Tanto , yo fui testigo como invitado , que de ella salió el nombre de un nuevo periódico en el que se me pidió colaboración ya que lo venía haciendo en los dos : en la Alborada Misteriosa y en Una Luz en el Sendero . Los ya mujer y marido o marido y mujer , llegaron al feliz acuerdo de unir también sus periódicos respectivos . Lo editarían con el nombre , mezcla de los dos anteriores , de : LA ALBORADA EN EL SENDERO . Bello nombre para un diario , y lo digo no porque yo vaya a colaborar en él , sino porque así me lo parece. Como mis anteriores artículos de opinión , no versarán los de ahora sobre asuntos políticos ni deportivos mientras algo aún de mayor relevancia no ocurra en las dos cuestiones anteriores . Tocarán otros temas menos manidos y diarios como puedan ser los tañidos de las campanas , cómo amanece en el sendero u otros asuntos de sumo interés para todos los lectores del diario tales como los relacionados con mascotas , sombreros , atardeceres en el sendero u otros de distinta índole . Vaya hoy mismo el primero . Irá , jugando con el verbo ir , sobre una antigua sombrerería , al mismo tiempo fábrica y tienda , que había en un pueblo de Sevilla junto a una expendiduría de tabacos al por menor y , a veces , al por mayor para abastecimiento de tabacos en pedanías cercanas.
Era la tienda pequeña y nada coqueta en cuyo escaparate había un hombre muy pequeño , diríase que casi enano , cubierto con uno de los modelos a la venta: el que mayor éxito tenía entre la clientela . El cristal del escaparate denotaba antigüedad y estaba más limpio que los chorros del oro porque el dueño del establecimiento se encargaba de limpiarlo y lustrarlo a diario. No hace falta decir , porque cae por su propio peso , que el pueblo sevillano era señorial y la sombrerería se hallaba en la calle principal , vía de paso y tránsito rodado obligatorio para enlazar con un pueblo cercano cuyo nombre igualmente omito con la intención de que no se localice qué pueblo era en el que el enano aparecía en el escaparate tras el que se hallaba .
Yo , de niño , me extasiaba ante el cristal viendo al enano cubierto con aquél horrendo sombrero que le sentaba como a un santo dos pistolas. No obstante , me hacía gracia y lo miraba y remiraba como el pequeñíto modelo a mí . Tal vez porque también me viese pequeño pues se encontraba aupado sobre un pedestal de cartón piedra que simulaba ser de mármol . Más de una vez estuve tentado , por mera curiosidad , de entrar en la sombrerería , probarme el horrendo sombrero y preguntar cómo podía tener tanta aceptación entre la clientela. Jamás lo hice por tacto y porque no fuese a pensar el vendedor y dueño que yo era un niño tan impertinente como entrometido en asuntos que no eran propios de mi edad. Rondaba yo los siete años y el hombre , que al igual que el modelo se presentaba caballero cubierto para , supongo , tapar su calva cabeza , era poco más alto que el muñeco- modelo que mostraba , ufano , el sombrero . Al nunca entrar , el dueño me conocía y pudiera ser que pensase que el modelo-muñeco era santo de mi devoción cuando no era más que enano cubierto cuyo sombrero no llegaba yo a comprender cómo podía tener aquella aceptación siendo tan feo el modelo como el sombrero. No obstante , un día me decidí a entrar , quitarle el sombrero y probármelo . Me quedaba algo holgado y el dueño me dijo , demostrando su honradez , que no me sentaba nada bien, mas que tenía otros de paja que tal vez estuviesen más indicados para mi edad y la estación del año que era : verano . Me trajo varios y me quedé con uno previo pago . No me pareció caro y el poco dinero que me costó lo llevaba en un bolsillo de mi pantalón corto ; así que lo puse sobre el mostrador de madera de caoba , salí y me lo encasqueté . Nadie me reconoció y cuando llegué a casa de mi abuelo , ni este mismo supo quién estaba bajo aquél sombrero de paja que más parecía jipijapa que sombrero andaluz . Al descubrirme me descubrió y me preguntó por lo que me había costado . Se lo dije , me acompañó y , tras darme las pesetas que había pagado por él , compró el del modelo que a mí tan horroroso me parecía al tiempo que le decía al dueño que yo era su nieto. Entonces , rebajó el precio de mi especie de jipijapa y salimos tan contentos los dos cubiertos y paseando por las calles del pueblo señorial sin que a mí me reconociese nadie ,lo cual había sido uno de los motivos por los que me decidí a comprarlo . Otro era para caminar por el sendero al amanecer
Para LA ALBORADA EN EL SENDERO , esperando que este artículo tan interesante como ameno sea publicado en la página dedicada a historias locales : Ya dije que el pueblo en el que se desarrollaron los acontecimientos estaba en Andalucía. En el blog no aparecerá sobre la etiqueta llamada : TEMAS PERIODÍSTICOS , sino RELATOS Y CUENTOS aunque éste no sea chino. Es chinesco- panameño- andaluz .
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