Y no es algún cuento chino o de chinos . Es de europeos .
Érase una vez un hombre con una barriga muy grande en la que todo cabía . Comía mucho aquel hombre cuyo nombre era el de Paco y una tarde , fría y lluviosa , se echó una siesta sin querer ; es decir : se quedó dormido con el estómago repleto y al calorcillo de la lumbre . Era un hombre español .
Cuando despertó , vio que había nevado y fue a ver la nieve que seguía cayendo . Hacia ella dirigió sus pasos acompañado por su perro . Los copos que se precipitaban del cielo eran rojos y , al caer sobre el terreno , algunos continuaban siendo del mismo color y otros se convertían en blancos .
Su perro ladró como queriendo decir algo y entonces Paco miró hacia el cielo y observó que las nubes desde las que caían eran rojizas , lo cual le sirvió para comprender el porqué del color de los copos de nieve . Las rojeces se debían a lo que se debían...A que se hallaba cerca del río Oja y todo era de color vinoso . Hasta las nubes de las que caían copos granates .
El perro volvió a ladrar y Paco miró hacia arriba como queriéndose reafirmar en que su vista no lo engañaba. El cielo no era azul y sí rojo según él lo veía . De indudable color tinto .
Sin más , desanduvo los pasos que había dado y se vio a sí mismo , tras los cristales de una de las ventanas , dormido y barrigón . Hacía la digestión mostrando su oronda barrigota y echado en el sofá de la sala de estar de su casa .
No es posible , se dijo, que yo vea las nubes , el cielo y los copos de color vinoso estando despierto . El perro ladró de nuevo y fue entonces cuando Paco fue consciente de que todo había sido un mal sueño .
No se había quedado dormido solo por lo que comió , sino por lo que bebió : vino tinto procedente de zona cercana : las orillas del río Oja . Una vulgar pítima había cogido y , como vivía solo , soñó que el mundo era rojizo , incluso los copos de nieve, algunos de los cuales se volvían blancos cuando caían sobre los terruños o sobre las rocas .
Prometió no volver a coger más peas como la cogorza descrita hasta no ver la nieve , las nubes y el mundo de color de rosa . Lo logró.
No hace falta decir que Paco , al verlo todo de ese color , perdió la barriga y se convirtió , a los cuarenta y ocho años , en un hombre nuevo y delgado .
Se casó y fue feliz comiendo y degustando las perdices que su mujer, Paca , preparaba . Nunca tomaba perdices, por cantarinas y volanderas que fuesen, al tiempo que bebía vinos tintos . Aunque las perdices fuesen rojas las tomaba, acompañado por Paca , mientras bebía vinos rosados de la tierra .
Jamás Paco volvió a emborracharse . Por ello , no volvió a ver las nubes , el cielo y los copos de color rojo . Aquellas las vio grises , el cielo , si despejado de nubes , azulado , y los copos de nieve de color blanco.
En noche tormentosa volvió a ver el cielo rojizo . El Sol se ocultaba entre las nubes y Paco estuvo seguro de que el tono rojo del cielo se debía al atardecer . El perro , sin ladrar , caminaba junto a él buscando y olisqueando el Sol que se ocultaba por la línea del horizonte.
Paca, mientras Paco se daba su paseo vespertino , preparaba la cena guisando perdices en la cocina. Sabía que su marido había sido bebedor y , desde que nació , daltónico .
Tras conocerla, Paco había dejado de beber vinos tintos y se había convertido en catador de rosados y de vinos blancos de Rueda. Paco distinguía bien estos colores y no los confundía . El color verde y el azul dependían de cómo les diera la luz .
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