesar de considerar alto el precio que pide , pone cara de pocos amigos como dudando de lo que le acabo de decir en lo referente a compra y no a arrendamiento . Me da su número de teléfono fijo y yo el mío que cada uno apunta a su estilo sentados en las sillas de la entrada que es el único ofrecimiento que me ha aceptado. Me pide , sin por favor , un vaso de agua fría y se lo traigo en bandeja ad hoc . Dudo de que esté acostumbrado a que le sirvan el agua ni el vino de esta guisa y con su servilletita de hilo para secarse los labios . Glaukopis pasa camino de la cocina y se la presento ; momento que aprovecho para preguntarle su nombre y apellidos . Emilio Escocés Escocido , responde con su habitual displicencia y sin más palabras se levanta y se va .
Quedo sorprendido y absorto con la inesperada llegada del vendedor y así lo comento con mi mujer . Ésta coincide con mi sorpresa y me afirma que lo conoce de vista. Que es paseante diurno por la playa con el que coincide cuando ella pasea y busca sus orejitas observando de forma minuciosa las arenas entre las que yacen . Dicen que las orejitas dan suerte . Mi mujer las colecciona y creo que ya ha cogido miles . De ello deduzco que el préstamo o donación a fondo perdido que me han hecho Tania y Alterio , a las orejitas de la suerte se deberá. El escribidor se deja de supersticiones y por la cabeza le ronda llamar a Tania y a Gualterio inmediatamente . No lo hace ( hago ) por respeto a la siesta de la pareja , decidiendo hacer la llamada más tarde. Mientras tanto , aquí estoy tecleando e impresionado por venida tan inesperada del señor Escocés Escocido . Es hora de hablar de la cantidad que Emilio pide , aunque no sea asunto de buen gusto , porque el lector , mis amigos Tania y Gualterio y otros más tendrán curiosidad . Escocés Escocido me ha pedido , por la compra del local en el que pienso abrir el restaurante LA CIGALA FRESCA , la nada despreciable cantidad de 700.000 euros . Es lo que habían calculado mis amigos protectores de mis estrecheces económicas y será de este capital tema capital , nunca mejor dicho , de mi charla telefónica con ellos dentro de poco . Ya tengo en que entretener mis ratos de ocio y , es probable aunque con plena seguridad no lo puedo afirmar , alivio para mi delicada y cierta situación monetaria. En caso de arrendamiento , yo hubiese tenido que ingresarle en su cuenta seis mil euros al mes . Hoy día cualquier persona tiene dinero menos yo que me veo obligado a abrir un restaurante para engrosar mi jubilación , poder vivir con dignidad e intentar que los fantasmas no me ataquen o lo hagan con menos armas.
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