Desde lejos lo vi. Era gigantesco y picudo , distinto a los nuestros , pero pimiento sin duda. Se extendía de diestra a siniestra de una fachada siniestra y sin vanos al exterior excepto un cierro con balaustrada salomónica que remataba el edificio multicolor.Sobre él , un pararrayos con luces destellantes y atractivas , colocado en lo más alto del restaurante , para preservar a los clientes del peligro que los rayos martenses pueden acarrear a la ciudad de Martoncity, la de las grandes tormentas.La de las grandes tormentas submartenses y la de las grandes corrientes freáticas que tanta humedades causan a los sufridos y espléndidos hipomartenses.
En el amorfo salón que refectorio monástico semejaba por el minimalismo de su decoración , habrá que ver las decoraciones barrocas de ellos , manjares polimórficos se mostraban sobre una descomunal mesa rodeada de sillones y sitiales adaptados a sus polimorfías y a nuestras peculiaridades físicas , más armónicas y mejor estructuradas que las de la inmensa mayoría de los anfitriones y comensales que nos acompañarían en nuestro primer gran yantar y gran beber en el planeta rojo. Hasta entonces , comer comer solo habíamos comido jamón jamón del que llevamos desde la Tierra y que , gracias a Dios , no les gustaba. Todo sería , pues , para nosotros. Con jamón y vino se anda el camino , y si no que se lo pregunten a Arturo ; y ancho , aunque no tanto como la Tierra pero sí más que Castilla es el planeta rojo. Si no les gustó nuestro jamón bellotero puro , unas piezas de Jabugo y otras de Aracena y de Cazalla de la Sierra , pueden imaginarse mis lectores los sabores que ellos apreciaban y con los que se disponían a agasajarnos con la esplendidez que saltaba a la vista. Como dicho esto sobran palabras para calificar los sabores y los vinos que catamos , si no nos dieron retortijones de estómago es que de hierro los tenemos ; no sobran , sin embargo , para hablar o escribir sobre lo referente a sus exquisitas formas en la mesa y durante toda la comida que pudimos observar. Formas de cortes reales europeas , protocolarias y al mismo tiempo naturales , elegantes , que permitían disfrutar amenas conversaciones y que sus descolocadas y dislocadas bocas , con arreglo a nuestra normativa bucal , no entorpecían en absoluto. Una lección de saber estar en toda regla a pesar de las formas irregulares de sus miembros y órganos en la grandísima mayoría. Solo tres o cuatro de los doscientos comensales tenían formas corporales más o menos como las nuestras. Ni ellos ni nosotros notamos infravaloración o menosprecio alguno sobre la cuestión . Diría que lo contrario como es fácil deducir por los piropos y alabanzas que las hipomartensas ,con las que compartimos mesa, nos dedicaron en las palabritas de rigor que , antes de organizar el brindis más ordenado que en mi vida he visto , nos dedicaron. Verbalmente son unos encantos. Unas poetisas de tronío y salero de las que pocas entran en el saco de las buenas versificadoras.
A los postres , tuvimos que hacer uso de nuestras palabras , le cedí el primer lugar a mi primo y el segundo a Arturo de manera gentíl en cuanto que yo era el jefe de la expedición periodística.
Dijo José Joaquín hallarse encantado con el recibimiento otorgado y con el buen y nada hostil ni discriminatorio trato con el que nos habían honrado.En agradecimiento a la hospitalidad mostrada y como de bien nacido es ser agradecido, los invitó a visitar Osuna asegurándoles devolución de tan cortesanas formas pero sin asegurarle que los ursaonenses , tan suyos , no montaran un cirio cuando vieran sus tipos y formas por las calles de pueblo ; punto , éste , que yo no compartí y que pensé dulcificar cuando hiciese uso de la palabra. Tras las de José Joaquín , discretas excepto las finales , tocó el turno , cedido por mí , a Arturo que no había comido gran cosa por los motivos supradichos pero que , según su costumbre , había bebido como un cosaco en Marte , como siempre.
Al principio de su disertación comentó y agradeció que no le hubiesen puesto coto en nada ( yo sé que se refería a las bebidas porque se le trababa la lengua y la tenía pastosa y repetitiva a más de estar más de una vez a punto de caerse encima de la mesa ) .Temiéndome que fuese a meter la pata en cuanto a discreción y cortesanía , tan valoradas por nuestros anfitriones, le propiné una patada en la espinilla y , tras sus ayes , enmudeció de dolor hasta el punto de que varios médicos creyeron , al verlo tan colorado a pesar de estar ellos acostumbrados a dicho color, que se trataba de un infarto por la emoción del momento. Días más tarde le explicaría a Arturo , cuando estuviese despejado , el porqué del puntapié aunque él se lo figuraría enseguida porque de borrachín mucho tiene pero de tonto nada.
Pasado el susto , pasó el turno de palabritas a mí . Dije los siguiente .
Autoridades de Marte y de Martoncity , hipomartenses e hipomartensas , queridos todos . Lacónico y nada enfático voy a ser , pero tras las palabras de agradecimiento tan sentido expresadas por mi primo , las cuales corroboramos los tres miembros de la expedición periodística que lidero , sólo os voy a decir que sois extraordinarios en todo y que admiramos vuestra inteligencia , sabiduría y bondad , virtudes no teologales que tanto escasean en nuestro menos alejado planeta que nunca. Gracias a todos y , como lo vais a entender : c´ est fini . Como epílogo a mis palabras hice un ofrecimiento general a visitar a los azules , como nos llaman , sin advertencia ni objeción de tipo alguno a pesar de los suyos. Y MAÑANA SERÁ OTRO DÍA
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