Aislados en Santa Elena , la isla atlántica donde Napoleón pasó , por obligación internacional y para que no siguiera importunando a la Gran Bretaña y a Europa entera a la que quiso imponer sus conceptos a cañonazos , sus últimos años y a la que se exilió Dinizulu , el jefe de los zulúes , una fiera corrupia , estamos.
Estamos y nada seguros en lo referente a nuestro futuro próximo ni lejano. A pan y agua nos tienen , dieta insuficiente a simple vista , sin ofrecernos ni carne ni pescados que tan buenos hay como se encargan de mostrarnos nuestros secuestradores , que ya no son los dos guardaespaldas-armarios que conozco desde hace tiempo , sino cuatro negritos pigmeos y un chino barbichivo con los que no hay forma de entendernos. El chino no para de mesarse sus barbas hacia abajo y los cuatro pigmeos , aunque se pusieran unos encima de otros no alcanzarían los dos metros largos de cada uno de los armarios. No obstante , sus ojillos muestran cierta viveza , como los del chino barbudo que , por señas , nos indica que los americanos piensan cortarnos las cabezas. Creo que las decapitaciones no se producirán antes de que cantemos y contemos todas las noticias que conocemos sobre Marte. Por ello , nuestras cabezas , a pesar de lo que gesticula el cabroncete del chino sin descanso , creo que permanecerán firmes y sobre los hombros , por ahora.
Desde la ventana de nuestra prisión , enrejadísima como le corresponde , vemos el mar y los barcos veleros bajo un cielo gris que amenaza lluvias torrenciales. Mirando estaba yo el horizonte y José Joaquín apesadumbrado y tristón , cuando Arturo nos sacó de nuestro ensimismamiento , al tiempo que un trueno resonó haciendo temblar las paredes de nuestra cárcel y todas las entrañas de la isla en la que don Napoleón Bonaparte , emperador de Francia que fue, expiró. Coincidiendo con el fragor de la tormenta , un comando habilísimo de nuestra base de Arenosillo , irrumpió en la estancia , le cortó las barbas al chino y los dijes a los negritos , llevándonos con prisas y sin pausas hacia un helicóptero del ejército aéreo español que , ráudo , tomó rumbo norte , con seguridad a las islas Canarias , relativamente próximas. ESTÁBAMOS SALVADOS. A partir de ahora suponemos que todo será coser , cantar y de color de rosa hasta la llegada y aterrizaje en islas bajo soberanía española. José Joaquín ha dejado atrás sus escepticismo sobre nuestro futuro y Arturo le ha pedido una copa de escocés al copiloto. Yo , en verdad , esperaba nuestro rescate.Le hemos ayudado , por su bien , a Arturo en dar buena cuenta del buen escocés que con hielo nos sirvió el copiloto. Ahora es, cuando , por primera vez , somos conscientes de la histórica transcendencia del viaje interplanetario llevado , por fin , a buen fin. Empieza nuestra época de vacas gordas. En justicia , honor a la verdad y agradecimiento , nuestros méritos debiesen ser reconocidos por la comunidad internacional que incapacitada está , visto las medidas que se adoptan , para poner fin a la situación del planeta. Si nosotros tres pudiésemos poner nuestro granito de arena en la solución de la misma , sin dudar lo pondríamos. Seguiremos siendo , después de nuestra incuestionable hazaña, tan secillos y discretos como antes del viaje a Marte. Tan sencillos y prudentes como el señor Del Bosque antes y después del marquesado. Un ejemplo para todos por parte del seleccionador nacional que tanto honor le hace a su apellido con su cara de buen árbol del bosque mediterráneo.
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