Hay, en la evolución humana, un eslabón perdido y buscado, sin fruto, hasta hoy. Hay, en Cádiz, una bella escondida que se oculta en la calle José del Toro. Me dijo el torrero que la custodia que me la presentaría. Esperando la presentación estamos. Sólo queremos verla, conocerla y hablar un rato con la bella torre-mirador gaditana. Nada más.
Hubo y ya no hay en la playa gaditana de la Victoria, lindando con la de cortadura, un espigón de quita y pon. De visto y no visto, efímero. Mejor dicho : de pon y quita. Se construyó, para ser y dejar de ser, el año 2009, unos quince metros a poniente del espigón, bicentenario ,del Infante Don Carlos,punta del baluarte de cortadura. Un espigón misterioso que se fue y creo que no volverá, aunque las golondrinas en tu balcón vuelvan sus nidoa a colgar, Carmen.
Lo vi construir, contigo, en los pocos paseos por la orilla que nos dimos el pasado verano. Tú, como Victoria alada de Samotraciacádiz, me llevabas entre tus alas porque yo no podía, entonces, volar. Sólo arrastrarme como caimán de poco seso y alterado. Como alma que el diablo lleva. El diablo o quien se llevara el espigón que tanto incomodó, al costruirse, por el ir y venir ruidoso de camiones y vehículos cargados de piedras y bloques que, poco a poco, descarga a descarga, hacían caminos en el mar. Camiones mostruosos y estridentes que entorpecían el paseo de caminantes. Por la arena, trecho a trecho, se hizo el camino mar adentro. Camino cuyo fin, supongo, era era cortar las uñas de las olas. Defender las playas y la línea de costas de los fieros embites de los temporales. Ayudar, como adlátere, como asistente, en esta tarea, al bicentenario espigón, hermano, del Infante Don Carlos..
Como paseaba, por mi depresión, de tarde en tarde, lo vi nacer y crecer durante el verano. Notando como sus metros de piedra y sus cimientos iban haciendo vía en las aguas. Después, recluído en casa como araña en el centro de su tela o tortuga en su caparazón, amedrentado, me olvidé de él. No me acordé que, solo, pasaría las noches ventosas y lluviosas, huracanadas, del invierno. De su soledad marina. ¡ Pobre espigón entre las barcas solo y entre las olas roto!. Me han venido a la memoria estos versos de Fray Lope de Vega y Carpio, el fénix de los ingenios. Pudo, el espigón, morir de tristeza, como pude yo. De tristeza y soledad sin que nadie pusiera sus pies sobre él. No sé de qué moriría, pero murió, desapareció, como si el mar se lo hubiera tragado.
Nadie me ha explicado las causas de su desaparición. Creo que a los gaditanos se les ha pasado por alto; si no, alguien se hubiese interesado por el qué fue de él. ¿ Dónde estará el trabajado y costoso espigón efímero de la playa de la victoria limítrofe con la de cortadura ?.
Cabe la posibiliad, si bien remota, que los tripulantes de las naves misteriosas que, dicen algunos, moran y tienen base en el cráter que hay en el fondo de aguas de la Bahía, en sus aventuras nocturnas avistadas, lo hayan desmontado piedra por piedra. Puede ser. Carlos Delgado, muy geógrafo y muy amigo, me dice que el mar no lo ha podido engullir. Un misterio. Dinerito perdido. Gratificaré a quien aporte noticias sobre su paradero. Sobre el espigón perdido y olvidado.
Hubo y ya no hay en la playa gaditana de la Victoria, lindando con la de cortadura, un espigón de quita y pon. De visto y no visto, efímero. Mejor dicho : de pon y quita. Se construyó, para ser y dejar de ser, el año 2009, unos quince metros a poniente del espigón, bicentenario ,del Infante Don Carlos,punta del baluarte de cortadura. Un espigón misterioso que se fue y creo que no volverá, aunque las golondrinas en tu balcón vuelvan sus nidoa a colgar, Carmen.
Lo vi construir, contigo, en los pocos paseos por la orilla que nos dimos el pasado verano. Tú, como Victoria alada de Samotraciacádiz, me llevabas entre tus alas porque yo no podía, entonces, volar. Sólo arrastrarme como caimán de poco seso y alterado. Como alma que el diablo lleva. El diablo o quien se llevara el espigón que tanto incomodó, al costruirse, por el ir y venir ruidoso de camiones y vehículos cargados de piedras y bloques que, poco a poco, descarga a descarga, hacían caminos en el mar. Camiones mostruosos y estridentes que entorpecían el paseo de caminantes. Por la arena, trecho a trecho, se hizo el camino mar adentro. Camino cuyo fin, supongo, era era cortar las uñas de las olas. Defender las playas y la línea de costas de los fieros embites de los temporales. Ayudar, como adlátere, como asistente, en esta tarea, al bicentenario espigón, hermano, del Infante Don Carlos..
Como paseaba, por mi depresión, de tarde en tarde, lo vi nacer y crecer durante el verano. Notando como sus metros de piedra y sus cimientos iban haciendo vía en las aguas. Después, recluído en casa como araña en el centro de su tela o tortuga en su caparazón, amedrentado, me olvidé de él. No me acordé que, solo, pasaría las noches ventosas y lluviosas, huracanadas, del invierno. De su soledad marina. ¡ Pobre espigón entre las barcas solo y entre las olas roto!. Me han venido a la memoria estos versos de Fray Lope de Vega y Carpio, el fénix de los ingenios. Pudo, el espigón, morir de tristeza, como pude yo. De tristeza y soledad sin que nadie pusiera sus pies sobre él. No sé de qué moriría, pero murió, desapareció, como si el mar se lo hubiera tragado.
Nadie me ha explicado las causas de su desaparición. Creo que a los gaditanos se les ha pasado por alto; si no, alguien se hubiese interesado por el qué fue de él. ¿ Dónde estará el trabajado y costoso espigón efímero de la playa de la victoria limítrofe con la de cortadura ?.
Cabe la posibiliad, si bien remota, que los tripulantes de las naves misteriosas que, dicen algunos, moran y tienen base en el cráter que hay en el fondo de aguas de la Bahía, en sus aventuras nocturnas avistadas, lo hayan desmontado piedra por piedra. Puede ser. Carlos Delgado, muy geógrafo y muy amigo, me dice que el mar no lo ha podido engullir. Un misterio. Dinerito perdido. Gratificaré a quien aporte noticias sobre su paradero. Sobre el espigón perdido y olvidado.
1 comentario:
Agradezco , aunque no ha permitido gratificación la persona que me lo dijo , la información : se trató de espigón efímero en cuanto que se construyó para permitir el paso a los camiones de una obra que se hacía aguas adentro.
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