Ya han llegado los trajes escafandras desde Miami. Nos han citado para las pruebas en la Base de Morón de la Frontera porque los yanquis , que todo lo fiscalizan y en todas partes meten sus narices , se han enterado por sus servicios secretos del viaje que proyectamos y ultimamos. Dicen que tienen que supervisar todo lo relacionado con el viaje astral , no vaya a ser que los españoles alteremos la eterna armonía estelar e interplanetaria que ellos monopolizan por el momento. Un tal Howard , coronel de aviación astronáutica , nos ha citado para mañana a las diez de la noche para , en una cena programada, darnos instrucciones necesarias para la travesía del Espacio . Ellos , que se creen que España está en África , dándonos lecciones ; algo que clama al cielo y al Firmanento por el que viajaremos. En fin ...
He llamado , de inmediato , a mi primo J.J. Pineda que viaja por el Egeo de isla en isla cual Ulises a lo moderno y le he comunicado la cita. Viajará, desde Atenas, la muy deprimida en lo económico, en Iberia , hasta Sevilla. Ya sabe que el color de su traje es verde ( se ha tenido en cuenta su beticismo ) ; el de Arturo a rayas azules y granas ( considerando su condición de socio del Barcelona ) y el mío blanco con pespuntes rojos , en atención a mi sevillismo.
Esta noche he vuelto a tener otra pesadilla marciana. Gracias a Dios no ha sido Martina la protagonista del sueño , pero la sensación de horror ha sido semejante :
Marterizaba yo solo tras cinco días de travesía a velocidad de vértigo , sin incidencias de alcance mayor , y una agradable brisa ondeaba las mangas de mi traje escafandriano cual banderitas playeras en la inmensa soledad, aparente, del Planeta que se había acercado al nuestro sin saber cómo.
Esta vez , no como en el primer sueño, toqué Marte en una planicie arañada por la erosión de algúna fuerza tan brutal como desconocida. Miré a mi alrededor para situarme cuando un marciano de unos setenta centímetros de alto y otros tanto de anchura ( tan alto como ancho ) , que montaba en un caballejo enano como él , emprendió un galope tendido en dirección hacia mi con aviesas intenciones a juzgar por cómo apuntaba el extraño instrumento que portaba en sus manecillas de ocho deditos deformes. Cuando me alcanzó , pues el miedo me había impedido cualquier movimiento de alejamiento , me había petrificado , me dirigió una mirada inyectada en odio cósmico que derritió la escafandra y me dejó en paños menores , res vergonzante . Tras observarme sin tocar mi cuerpo , sacó una navaja de una extraña bolsa que llevaba colgada a manera de faltriquera e , indicándome el corazón , hizo gestos de sacármelo como los aztecas extraian el órgano del amor a sus enemigos para entregárselo a Huitzilopochtli.Ya lo tenía a dos pasos, pues había desmontado del caballejo bicéfalo y paticorto en el que se había acercado , y afilaba a fuego su navaja con los fines que se pueden suponer ; cuando un mosquito zumbón me picó haciéndome la puñeta. Nunca recibí tan bien la picadura y su escozor. El segundo sueño marciano dio paso a disfrutar de la vida. A pesar de los sueños, iré a Marte , ahora que las circunstancias , si los americanos no nos estropean el plan, son propicias.
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