Lo tiene de europeo , de español y , dentro de España , andaluz. Se trata de una historia ocurrida a un ciudadano de Cádiz . De una extraña historia que comenzó mal y acabó bien.
El municipal obligó a Juan , que era el nombre del conductor , a mover el coche en el que esperaba a su mujer que había entrado en una frutería a comprar fresas y nueces . Juan le dijo al guardia que su mujer , Elvira , solo tardaría dos minutos porque desde el lugar en el que estaba aparcado veía el interior del establecimiento vacío de clientela . Al guardia municipal no le dijeron nada las palabras de Juan y , sin dilación , tras pedirle de mala forma la documentación pertinente : carnet de conducir más otros papeles , lo multó con seiscientos euros por desacato a la autoridad . Juan , además de argumentar lo que argumentó , le dijo , de forma correcta , que él no era la autoridad sino un agente de ella. Oído lo cual por el agente , aumentó la multa en cien euros más con lo que ya la multa ascendía a 700 euros ; una barbaridad que no tenía justificación alguna para Juan , limitándose a volver a preguntar que dónde la debía hacer efectiva. Por no saberlo , el agente lo penalizó con otros 100 euros ; lo que hizo a Juan no preguntarle nada más al agente de la autoridad porque de hacerlo la penalización podría alcanzar los mil euros del ala dada la displicencia del agente que se creía autoridad. Tras esta breve pero muy penalizada conversación y comprobar el municipal que los papeles estaban en regla , Elvira hizo acto de presencia . Arrancando , Juan le contó lo sucedido a su mujer y ésta le aconsejó dirigirse a la comisaría y denunciar tan injusto como increíble hecho.
Al llegar , fueron atendidos por otro agente que parecía ser un superior del municipal que de aquella forma tan punitiva y desagradable se había comportado con Juan , el cual le dijo , de forma respetuosa y correcta , que el guardia que los había multado estaba enfermo y carecía de potestad
para multar a nadie . Juan se alegró en el fondo de su alma y de su bolsillo al recibir tal información que dejaba sin efecto la sanción impuesta. Preguntó al policía que los atendió que cómo dejaban actuar , con plena libertad , a semejante harpía masculina , recibiendo por escueta respuesta que les daba lástima , por la enfermedad que padecía , de expulsarlo del cuerpo. Ante tales palabras , Juan no volvió a preguntar nada más no fuesen a volverlo a multar y , tras tener tan buen final el extraño asunto ( levantarle la sanción ) , dirigió las ruedas de su vehículo hacia su casa y aparcó en su garage o garaje , según se prefiera la forma original francesa de la palabra o la castellana al uso . De aquí no pasó la cosa. Pensó , sin embargo , que un agente municipal enfermo no estaba capacitado para ejercer su funciones de forma normal y justa . Ya dije en la cabecera de la entrada que la hacía el escribidor para escribir algo aunque fuese tan inane como cierta esta historieta urbana.
Bajo esta etiqueta hay historias mejores que la aquí narrada . Mejores y más interesantes . Debieran leerse para no pensar tan mal del escribidor a juzgar por estas letras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario