Lo narro , lo relato , lo cuento , lo tecleo y lo escribo para mis lectores. Tal vez sea de miedo . Puede no ser así y tratarse de un cuento o relato alegre y gracioso . Puede mezclar el miedo con la ausencia de él. Puede no mezclarlos y que solo sea producto del calor de los días pasados.
Tal vez sea un cuento o sea un relato . Sea lo primero o lo segundo , la narración será breve .
El cuento o relato que escribo lo editaré sobre la etiqueta relatos y cuentos y dice así :
Hoy , paseando por la playa , me llamó una señora que había sido la mujer de un amigo al que yo daba por muerto. La mujer me contó una historia espeluznante en la que sobresalía la presencia de un espíritu maligno y macabro que , según ella , la perseguía día y noche sin descanso , acosándola .
No puedo apartarlo de mí , me dijo , mientras el sol pegaba de lleno en mis hombros y en mi cabeza . En la de ella no porque llevaba un historiado tocado tan inapropiado para pasear por la playa como para andar por casa. Cubría su cabeza con un jipijapa orlado y adornado con cuatro kiwis sobre el ala y un aguacate en su parte superior ; algo llamativo pero que ella consideraba original más que otra cosa y que pudiera ser la explicación del acoso al que era sometida.
Comprendí , en un santiamén , que el maligno espíritu la perseguía porque los sombreros con los que acostumbraba a cubrir su testa servían de cebo para el anónimo caballero o lo que el espíritu fuese.
Prosiguió diciéndome que de noche , bajo la mosquitera que había comprado en una tienda de chinos, solía adornar su canosa melena con una especie de gorro frigio que , según ella , le favorecía y le permitía entregarse sin más a los brazos de Morfeo sin pudor alguno. Cuando dormía , su pudibundez desaparecía como por ensalmo y los más verdes como inimaginables sueños acudían a su mente sin que en ellos estuviese , ni por asomo , la presencia del , para mí , difunto marido.
Eran sueños de viuda en los que el cónyuge estaba ausente y que , por conservarse ella de buen ver , eran muy subidos de tono y fuera de tino ; es decir , desatinados.
Con frecuencia el acosador estaba presente perseguiéndola , asunto del que ya me había hablado que ocurría en la realidad pero , como ahora , en sueños , no ; y sin dejarla respirar iba tras ella por todos los rincones a pesar de su intención de buscarse, en alguno de ellos , un salvador. El hallazgo de éste daba pie a escenas amorosas , de agradecimiento por parte de ella , llenas de efusividad por parte de él , el hombre salvador , que no me atrevo a contar sin sonrojarme.
Una vez que se habían acercado al amor de forma loca , el salvador desaparecía y vuelta a lo mismo; a seguir siendo perseguida de forma incansable .
Cuando la de rosados dedos , la aurora , empezaba a decir aquí estoy yo como todos los días ; su perseguidor decía lo mismo y comenzaba la persecución esperada.
Sentí curiosidad por tan extraña historia y le pregunté a Clotilde , éste era el nombre de pila de la probable viuda , que si me podía dar alguna señal , siquiera un indicio , de la forma del espíritu perseguidor.
Se trata de un espíritu asexuado como los ángeles que dice llamarse Angelito Buendía para el que mis sombreros , tocados y otras joyas o adornos que me pongo tales como pulseras , collares , anillos o pendientes no significan nada para él . Que me quiere , me ama solo a mí y no por mis aderezos. Por mi forma de ser , por mi personalidad y por mis encantos de mujer.
Escuchadas con gran interés por mi parte las palabras pronunciadas por Clotilde , advertí en ella un punto de coquetería , un algo en su mirada , que me hizo pensar en el pobre Segismundo , mi amigo .
No era coquetería de Clotilde como me demostró destocándose y haciendo ondear al viento su blanca melena entre cuyas canas reapareció Segismundo y dijo que para querer a Clotilde estaba él , solo él y nadie más que él . Que nunca había estado muerto sino preparando los embrujos y tomando cañas.. Que yo ni era amigo ni nada que se le pareciera; sino un aspirante a seductor.
Corrí despavorido por la arena de la playa y me aparté de aquella loca y de aquél loco llamados Clotilde y Segismundo. De aquella pareja de casados a los que el Sol tal vez le hubiese reblandecido los sesos provocándoles una insolación. . El calor de los días pasados ha sido para esto y para más.
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