Era don Máximo de la Serena y me dijo que publicaría en su revista la entrada sobre la desertización y la desertificación . Aparte de darme esta buena noticia , me comentó que aparecería sin los dos renglones y medio del final del post. Los considero innecesarios , me dijo , y continuó hablando y yo escuchando sus sabias y comedidas palabras por el auricular del teléfono .
Todas no las voy exponer aquí porque algunas carecen de interés para el posible lector . Solo destaco las de mayor interés para mí .
En especial le habían gustado , de las últimas cuestiones que me había leído , los comentarios que hice en la entrada a la que llamé : Y DI CON LA CASA , y la propia casa de Turingia cuya fotografía subió mi hijo Guillermo . Sobre ello le comenté a don Máximo que Guillermete no había podido subir , por un motivo que no comprendí ya que sobre este medio poco sé y menos comprendo , la antigua foto en la que la casa y alrededores aparecían cubiertos de nieve , hecha desde la parte trasera del edificio. . Me respondió que lo sabía en cuanto que había leído lo que yo le estaba diciendo.
Me insistió en lo acertado , aunque tardíos , de los dos comentarios escritos y me volvió a preguntar por mi salud psicológica . Tirando , le respondí , comprendiendo él que yo no quería hablar mucho del asunto.
A renglón seguido pasó a criticar los últimos acontecimientos de la política española , pero como me tengo prometido no escribir más sobre ella , soslayo los comentarios de don Máximo . Pueden ustedes imaginarlos o podéis vosotros suponerlos .
También , me dijo , en lo que atañe al blog , que este se acercaba a las 2500 entradas o posts y al preguntarle yo el porqué y el cómo sabía esto , me contestó dándome una respuesta que me dejó patidifuso aunque al punto yo cayese en la cuenta . Me dijo que lo sabía porque había leído la entrada así titulada.
De seguir don Máximo leyendo todo lo que escribo y publicando mis entradas , va a desbancar en mis preferencias y afectos a Tania y a Gualterio de quienes carezco de noticias desde hace un tiempo.
Antes de que terminásemos la conversación , antes de colgar , le pregunté , como mandan los cánones de la buena educación y de los buenos sentimientos , por su mujer e hijos. Me respondió que muy bien pero que el mayor de ellos se había roto la tibia en un mal paso y ya estaba terminando la recuperación de la fractura en su casa . Sin más , nos despedimos el uno del otro no sin antes mandarle yo recuerdos a su mujer e hijos, tanto al sano como al patirroto , y repitiéndole las gracias a don Máximo.
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