A don Gualterio Alterio se la dirijo y así lo pongo en el sobre : Sr . Don Gualterio Alterio.
Ahora parece que no está de moda donear y hay personas que se merecen el don bien por edad o , tan solo , porque todos somos dueños de él aunque durante muchos siglos fuera solo privilegio nobiliario.
Una vez lograda la igualdad en el don , parece que no se quiere hacer uso de él . Las cosas que hay que ver en la vida ...Ver para creer .
Le hablo mediante mi escrito a Gualterio de varios asuntos y , entre ellos , de mi agradecimiento y de su generosidad . Tanto de una cosa como de la otra tecleo con cariño y aprecio máximos .
Le digo que no solo le estoy tan agradecido , por todo , como lo estoy con Tania o con don Máximo , sino que le recuerdo que llegó a conocer a su segunda mujer , Tania de Aquitania , gracias a mí.
Gualterio me ha mostrado su fidelidad y amistad en múltiples ocasiones . No las enumero porque sería cuestión larga y prolija y no creo que fuese necesario.
Explico aquí , con más o menos acierto , cuándo lo conocí .
Era joven Gualterio y el escribidor era ya un hombre hecho y derecho . Nos cruzamos en la calle Sierpes y a mí se me calló al suelo el periódico que llevaba en la mano , el cual estaba presto a leer sentado en la afamada terraza de una cafetería de tal calle cuyo nombre omito tratando de evitar probables sanciones por hacerle propaganda.
Aunque muy joven , Gualterio me sobrepasaba en centímetros aunque mi tallador me dijese , como me dijo , que tenía la estatura media del español de aquellos años . Años lejanos como los famosos tambores y tacones.
No se agache , oí una agradable voz que decía al tiempo que un joven imberbe lo hacía por mí en medio de un constante trasiego de gente que iba para acá y para allá mirando los escaparates de la tiendas . Me recordaron a hormigas que paseaban de un sitio para otro sin saber, a ciencia cierta, a qué lugar se dirigían
En este preciso instante , mirando a mi interlocutor , capté su bondad de ánimo . No había más que fijarse en la claridad de su mirada . Capté , de igual forma , su perspicacia y una vez que me había dado cuenta de su bondad y de su perspicacia , lo invité a un café.
Sentados en la terraza de la cafetería, mientras lo saboreábamos , veíamos a la muchedumbre deambulando y charlábamos sobre cuestiones miles ( es una exageración del escribidor en cuanto que no fueron tantas ) a cuáles más importantes . Lo de la importancia de las conversaciones no es exageración tal se podrá ver por los temas de los que se habló.
Se habló de arte , de historia , de psicología , de parapsicología , de ciencias ocultas y de las que no lo son tanto , de yoga , de judo , de fútbol y de toros entre otras cuestiones que iban surgiendo a medida que saboreábamos el café y las muy frías cervezas ( como se deben tomar ) que vinieron después .
A todo invité yo aunque el por entonces joven Gualterio no quería llegando a amenazar con levantarse e ir a la barra a pagar las consumiciones .
En todo habíamos coincidido excepto en la forma de pagar la cuenta. Hice prevalecer mi edad , superior en unos veinte años a la de Gualterio , y pagué la nota que nos trajo un camarero que tenía más pinta de mayordomo que de otra cosa .
Así fue como conocí a Gualterio Alterio y así se lo he escrito en la carta que le he enviado, por correo postal , intentando que no se sintiese menospreciado o infravalorado con respecto a su mujer , la bella Tania , ni en lo concerniente a don Máximo de la Serena y Monterrubio de la Serena . Los tres son grandes amigos y valedores del escribidor .
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario