Ayer , sin ir más lejos en cuanto que cerca de casa está el restaurante , fui con Carmen-carminis , los dos solos , a EL BROCAL. Mi mujer estaba algo pachucha y los niños , uno en Jerez y otra en Chiclana . Yo iba a tiro hecho : a probar las gambas rebozadas que suponía , como así fue , que estarían exquisitas . Cayeron todas porque estaban , repito , para chuparse los dedos aunque no me los chupé. Es algo que no hago nunca , como quitarme la chaqueta si la llevo puesta por mucho calor que haga en lugar cerrado , aunque a veces pueda parecer que me chupo el dedo. Una cosa es chuparse el dedo ; es decir, no ser muy espabilado , y otra , muy distinta y de pésima educación , chuparse los dedos.Hay , no obstante , mucha gente que se chupa el dedo y que se chupa los dedos . Tanto a unos como a otros , lo mejor es tenerlos mientras más lejos mejor. Intento hacerlo con elegancia pero no siempre lo consigo ; sobre todo alejar a los que se chupan el dedo. Con los otros pocas relaciones establezco , excepto las estrictamente necesarias por determinadas circunstancias , porque una cosa es ser natural y otra , muy pero que muy distinta , carecer de educación.
No solo estaban bonísimas , tal un purista de la lengua castellana diría , las gambas , sino que el rebozado estaba en su justo punto tal como Carmen-carminis las hace. Quiero decir con esto que mi mujer es , aparte de otras virtudes que la adornan , una muy buena cocinera. Antes me tomé un caldo griego , primera vez que lo tomaba , igualmente exquisito. Carmen , por lo que ella pidió pudiera haber empezado como mandan los cánones de la buena educación pero me he dejado arrastarar por el agradable recuerdo de las gambas rebozadas , un consomé exquisito como todo lo que en EL BROCAL , restaurante de Cádiz , se toma , y unas espinacas con bechamel que yo le recomendé y tan de su gusto , y el mío , fueron. Bebimos cerveza y yo caté una copa de Beronia , crianza de no me fijé qué año pero que ni falta hacía porque siempre es vino de calidad reconocida y sabida ; y pedimos , al señor que nos atendió con la corrección y saber estar que lo caracteriza , la notita. Salimos contentísimos por todo y yo con unas veinte buenas gambas bien rebozadas dentro que apenas me pasaron receta. Hasta otra , ya que Bilderberg parece haberme retirado el castigo que me impuso sin comerlo ni beberlo. Solo por decir la verdad de lo que pienso.
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