Los monjes del Tibet nos ofrecieron su espiritual hospitalidad en el monasterio Jokhang de Lhasa , la capital tibetana, antes que ningún otro poder o autoridad lo hiciese , adelantándose a la efusividad que nuestras medias naranjas mostraban , desde lejos , hacia sus cónyuges ; nosotros tres , los primeros hombres que habíamos llegado y vuelto del planeta Marte. En medio de un olor a incienso penetrante y mareante, ascendimos hasta los más alto del singular monasterio budista desde donde contemplamos un panorama impresionante. Al punto , una comisión de monjes , medio raptores y medio hospitalarios pués los límites entre una condición y otra no quedaban claros y pelados al cero o , como máximo , al uno , prácticamente rapados y raspados , nos introdujeron en un habitáculo cerrado y nos asaetearon a preguntas sobre lo divino y humano que experimentamos en el planeta rojo , no sin que, con anterioridad al inicio de la inquisición , pusieran como los trapos a las autoridades chinas.
Respondiéndoles con total sinceridad estábamos , cuando en una terraza contigua al lugar en el que éramos entrevistados , en inglés y por los monjes , un helicóptero de la fuerzas armadas norteamericanas se posó , saliendo del aparato los guardaespaldas de Bush que conocía de otras arriesgadas misiones realizadas por mí y de todos sabidas ( léase mi transporte de la cartas del difunto Bin Laden a los Estados Unidos y la búsqueda de sus restos en el océano Índico , infructuoso pero avistados dese la nave-platillo Júpiter desde la que tanto vimos a través de la agudeza visual de sus cristalones telescópicos ). Los dos guardaespaldas-armarios , a cara descubierta y con absoluta impunidad por parte de los monjes tibetanos, lo que nos hizo sospechar que estaban conchabados , nos introdujeron con malas maneras en el helicóptero , sucesor del autogiro que don Juan de la Cierva inventó , y , sin más , nos trasladaron a una base , según ellos de Afganistán , en la que permanecemos aislados y raptados no sabemos el porqué ni el para qué . Nos tememos que para hacernos algunas perrerías por si portamos algunos virus nocivos para la salud de nuestros congéneres. Nosotros , que sepamos, estamos sanos como peras sanas de peral sano; pero veremos en qué queda la cosa. Por ahora incomunicados , excepto el aparatito de telecomunicaciones que Arturo ha logrado salvar de la requisa y expolio que padecimos con muy malos modos , camuflándolo en una botella de escocés que hemos repartido , como buenos hermanos, para aliviarnos del mal trato al que ha sometido a los prohombres del Espacio la nación estadounidense . Ya decía yo que me extrañaba que los yanquis no metieran sus narices y la pata en misión tan genuinamente española. A uno de los guardaespaldas-armario se le ha ocurrido dudar de los orígenes ursaonenses de José Joaquín.Dice que , tan rubio y blanco , no puede ser español ni andaluz ; que Arturo es francés , no hispano-francés ,y que yo soy medio italiano y medio mongol , lo que hace que la misión haya sido internacional y no española , lo cual les da justificación para aprovecharse , como siempre , de ella. Ya veremos en qué queda el rapto y cómo los raptados de forma tan injusta como indeseable.
WILHELMUS ALVARINUS TOLETANUS PINASTER , por ahora sin medalla al mérito periodístico , continuará informando. Desde este foro internacional e interestelar reclamo la medalla de plata en el mérito arenonático para Arturo , por su condición de notable piloto , y la de bronce para José Joaquín por la colaboración prestada. Para el escribiente , yo , la laureada en misiones periodísticas. Acabe esta historia como acabe, nadie me debe quitar lo " bailao " en asuntos precedentes , tan meritorios.
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