Es rojo como Lenin , el Vladimiro del río Lena . Como un campo de amapolas de este color o como un tomate en su punto. Como la sangre del común de los mortales. Como una sandía y tan redondo como ella. Bellísimo .
Los cohetes de descenso han funcionado tras la orden de Arturo y un sonido estridente y ensordecedor parecido al del despegue nos indica que hacia el marciano monte Olimpo vamos . Vamos que nos las pelamos , lanzados hacia la superficie atormentada del planeta de color rojo. A pesar de mi daltonismo , rojo lo veo. Quizá los aires que lo rodean incidan en mi visión y aquí mi defecto de apreciación cromática sea menos ostensible o , simplemente , no sea. Una buena amiga tuve en mis años de carrera que así se llamaba : nosea o nocea., Isabel Nocea Herrero, oriunda de Cazalla de la Sierra y de Pozoblanco , el albo pozo de Córdoba. Buena niña era.
Acaban de desplegarse los toldos de freno y una sacudida nos ha lanzado a unos sobre otros formando un totum revolutum que casi nos ha hecho llegar a las manos. Orden he tenido que imponer porque Arturo y mi primo , muy nerviosos , se increpaban uno a otro como dos niños. El segundo decía al primero que tuviese cuidado con los dedos pues gracias al yelmo no le había sacado un ojo cual Mourinho al catalán ; y el primero al segundo que le había dado un pisotón que lo había hecho ver aún más estrellas de las que vemos , que infinitas son. Hecha la paz , los tres hemos vuelto a los lugares en los que estábamos apostados con anterioridad al empellón. Aquí paz y después gloria al Creador de la Infinitud. No ha habido más alteración y la toma de Marte , muy suave.
El primero en pisar el suelo ha sido Arturo , que mucho más alto parece con el yelmo en forma de capirote de nazareno y sobre los diez centímetros de sus coturnos. Lo vemos , desde el interior de la DAMA DE ESPAÑA , andar como un pato sobre los pedruscos rojos de la ladera del monte Olimpo sin que dioses ni creyentes hayan salido a recibirnos. Nada de banderitas ni de pamplinas a lo yanqui.. Ni músicas celestiales. Sólo la música de las esferas tan armónica como su Compositor y silencio , mucho silencio. Diríase , a no ser por las epístolas a los terrícolas recibidas durante el largo viaje y con remite en Marte , que el planeta no estaba habitado. Tal vez nuestra llegada se haya producido en zona no habitada y todavía no se hayan percatado de nuestra presencia en Marte.Arturo se acaba de dar un traspiés y ha perdido su verticalidad. Intenta volver a ella pataleando como cualquier gordo inhábil que intenta ponerse de pie. La circunstancia nos ha hecho adelantar nuestra salida y dándoles nuestros brazos como puntos de apoyo, ha conseguido levantarse.
Miro en todas direcciones , norte , sur , este y oeste, y no veo más que páramos . Los campos no están cultivados ni árboles veo en las laderas del monte desde las que oteamos el horizonte. En el valle , por llamarle de alguna manera , reseco y pedregoso , tampoco. Decidimos caminar entre terrones que se deshacen con nuestras pisadas sin rumbo fijo , un poco a verlas y verlos venir , esperando encontrar algo que preludiara vegetal o animal , algo vivo y no inerte como hasta el momento.
Estando en estas , mi bota izquierda aparta una piedrecilla y veo algo , de unos dos centímetros ,que se mueve por sí mismo . Sin decir nada , me agacho y observo al pequeño reptil más deforme , extraño y feo que mis ojos han visto. Sin decir nada a los otros miembros de la expedición , observo sus pinzas transparentes entre las que corre un líquido verdoso y unos ojos en su parte trasera que lo hacen dislocado y muy diferente a los pequeños reptiles terrícolas , escondiéndose tras el primer matojo que crece en superficie.
Vida vegetal y animal , estructurada , pero de qué forma , hay. Tras tres horas de caminata , hacemos un alto en el camino e intercambiamos impresiones sobre lo visto y acontecido. Arturo , que tiene vista de lince , comenta que le ha parecido ver un pájaro revolotear en la lejanía. Mi primo afirma que le ha parecido distinguir , aunque muy lejos , un toro con diez cuernos y una vaca multiúbrica siendo ordeñada por un extraño y bajito homínido de color negro. Hasta ahora , es todo lo que puedo narrar de nuestro primer contacto con la superficie. No mucho pero indicativo de la estética de Marte. No todo es estética , ni estético.
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