Oía decir en casa , de niño , que la mejor universidad es la de los años. Hoy digo , siendo vejete , que es probable que así sea. A los niños se les cuentan cuentos y se les dicen cosas que , aunque se les cuenten y se les digan con buena intención , de verdades poco tienen. Se empieza oyendo que las cigüeñas nos traen desde París y que los Reyes Magos nos traen regalos en su día. Ni una cosa ni otra son ciertas pero pueden estar justificadas en el sentido de que la infancia es tiempo de ilusiones y de creencias. que , hasta un momento de nuestras vidas en el que advertimos su bienintencionada falsedad , deben mantenerse como si , en realidad , fuesen ciertas. Años de inocencia que no volverán como en tu balcón tampoco volverán las golondrinas sus nidos a colgar. Ni en el tuyo ni en el mío .
Con el paso de los años , si se tiene independencia y algún dedo de perspicacia en el cerebro , se va observando que aquellos cuentos y mentirijillas piadosas y justificadas , nada son en comparación con las grandes mentiras que , de manera oficial , se nos cuentan tratando de colocarlas como guías de nuestras vidas y comportamientos. No voy a detallarlas porque mis perspicaces lectores sabrán a cuales me refiero, mas sí quiero citar las grandes falsedades que las historias oficiales nos narran . Entre ellas , de las que poco se ha aprendido y hubiese podido hacerse aunque no sé si a tiempo se está , aludo a que la evolución de las sociedades humanas pasadas se nos ha presentado siempre truncada y , por consiguiente , falseada. Partiendo de la defensa de unos supuestos que les interesaban a quienes la escribían y mangoneaban el cotarro tratando de perpetuarlo entre el resto de los mortales conviniesen a estos o no y fuesen ciertos o no. Se tramó así , y se sigue en el mismo escenario : El GRAN TEATRO DEL MUNDO , formado por gran elenco de actores , conscientes unos de pertenecer a él y otros no pero perteneciendo todos , si bien unos mejores cómicos que otros en cuanto que unos representan mejor sus respectivos papeles dados por las circunstancias que el propio hombre , con su falsedad , crea. Pocas cosas mejor , para mantener los falsos principios de los que se parte argumentando cuestiones en apariencias ciertas , que las cosas siempre han sido de una determinada forma y que esta determinada forma no podrá cambiar , en el fondo , nunca porque son condiciones sin la cuales el progreso pasaría a ser quimera. No podrá cambiar , o es muy improbable , porque el hombre es como es : un regalito envuelto en papel de celofán o en papel de estraza , algo que algunos descubrieron hace tiempo y otros descubrieron gracias a lo que se aprende en la universidad de los años aunque hay quien no aprende nunca y quien no quiere aprender ni ver la realidad objetiva porque o no quiere o no le interesa aprenderlo al pensar que ni falta le hace plantearse las cosas de otra forma con lo bien que le va en y con el sistema establecido. En el falso sistema que sustenta , con su tramoya intrincada y compleja , EL GRAN TEATRO DEL MUNDO. En él , el sentido del humor y tomarse las cosas con filosofía son tan necesarios como el agua para el sediento. Sin aquellos , para la gente capacitada para tenerlos , y sin ésta para el sediento , la vida es muy difícil de entender viendo lo que se ve , se oye , se dice, se piensa y se hace por el común de los mortales. Menos mal que , aunque todos mortales , no todos somos comunes ni vulgares ni como ellos pensamos . Los que tenemos sentido del humor y conocemos la seda y el percal que se suele descubrir antes o después y con mayor o menor edad.
Siempre se está a tiempo de ir descubriendo cosas con los años , se tengan los que se tengan , si se es honrado con uno mismo , no se tiene tendencia al autoengaño y las capacidades mentales se conservan . La universidad de los años no se cierra hasta que las moiras , las parcas o quien sea llegue , nos llame y lleve al otro mundo. Debiéramos mantener la esperanza mientras tanto. Dicen que es lo penúltimo que debe perderse ; la esperanza y la puerta de dicha universidad abierta para todos. Ella nos enseña mucho. Más que la llamada magistra vitae de la que aprendemos poco y que de manera tan incompleta como carente de objetividad suele presentarse .
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