FUMATA BLANCA EN EL RECLAMO DEL GOURMET

Todos los humos que expulsan la chimenea de la cocina y las de los comedores de El RECLAMO son blancos como blancas son las palomas blancas portadoras de paz. Blancos como nieves alpinas , de los Pirineos , de las cordilleras de el Himalaya o de las cumbres , más cercanas , de nuestra Sierra Nevada. Blancos como los caballos blancos de cuyo color era el caballo blanco de Santiago apostol al que las huestes cristianas invocaban , para que intercediera por ellas , en sus batallas frente al Islám peninsular e incluso frente a la indiada de la América hispana. Blanco impoluto y no como el humo negro que , hasta ahora , sale de la chimenea de la Capilla Sixtina en la que el cónclave se reúne. Ojalá y Dios quiera que , en cuanto antes aunque prisa no tengo , el humo que saliese fuese tan blanco como el que expulsan las chimeneas de EL RECLAMO DEL GOURMET.  Blanco el humo y blanco de corazón , no de color de piel aunque   esto me da lo mismo , el nuevo Papa. Falta le hace a la iglesia católica un Papa blanco de corazón y de intenciones. Sería bueno para ella y para todos se sea católico apostólico y romano o no se tenga alguna de las tres condiciones anteriormente citadas. Un Papa bueno en el mejor sentido de la palabra bueno y no mediatizado por intereses más o menos oscuros y oscurantistas. Que así sea porque , en caso contrario , el catolicismo no irá hacia mejor , sino hacia peor. Blancos humos de los buenos aceites de olivas que se utilizan en el RECLAMO DEL GOURMET. De los buenos aceites que se utilizan en todo restaurante en el que  merezca la pena almorzar , cenar o tapear. En todo buen restaurante. Creo que , hoy , los Cardenales que asisten al cónclave comerán  aún  sin humos blancos que asciendan por la chimenea.  No hay prisa pues la cosas , aunque sin ella , deben hacerse con pausa. Bien hechas y no para salir del paso. Ëste debiera ser como el paso honroso de don Suero de Quiñones el caballero leonés del siglo XIV enamorado de doña Leonor de Tovar. Cumplo , con este escrito , mis obligaciones cotidianas como relaciones públicas y orientador en el restaurante en el que desarrollo estas labores. Nunca pierdo mi condición de profesorcete , aunque jubilado lo esté , de historia. Es mi obligación no perder esta condición. Ni esta ni alguna de las buenas que me adornan. De las malas  intento deshacerme cuanto antes mejor y en este empeño sigo con constancia y contumacia.