Y sabiéndolo yo , se lo hice saber a Glaukopis . Le hablé del amor que Titín sentía hacia Titina y de que ésta le correspondía. ¿ Dónde podría encontrar Titina un hombre blanco inteligente , bueno , mono como si fuese un muñeco y por cuyas venas corriera sangre negra en cuanto que hijo de negro era y que se llamase Titín , casi como ella ?. En lugar cercano lo encontró : en el colegio sin ir más lejos.
La sangre de los negros es roja pero creo que se comprenderá lo que digo . Todo lo que cuento me lo dijo Titín como si de un cuento se tratase . Un cuento de negros contado por un blanco que llevaba en sus genes sangre negra , que nada tenía de chino y que así es. .
Érase una vez una escuela a la que asistían niños que no lejos de ella vivían . La escuela era franca como algunos puertos , soleada y luminosa a más no poder. Las paredes de las aulas estaban enjalbegadas y los asientos eran anatómicos y de variados colores , entre ellos el negro y el blanco. El profesor que explicaba había sido legionario y daba a las clases cierto toque nacionalista español . Fue novio de la muerte a la que plantó dejándola por otra . El profesor se llamaba Juan y los cuarenta ya los había cumplido. Explicaba todas las asignaturas porque sabía de todo . Titina y Titín aprendían con arreglo a sus posibilidades intelectuales , mayores las de él aunque las de ella eran también dignas de ser tenidas en cuenta, y , después , en sus casas , cada uno de los alumnos hacía trabajos sobre los temas explicados y los deberes correspondientes . Todo muy normal.
Pronto atrajo a Titina el saber de Titín y su cara simpática que al famoso Eto ´o recordaba. Vuelvo a decir que escribo palabras pronunciadas por Titín cuando me admitió que enamorado estaba de Titina y hablaba y hablaba de la negrita sin parar. Como yo no lo había visto hablar nunca porque aunque hablador y comunicativo era , la discreción lo caracterizaba.
El padre de Titina era un negro zumbón que se llamaba Bamiko y la madre , que de zumbona nada tenía , se llamaba Nala . Ambos eran cristianos y por ello su amor ( el de Titín ) se llamaba Agustina aunque le dijesen Titina . El negro zumbón , al que Titín ya conocía , era médico de empresa y Nala era maestra que no había ejercido su magisterio nada más que con sus hijos : Titina , la mayor , a la que había parido hacía quince años y Ayo , el menor , que contaba doce y a otro colegio , en el que se estudiaba danza porque había salido zumbón y bailón como su padre , asistía . El ritmo corría por sus venas. Ayo jugaba también muy bien al fútbol y formaba parte del equipo del colegio en el que destacaba como defensa central. Tampoco en el toreo mostraba malas maneras por lo que tendría oportunidad de ser un torero negro como el cordobán ; no subidito de color como los ha habido en la historia del toreo , sino negro y muy negro como Ricardo Chibanga , el primer torero negro de la historia del toreo.
Todo esto y mucho más me contó Titín que , sin duda , se nos había enamorado a los quince años y su madre estaba al tanto del asunto en cuanto que vivía en casa de nuestra hija , su madre, a la que el padre de Titín , como se sabe , había abandonado al ver que el niño era blanco y no tenía , excepto lo que llevase en la sangre, nada de negro.
Me dijo que un día que salieran pronto de clase nos llamarían para que conociéramos a Titina , y en eso quedamos...
Y tal como me lo dijo fue. Un buen día radiante de Sol y temperatura ideal escogió Titín para presentarnos a su amor. Titina nos resultó ser encantadora y negra , tal me había dicho , y nos gustó sobremanera a Glaukopis y a mí , el escribidor. Tanto que Glaukopis invitó a la pareja a tomar perdices que comieron y les gustaron . Hubo que repetir el menú para que tomaran más perdices . Se les veía muy felices a los que comieron perdices. ..
El escribidor puede contar grandes historietas sobre EL RECLAMO DEL GOURMET . Si Dios quiere y me da salud , las contaré . Creo que son dignas de contarse.
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