Y lo hace con ecuanimidad . Reflejando su profunda preparación y educación con la naturalidad propia de miembro de una familia bien acostumbrada y de buenas costumbres desde hace siglos. Con su tradición de jurista añejo que no valora modos ni modas al uso . Me dice , en el restaurante de su propiedad en el que yo ejerzo de relaciones públicas y orientador general como Dios me da a entender pero con responsabilidad acompañada de la mejor intención que puedo , ojalá todas las personas desarrollasen así sus cometidos , que , para sus oposiciones a judicatura , estudiaba durante nueve horas diarias los temas del programa . Me pasé , dilecto Wilhelmus , dice , dos años dedicado , en exclusiva , al deber que , por voluntad propia pero tal vez influído por el ambiente de estudio que respiraba en mi casa paterna , me impuse. Cual cartujo en su cartuja. Encerrado , apenas salía de mi cuarto de estudios para comer , cenar y dormir , aparte de para hacer pis. Nada de salidas con amigos tras terminar la licenciatura. Solo empollar y empollar pensando siempre en el exámen que me permitiría , en caso de aprobarlo , ejercer la profesión que más me atraía y llenaba. Ser justo para hacer honor a mi nombre y ejercer la justicia para , de igual forma , hacerle honor a mis apellidos. A ellos y a los de mi querida , a pesar de sus extravagantes , por morigerados , usos amatorios , Justina Justiniano , de la que ya por aquellos días de enclaustramiento me sentía atraído y enamorado sin saber porqué. Quizá fuese por el halo de misterio que rodeaba su mirada y sus nunca del todo vistas bonitas formas de mujer; a más de sus modales distinguidos si bien algo anticuados. Nunca se sabe la causa si el amor es verdadero. En caso contrario ,no lo dude , Wilhelmus , sí. Sin duda , aunque no es momento de entrar en casos de amores interesados de los que tantos hay aunque nadie quiera reconocerlo.Interesados , guiados , inducidos . etcétera. Saqué el número uno de mi oposición , continuó su monólogo al que yo prestaba máxima atención , sin mostrar presunción alguna excepto la de su dedicación exclusiva y constante al estudio ; lo que no era presunción sino pura realidad. Cuando nos casamos , teniendo yo , ya , el porvenir resuelto y mi amor correspondido aunque con las trabas propias del tipo de mujer que usted sabe que es Justina , pusimos casa en condiciones y pronto , a su debido tiempo como comprenderá , vino al mundo Justita.con el mismo color y forma de ojos que su madre y el mismo caracter que ella : agradable y serio .
En esta parte de la narración estábamos cuando entra ,en EL RECLAMO DE EL GOURMET , el señor De Guindos y toma asiento mientras , en la puerta , veo a unos hombres muy altos y fuertes , sus guardaespaldas , mirando hacia un lado y otro como obsesos en la vigilancia y defensa del señor cuyas espaldas habían de guardar sin saber , o sabiendo , que el señor De Guindos Jurado juró , desde muy jovencito , como Anibal juró odio eterno a los romanos , guardárselas él. Y bien que se las ha sabido guardar aunque otros también se las guarden ahora . La cuestión para el señor De Guindos siempre ha sido guardar lo suyo y que cada uno apechugue con lo propio o con lo ajeno. No dejó de sonreir , como siempre , el ministro de economía español , mostrando la simpatía , dentadura blanca y calva amplia que lo caracterizan principalmente. Principalmente y finalmente. En su favor puedo decir que pareció salir muy satisfecho , a juzgar por su sonrisa y amplia propina que dejó tras recibir la nota que Arturo le presentó . Digo a juzgar porque la sempiterna sonrisita del señor De Guidos Jurado se presta a cualquier duda en lo relativo a lo que pasa por testa tan calvorota que tantas cosas alborota
A la puerta lo esperaba su escolta y guardaespaldas. Cuando se hubo ido , don Justo De la Justicia Grande no hizo comentarios. Ni grandes ni chicos. Se limitó a seguir contándome parte de su vida porque , aunque en ella no hay nada que ocultar , es larga cual corresponde a sus años. En otra ocasión , la pinten o no calva como ha sido el caso de la calva del señor De Guidos , tan reluciente , continuaré diciendo lo que don Justo me dijo sobre sus años de existencia en lo profesional y en lo personal.
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